Analizar lo sucedido en las PASO y realizar análisis comparativos es un ejercicio elemental para observar fortalezas y debilidades de los diferentes candidatos y sus chances efectivas de cara a las generales de octubre. Objetivar lo que los candidatos fueron y no especular con lo que dicen ser.
Al respecto, un interesante resumen de algunas conclusiones sobre el despliegue electoral observado en las PASO lo leemos en la columna de Julio Blanck
Los números no mienten. Comparando las PASO presidenciales de 2011 -Cristina candidata- con las de 2015 -Scioli candidato de Cristina- el Frente para la Victoria obtuvo 2.308.517 votos menos. De ellos, el 48,7% son votos perdidos en la provincia de Buenos Aires.
La minuciosidad del dato debe agradecerse al estudio sobre el resultado de las elecciones primarias que realizó un equipo del Instituto Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP) coordinado por el diputado Claudio Lozano.
No hay ensañamiento en ese análisis de las cifras. Tanto, que no se menciona que la sangría de votos kirchneristas se produjo a pesar de que la cantidad de votantes en todo el país aumentó en 1.500.000 entre aquella PASO y esta. Esto es: más votantes, menos votos.
Quizás sin ensañamiento, pero sí con la transparente intención de marcar a fuegos los límites de la cancha en la que debe jugar, Cristina le recordó a Scioli, en un acto por cadena nacional, que ella había ganado aquella PASO con poco más del 50% de los votos. Scioli ganó ésta, pero bajó a casi el 39%.
El candidato necesita con urgencia sumar votantes que no eligieron al kirchnerismo como su primera opción electoral. Es una tarea complicada. Y más si se considera que Scioli extremó la kirchnerización de su discurso en el camino a las PASO. Consiguió retener todo el voto oficialista: 38,4%. Quizás considere necesario despegarse un poco de esa relación carnal. Por ahora no lo ha hecho. A no desesperar: siempre hay tiempo. Aunque cada día que pasa queda menos tiempo.
Para el kirchnerismo más duro el problema de Scioli no es que está demasiado kirchnerizado sino que sigue demasiado ambiguo. Por eso celebran que Cristina vaya a intervenir más en la campaña. Suena como si ella hubiese sido prescindente hasta ahora. ¿Acaso treinta y cuatro cadenas nacionales en ocho meses es poca intervención?
A pesar del retroceso respecto de las PASO de 2011, Scioli hizo en la Provincia el 47% de su diferencia total sobre Macri. Fueron más de 860.000 votos. Pero necesita ampliar esa distancia para consagrarse en octubre, porque no hay otra región del país de la que pueda extraer semejante ventaja.
Las provincias del norte –Tucumán, Chaco, Salta, Formosa y Jujuy– también le dieron a Scioli una diferencia formidable sobre Macri: casi 825.000 votos, el 45% de la ventaja total nacional. Pero allí ya no habría de dónde seguir exprimiendo. Lo que lleva todo de nuevo a Buenos Aires.
La mayor pérdida de voto kirchnerista, de acuerdo al trabajo antes mencionado, se dio en el segundo cordón del Gran Buenos Aires, básicamente los municipios que no limitan con la Capital y aquellos en que la pobreza golpea con fuerza. Allí el Frente para la Victoria sacó 436.439 votos menos que en 2011, un 22,11%. Aunque, en porcentaje, la pérdida mayor estuvo en el primer cordón, distritos linderos con la Capital o con cortes socioeconómicos más favorecidos, donde la caída fue del 27,64%, con 235.008 votos menos. Estudios detallados como éste se convierten en insumos estratégicos para los comandos electorales.
El equipo de Macri completó una radiografía particular de la Provincia. Con los resultados de hace tres semanas en la mano y los datos de elecciones anteriores, identificaron unas 30 zonas del Gran Buenos Aires a las que denominaron “de voto posible”. Son barrios en los que detectaron un sostenido voto opositor al kirchnerismo, que en la PASO se dispersó entre diversas fuerzas.
El equipo de Macri completó una radiografía particular de la Provincia. Con los resultados de hace tres semanas en la mano y los datos de elecciones anteriores, identificaron unas 30 zonas del Gran Buenos Aires a las que denominaron “de voto posible”. Son barrios en los que detectaron un sostenido voto opositor al kirchnerismo, que en la PASO se dispersó entre diversas fuerzas.
Se proponen, con su candidata María Eugenia Vidal a la cabeza, desembarcar en esas zonas con timbreos, recorridas, contacto directo con los vecinos. Es el método, atípico y muchas veces ridiculizado o menospreciado, que les terminó dando muy buen resultado en las PASO. Vidal resultó la candidata a gobernador más votada, aunque como espacio político el Frente para la Victoria sacó casi 11 puntos de ventaja.
Esa diferencia del kirchnerismo sobre Cambiemos fue de casi 840.000 votos. Las zonas “de voto posible” sobre las que va a martillar Vidal reúnen 1.400.000 votantes que ya se han mostrado opositores. La empresa de vencer al peronismo en la Provincia supone dificultades tremendas. Pero Vidal siente que después de las PASO, por primera vez, tiene una oportunidad.
El trabajo opositor será también buscar el voto de quienes acompañaron a Julián Domínguez en la interna kirchnerista y podrían ser refractarios a votar por Aníbal en la general. En esa búsqueda está Vidal y también Massa y su candidato a gobernador Felipe Solá, que por ser peronista podría llegar más directo a esos sectores.
Hay mucho de ilusión puesta en este emprendimiento, aunque cualquier botín puede ser apetitoso: Julián perdió con Aníbal pero tuvo 19% del 40% que hizo el FpV para gobernador. Fueron casi 1.500.000 votos suyos sobre un total de 3.100.000
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