4/19/2015

el laberinto menduca: debuta el sciolismo anti k, llega el futuro anterior

El triunfo de la UCR a materializarce hoy en Mendoza sostenido en la lista que lidera Alfredo Cornejo , es atribuible a su histórico dominio del distrito y muestra la insustancialidad electoral del Pacto PRO-UCR.

Nada le debe la UCR al PRO en su despliegue electoral mendocino como nada le debe el PRO a la UCR en su dominio electoral de la CABA. Es simétrico el modelo de análisis, lo demás ruido de medios.

Por otra parte, hará el resto para consolidar el triunfo de la UCR la caída a pique en la popularidad del gobierno provincial y el desmanejo de la estrategia del peronismo local para lograr unidad en torno a la lista que lidera Adolfo Bermejo, cuya propuesta es a nivel nacional de un fuerte tono sciolista pero al mismo tiempo, profundamente antikirchnerista.

En rigor Mendoza muestra de manera nítida un fenómeno que trasciende el distrito y sus dirigentes ocasionales y es el agotamiento del tipo de unidad histórica - social, política, electoral -  que marcó la década pasada e inaugurara Néstor Kirchner en las elecciones de mediotérmino del año 2005 y que con mutaciones notables hasta hoy, sostuviera Cristina a partir de diciembre del año 2007.

Cambios en el tipo de unidad histórica - social , política y electoral- , inexorables en el despliegue de las experiencias populistas extensas.

En efecto, el agotamiento del tipo de unidad histórica - social, política y electoral-  sucedió con el peronismo inaugural ya a mediados de siglo pasado , crisis de unidad histórica suspendida en su desarrollo por el golpe de estado y que teorizara J.W Cooke, reapareció con mayor fuerza y nuevos actores en los años 70, y sucede ahora en esta etapa clave de la fase kirchnerista del peronismo.

El colapso del tipo de unidad anterior es estructural e inevitable. Forzar la persistencia de un tipo de unidad histórica ya agotada mediante atajos electorales conduce primero a la disgregación y luego a la esterilidad histórica, tal lo señalado por Cooke en Apuntes para la militancia, antes de los señalamientos de Ernesto Laclau también en esa línea de análisis de la experiencia populista que sintetizara en esta frase coloquial, obviamente meses antes de su muerte: Si es con Scioli, no cuenten conmigo.  

Rechazando el atajo naranja y su sucedáneo cool la sanata masomenista de "la contradicción secundaria"  -la primaria y universitaria no aplica - , Laclau sostuvo "Lo que va a venir en la Argentina es una guerra de posición. Todo proceso importante se gana o se pierde en el largo plazo, en una guerra de posición. No hay triunfos definitivos. Hay que esperar en el futuro derrotas y triunfos parciales. Lo importante es que de esas derrotas y triunfos se vaya trazando una línea histórica de cambio".

Sucede que no somos todos los que estamos, ni estamos todos los que somos, según teorizan en Harvard, agregando que para observar desapasionadamente esta problemática no hay que hacer de la política un modus vivendi y tampoco de la pauta publicitaria o contratos diversos, estos adminículos nublan la vista, como la paja .

Dicho esto, apuntemos que con 1.349.718, Mendoza representa el quinto distrito electoral del país y, al igual que Santa Fe, el resultado será un fuerte mensaje en el marco de la campaña presidencial nacional. Los ganadores competirán en las generales del 21 de junio.

El eje central de la disputa será entre la lista de la UCR apoyada por el Frente Renovador, el Partido Demócrata, la Coalición Cívica-ARI, el Socialismo, el PRO, Libres del Sur y el Partido Socialista Auténtico, que con el sello Frente Cambia Mendoza presentará al binomio radical Alfredo Cornejo-Laura Montero; contra las tres listas que presentará el dividido Frente para la Victoria, que encabezarán Adolfo Bermejo y Diego Martínez Palau, Guillermo Carmona y Alejandra Naman, y Matías Roby y Ariel Pringles.

El gobernador Francisco Pérez dio su apoyo explícito al senador nacional, mientras que Daniel Scioli dio un tenue respaldo debido al desaire del Gobierno al mandatario mendocino. En tanto, Carmona, que representa al kirchnerismo más puro, recibió las recientes visitas de Florencio Randazzo y Axel Kicillof.

En total, competirán ocho fórmulas. Además de las dos listas que a priori llegan con más chances, el Frente de Izquierda y los Trabajadores, que en las últimas elecciones se ha consolidado como la tercera fuerza de Mendoza, presenta a la senadora provincial Noelia Barbeito y a Héctor Fresina como fórmula.

También participarán Marcia Marianetti y Dante Scanio, por el MST; Luis Galiotti y Eduardo Quiroga, por Es Posible; y Alberto Aguinaga y Adriana Videla Álvarez, por el Partido Federal, que aspira a captar el voto de los demócratas disconformes con el acuerdo con el frente radical.

Además de los candidatos a gobernador y vice, se elegirán diputados y senadores provinciales en todas las comunas, e intendente y concejales sólo en 15, ya que quedan exceptuadas Capital y San Carlos que realizaron sus PASO municipales en febrero, y Godoy Cruz, que las celebrará en septiembre.

Según las autoridades de la Junta Electoral, el escrutinio será lento y caótico sobre todo en algunos departamentos como Guaymallén y Luján, donde los mendocinos podrán encontrar cerca de 50 boletas en el cuarto oscuro, a lo que se suma una importante cantidad de colectoras: hay precandidatos a intendente que figuran en 15 boletas. Se esperan los primeros resultados para después de las 21 horas.

Leemos adicionalmente sobre la dinámica distrital: 

Quién es quién en Mendoza



Decir que este domingo en Mendoza se presentan 8 opciones para gobernar la provincia, con tres listas del FPV y una mayoritaria del frente opositor, es un enunciado simple, de superficie. Ese punto de partida es -a su vez- una invitación a ser problematizado, a navegar en las aguas turbulentas de una enorme complejidad política. Si aceptamos el convite podremos avanzar hacia hipótesis más provocativas y asumir algunos de los riegos que ellas contienen en su esencia.

Por Ernesto Espeche

Las PASO pondrán en evidencia la versión local de la contradicción fundamental de la etapa: la continuidad y profundización del proyecto nacional o una restauración conservadora que restituya las premisas del consenso neoliberalismo. 

El FPV dirime buena parte de su futuro a corto y mediano plazo: nada menos que el perfil desde el cual se afrontará esa puja y prorrogará el mandato gubernamental por una gestión más. Pero no llega hasta este punto con la fortaleza de una lista de unidad; quizás ese no es un mal dato si se entiende que las PASO permitirán poner en debate dilemas no resueltos desde hace tiempo. 

Dos de sus tres candidatos asumieron esta situación como un signo de debilidad y tomaron, entonces, una actitud acomplejada, timorata y titubeante. Tanto Adolfo Bermejo (senador nacional) como Matías Roby (ex ministro provincial) transitan la etapa por los finos límites de un discurso vacío, aparentemente neutro y cómodo. Se colgaron del travesaño, se diría en la popular. No arriesgan definiciones claras y, para colmo, promueven un antagonismo acomplejado, falso y aplaudido a rabiar por las huestes opositoras: Peronismo vs. Kirchnerismo. Se trata de una actitud, al menos, desventajosa a la hora de afrontar la gran batalla por la gobernación. 

El primero cuenta con el apoyo de un gobierno provincial que se aleja cada día más de la conducción política nacional y buena parte de una estructura partidaria que se resistió a una deseable y necesaria oxigenación. Practica una rara especie de sciolismo antikirchnerista, un híbrido que contradice la propia retórica del precandidato presidencial naranja. 

El segundo, el tapado, no logra salir de la tozudez del capricho personal; sobreactúa, ostenta amistades de mucho poder económico y pretende conectar con el sentido común desde frases efectistas y apoyadas en un vector anti político. Si el Jefe de Gobierno de la CABA lo hubiese descubierto antes, hoy se vestiría de amarillo. 

Ambos son, a todas luces, dos modelos de candidatos que la derecha necesita para transitar el año electoral sin mayores sobresaltos. Comparten, además, la portación del virus del “mendocinismo”, versión local del federalismo posmoderno que reduce la densidad propia de la vida política a una ridícula confrontación contra la Nación en nombre de los intereses de Mendoza y otras afirmaciones metafísicas, carentes de todo sentido histórico. 

Guillermo Carmona, por su parte, experimenta un claro crecimiento en la medida en que su figura es asociada a la conducción de Cristina, por lejos la gran electora. El diputado nacional tiene una retórica que mezcla el rigor técnico programático con una afilada lectura ideológica. Contiene, por ello, a lo más dinámico del peronismo, a sectores de otras tradiciones políticas que abrevan en el diverso espacio K y al electorado que sostiene una imagen positiva de la Presidenta. Partió de un nivel de conocimiento bajo, sobre todo en sectores rurales y populares urbanos. Sin embargo, luego de algunas semanas se ha logrado posicionar en esas franjas como "el candidato de la Presidenta", un apelativo identitario muy poderoso, que genera adhesiones y rechazos pero nunca indiferencia. 

Luego de las PASO, y sumando votos de las tres listas, el FPV se pone en carrera y equipara la línea de apoyo al frente opositor. Claro, esa ecuación requiere de la aceptación de una premisa que hay que dar por válida: en el peronismo el que gana conduce. En rigor, casi siempre es así. Se subestima la rica historia interna del movimiento peronista si se sostiene que en otras ocasiones no se ponía en contraste -como ahora- tantas diferencias y enfoques. Si es cierto que en este caso como en todos los anteriores, la suma no es mecánica, quien gana debe a su vez ganarse el voto de todo el movimiento. Ese será otro tema. Sin embargo diremos que ayuda a esos fines la concentración del espacio opuesto.

La clave de esa contienda esta, creemos, en la relación de fuerzas que resulte de la interna y la lidia de administrarla. Un contraste proyecto contra proyecto, de contrapuntos nítidos frente al principal rival, solo puede protagonizarlo Carmona, quien por lo dicho tiene el perfil menos conveniente a una derecha que elige no debatir para no poner en evidencia las inconsistencias de su armado y el carácter inconfesable de las medidas que solapadamente promueve. 

En cambio, una contienda encabezada por Bermejo o Roby seria jugar el partido en la cancha preferida del adversario y aceptar sus reglas. Peor aún, promovería un corrimiento de algunos votos de adherentes al kirchnerismo hacia los apacibles territorios de la pureza aséptica del FIT, cuyo pacto de no agresión con la realidad resulta atractiva a ciertas "almas bellas". Algo similar ya sucedió en las elecciones legislativas de 2013 cuando el FPV jugó por derecha, escondió las cartas y compró una agenda política conservadora, calzada a la fuerza por una lectura derrotista y, por ello, incapaz de enamorar a un electorado que acusa cierto hastío por la mediocridad de la política doméstica que -hay que decirlo- no estuvo a tono con la vocación transformadora de la última década en el país y la región. 

El bloque opositor, amontonado tras el dirigente radical Alfredo Cornejo, fue concebido como un laboratorio de un gran acuerdo antikirchnerista. El PRO, el Frente Renovador, el viejo y afecto a gobiernos de facto Partido Demócrata, el Socialismo y demás espacios menores reconocieron la hegemonía radical en el terreno de la oposición y aceptaron condiciones casi humillantes. Quizás el grito de furia más elocuente en ese conglomerado se oyó en bocas de otros radicales que, como el propio Julio Cobos, quedaron en franca minoría e imposibilitados de jugar algún rol. El voto radical duro, igualmente, esta cerrado sin fisuras por efecto del desprecio visceral a todo lo que huela a oficialismo. Ese rejunte alcanzaría el borde de los 40 puntos, un techo muy alto, pero techo al fin. Ese margen contempla incluso el aporte menor de los demás integrantes de la alianza. 

No será, queda claro, un resultado que pueda exhibir Mauricio Macri como propio ni una plataforma para el repunte de un desmembrado radicalismo a nivel nacional. 

Con todo, falta decir que la confusión jugará un papel destacado por la cantidad desmesurada de colectoras y adhesiones materiales hacia unos u otros. En buena medida, ese dato, nada desdeñable, obedece a la aplicación ad hoc del sistema PASO sin una correcta reglamentación y con el apuro de un poco entendible adelantamiento del cronograma electoral; dos de las facturas que deberá enviarse en tiempo y forma a Paco Pérez. 

Nada está dicho hasta el domingo. A partir del lunes quedarán más claras las expectativas de todos -propios y extraños- y los realineamientos que definirán palo y palo la elección de mayo. Un dato para el cierre: Mendoza no es, ni por asomo, el estereotipo de la ciudad conservadora que muchas veces se le atribuye. Su identidad cultural habilita, casi siempre, finales abiertos, goles sobre la hora y batacazos memorables. 

(*) El autor de la nota es Periodista, Doctor en Comunicación, Docente e investigador UNCuyo. Director de Radio Nacional Mendoza. (InfoGEI)Jd
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1 comentario:

Anónimo dijo...

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