Aprendi a no callar, defendi mis ideales
Con la zurda me gusta patear por respeto a D10S
A robar aprendi aquella vez que me robaron
Y ahora puedo pedirte perdon
100 años mas
100 años mas
Guasones
Señalábamos que la anomalía alfonsinista fue producto básicamente del extravío conservador del populismo peronista en los años setenta y su supervivencia hasta mediados de los ochentas.
Consolidada la fase kirchnerista del populismo , tras el menemato y la crisis neoliberal del año 2001 que indujo una vuelta de campana sobre el sistema de representación política que culminara en el "que se vayan todos", leemos sin sorpresa sobre el previsible, anunciado, publicitado retorno a las fuentes del partido que tiene ya 124 años , pero como el personaje de la novela de Colette "aparenta muchos más".
Tantos años más representa el más que centenario partido que finalmente ha decidido orgánicamente tranformarse en vertebrador territorial de una eventual experiencia de derecha conservadora.
Que la UCR haya logrado concitar la atención de todo el mundillo político y mediático por la convención en la que sinceró su práctica imposibilidad de hacer surgir de su seno un candidato presidencial mínimamente competitivo, y discutió como rifarse al mejor postor, no deja de ser toda una paradoja; demostrativa de como están las cosas en la política argentina, en especial en el campo opositor.
La decisión de la convención nacional fue cantada, e importa un sinceramiento: con el triunfo de la postura de Sanz, la dirigencia de la UCR acompaña orgánicamente lo que buena parte de sus votantes decidieron hace tiempo, migrando hacia Mauricio Macri.
Porque de voto radical se nutrieron los abultados triunfos del PRO en la CABA, y de votos boinas blancas se nutre también la ilusión presidencial de Macri; que no registra postulaciones nacionales anteriores para tener como referencia, ya que declinó competir por la presidencia en 2011.
Por otra parte la decisión de la convención es coherente con lo que han sido hasta acá los votos de ambos (UCR y PRO) en el Congreso; con la solitaria excepción de la re-estatización de YPF, que fue en todo caso la excepción que confirmó la regla: ambas fuerzas votaron siempre en el mismo sentido, y constituyeron el núcleo duro de la oposición a las iniciativas legislativas del gobierno nacional.
Del mismo modo que el triunfo de la postura de Sanz unifica la dirección política del partido con la que antes vino siguiendo buena parte del "voto radical", Gualeguaychú marca también el final oficial de la ilusión socialdemócrata hacia el interior de la UCR, por cierto luego de que en la última década buena parte del voto alfonsinista migró al kirchnerismo; en tanto los gobiernos de Néstor y Cristina recogieron viejas banderas alfonsinistas, y las supieron llevar adelante.
Visto en una perspectiva histórica más amplia, lo que sucede con el radicalismo marca que cuando el peronismo más se parece más a sí mismo (como ocurre desde 2003, en que lo conduce el kirchnerismo), el radicalismo vuelve a capitalizar el voto conservador, y a ensayar nuevas formulaciones de la Unión Democrática; solo que ahora y como consecuencia del estrepitoso fracaso de sus dos últimas gestiones de gobierno, en un un rol subordinado y no articulador.
Claro que la decisión que tomó la convención de la UCR no estará exenta de tensiones hacia su interior, aun cuando haya dejado a salvo los acuerdos locales; y tampoco garantiza (como nunca lo hace plenamente una decisión de esas características) que el voto radical remanente (ese poco más del 10 % de Ricardito Alfonsín en 2011, que era realmente el que estaba en discusión) obedezca al mandato de la representación partidaria, a la hora de depositar la boleta en la urna...
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