3/02/2015

ellos o nosotros



El escenario económico del corriente año y los dos modelos de país en pugna que se ponen en juego en las elecciones de octubre.

Horacio Rovelli. Economista - UBA

En la mitología romana al Dios Jano (enero) se lo figura con una cabeza con dos caras y simboliza el comienzo y el final. A su vez se entiende como palabra bifronte aquella que tiene un sentido si se la lee de izquierda a derecha y otro de la derecha a la izquierda, en el caso de la economía argentina la podemos simbolizar con las palabras: Eres y seré.

Qué somos: una economía desigual, un país rico (produce bienes y servicios finales por más de US$ 500.000 millones por año) con pobres. Capaz de alimentar a 400 millones de personas y sin embargo no podemos hacerlo con los 40 millones que somos, fruto de un sistema injusto que prioriza la ganancia fácil, sin exigir la debida reinversión y el trabajo necesario de administración, gestión e investigación, lo que torna que sea cada vez más desigual y más injusto, generosos con unos y con dosis de menor a mayor crueldad con el resto de la población.

Qué debemos ser: una economía pujante, capaz de generar trabajo y trabajo de calidad a los habitantes del país, en un mundo cada vez más competitivo, donde el problema de empleo va a ser cada vez más acuciante. Al revés que lo que plantea patéticamente el sector de la UIA liderado por los Rocca de Techint, el acuerdo con China es un desafío a generar nuestro propio espacio en la economía mundial, produciendo bienes de alto valor agregado que para eso tenemos una mano de obra capacitada y que puede capacitarse más, así debemos entenderlo y así debemos ocuparnos en conseguirlo.

Para eso se priorizan los intereses permanentes de la población esa que en el discurso que hizo en el balcón de la Casa Rosada el 1° de mayo de 1951 Perón decía: “…al auténtico pueblo argentino: al de nuestros hombres y mujeres humildes, al de nuestros ancianos y de nuestros niños, al de nuestros trabajadores; al heroico y esforzado pueblo de los descamisados para quienes reclamo la gloria y el honor de haber abierto en la historia de la humanidad el capítulo de esta Nueva Argentina”, ese pueblo que con su sacrificio, mal pago las más de las veces, soportando penurias de todo tipo, sin embargo sale todos los días a trabajar por su familia y por el futuro, para tener un presente digno y un provenir mejor.

Y paradójicamente los que corremos los riesgos somos nosotros, los que debemos soportar la falta de empleo somos los que no tenemos el capital suficiente para generarlo, no podemos esperarlo de los que tratan de obtener la mayor ganancia y fugarla, siempre prebendarías del Estado, con una mirada cortoplacista y subordinada a los intereses del capital financiero mundial. Por eso, apostar al acuerdo con China y con otros países y empresarios que estén dispuestos a “hundir los fierros” en la Argentina, siempre y en todos los casos con amplia información a la población, es un camino no exento de riesgos pero camino al fin, lo otro ya lo conocemos y hemos vivido y desemboca en las tristes jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001.

Preguntémonos porque los países del este asiático crecen y lo hacen en forma sostenida, y la respuesta es porque reinvierten gran parte del excedente que generan. En la Argentina (como en mayor o menor medida en Latinoamérica), el excedente se fuga de la economía para ir a paraísos financieros, como es el Ducado Luxemburgo sede de la casa central de Tenaris la empresa que fabrica caños sin costuras de Techint.

En ese marco de intereses irreconciliables entre el pueblo trabajador y una clase empresarial que se ha acostumbrado a vivir de esa manera (y que al poder hacerlo y sin que la sociedad se lo cuestione parece que fuera lo normal y lógico, cuando no lo es, ni debe serlo, y lo que es peor sirve de ejemplo a otros empresarios como un patrón de conducta cosa que no pasa en los países que crecen y lideran la tasa de crecimiento) es como se debate nuestro futuro: O se emprende un camino de ganancia y reinversión, o la historia conocida de empresarios ricos en empresas deficitarias y sin generación de los puestos de trabajo que se necesitan.

El corto plazo. El largo plazo se genera desde el corto plazo. No es casualidad que un sector significativo de los empresarios cuestionen no solo los acuerdos con China, y el no acatar la justicia norteamericana (pagando injustamente un valor de deuda que no es tal), sino que cuestionan a un gobierno que ha defendido el mercado interno, que partió de un salario que tuvo que aumentar por decreto en el año 2003 y que luego generó las condiciones de las paritarias como pocas veces pasó en nuestra historia. Y se preparan para poner en la administración de la economía a gente a su servicio o directamente empleados de ellos como lo han hecho tantas veces, para integrarse no al mundo de la producción y del trabajo, sino al de las finanzas internacionales, ese que le permite dolarizar sus ganancias y fugarlas.

La riqueza son bienes y servicios, el dinero (sea la divisa que sea) es una mera representación del valor pero no es riqueza. Ellos pueden detraer recursos de nuestro territorio y convertirlo en títulos, letras, acciones y otros activos financieros en las principales plazas del mundo, pero no generan bienes y servicios en la Argentina. Extraen ganancias como parásitos y no la reinvierten en el país.

Por eso son los principales interesados en que se pague la deuda a los fondos buitre, para asegurarse continuar con las inversiones financieras, recordemos como ejemplo cuando vencía el plazo dado por el juez Griesa de un mes después de no haber dejado pagar al Bank of New York Mellon (BoNY), por ese entonces agente fiduciario de pago de la Argentina, los servicios de la deuda nacional de esa plaza, el 31 de julio de 2014, que propusieron una colecta de fondos entre las entidades financieras que operan en el país para pagar, lo que es absurdo por un lado, y por otra parte, pensaban sacarlo del encaje bancario que es dinero que debe quedar como reaseguro de los depósitos.

En el corriente año 2015 la Argentina debe abonar a los acreedores privados (contemplando la deuda no reestructurada, que es la que no entró en los canjes de los años 2005 y 2010, y que se le da igual trato que a la deuda estructurada depositándose el pago en el Fondo Nación Fideicomisos por ley 26.984 de Pago Soberano) unos US$ 15.000 millones, la mitad de esa suma surge del superávit comercial esperado, no menos de US$ 5.000 millones de los swaps con China, y la diferencia bien pueden detraerse de las Reservas Internacionales del BCRA que superan los US$ 31.000 millones, o colocar nuevos títulos de deuda, con eso se terminó la corrida cambiaria y la suba persistente del blue.

En claro “desacato” del fallo del 23 de febrero de 2012 del juez Griesa, que ordena a la Argentina no efectuar pagos a los bonistas reestructurados si no se abona también el 100% a los fondos buitre, nuestro país, por un lado, sigue depositando la parte proporcional en Nación Fideicomiso, por otra parte sostiene que un Estado soberano no puede ser considerado en desacato porque se está violando el derecho internacional y la “igualdad en inmunidad soberana” de una Nación, y finalmente continúa con su programa financiero, primero consiguió financiamiento por unos US$ 1.500 millones con la colocación de un bono atado al precio del dólar oficial, segundo salió en diciembre 2014 a colocar Bonar XXIV, que seguramente repetirá en el corriente año 2015

Paradójicamente el octogenario juez municipal de Nueva York, presidirá el martes 3 de marzo 2015 una audiencia donde definirá si el Citibank puede pagar los vencimientos de títulos bajo legislación nacional, cuando el mismo juez se vio obligado a dar excepciones, y la Justicia inglesa ya reconoció que los bonos emitidos bajo ley británica no deben estar alcanzados por su sentencia.

Es cierto que el corto plazo no está exento de problemas y se debe tener en cuenta las vicisitudes que se presentan, como que por ejemplo el complejo agropecuario liquidó US$ 1.813 millones en lo que va del año, con una contracción del 20% con respecto al mismo período del año pasado (con una cosecha superior), con lo cual ese es un frente que se debe atender. Lo mismo puede pasar con el bajo desempeño de la economía de Brasil y la puja entre la devaluación de su moneda, la tasa de interés y la suba de los precios internos del país hermano, pero esas dificultades de corto plazo no impiden que se vea el derrotero a seguir.

El problema es como sigue la historia.

Los capitales financieros apuestan a que el Gobierno que suceda al actual unifique el tipo de cambio y elimine el mal llamado “cepo” cambiario, eso significa una fuerte suba del tipo de cambio y libertad de entrada y salida, por ende toman a este año como de transición, practicando ciclismo financiero, esto es, aprovechando que el Gobierno ajusta el tipo de cambio por debajo de sus precios y de los intereses que devengan sus operaciones en bonos y en acciones locales, que incluye la compra de “dólares ahorro” a un precio un 20% mayor que el oficial (que implicó una suma desde que se implementó la flexibilización parcial del mercado de cambios al 31 de enero de 2014 de US$ 3.422 millones y para viajes otros US$ 555 millones, arrojando un acumulado de casi 4.000 millones de dólares), esperan poder comprar divisas antes del 10 de diciembre de 2015, para ganar la diferencia cuando llegue el nuevo gobierno.

La discrepancia sideral de las dos caras del bifronte, una que mira para adelante y la otra para atrás, se refleja en la Balanza de Pagos. Esto es, si se quiere ver para adelante es clave mejorar la cuenta corriente (las exportaciones de bienes y servicios deben equilibrar a las importaciones, incluso y fundamentalmente compensar el pago de los intereses de la deuda), pero por sobre todo se debe apuntalar la Cuenta Capital, no para financiar el déficit de la cuenta corriente, sino para contabilizar el ingreso de capitales para obras de infraestructura, en máquinas y equipos, en tecnología, etc.

El mayor ingreso de capitales para la inversión física implica un doble apoyo del tipo de cambio (de nuestra moneda), una por el ingreso de divisas, y otra por el incremento de la productividad de nuestra mano de obra por mayor dotación de capital y tecnología, dado que el tipo de cambio en el largo plazo refleja la productividad de una economía.

El tipo de cambio es como se valoriza nuestro trabajo y nuestros activos, si el gobierno que sigue al actual es volver al pasado, entonces no sólo harán una buena diferencia cambiaria los que apuestan al dólar y a la bicicleta financiera, sino que rompen con los puentes trazados por el kirchnerismo. Una vez más la historia y las dos caras del bifronte, fin del ciclo y comienzo de uno nuevo (que es viejo y trillado pero lo “venden” como nuevo y es la cara que ve para atrás) o trabajar e invertir en el presente para un mejor futuro (y es la cara que ve para adelante).

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