Anticipo de respuestas para la nota de mañana de Tuni Kollman en Página 12, respuestas que publicamos completas ya que muy probablemente serán recortadas por motivos de espacio.
Kollman: Quedó instalada
la idea de que hubo mentira en las encuestas en Brasil.
Iba a ganar Marina, no
entró al balotaje. Aecio quedaba fuera del balotage, terminó duplicando los
votos de Marina; Aecio ganaba el ballotage, terminó perdiendo; Dilma ganaba por
6-8 puntos, terminó ganando por 3. ¿Erran las encuestas o cambia la
gente? Esto pasa en el electorado argentino?
López: La gente cambia, las encuestas son falibles, pero la
manipulación de encuestas durante la primera ronda en Brasil fue evidente y
siempre en perjuicio del voto oficialista. El núcleo de la manipulación supuso
inflar las preferencias de voto a Marina Silva para atenuar el efecto Panurgo bajo el formato de voto
útil a favor del PT bajo la percepción de que una parte del voto oficialista (el
menos adherido o periférico) migraría a la candidata del PSB al mostrársela
competitiva.
Con respecto a nuestro país, en estos días tan alejados del
escenario electoral se difunden por los medios –en especial, los opositores–
encuestas que son metodológicamente incorrectas y están dirigidas a impresionar
a la dirigencia política en general, a los gobernadores e intendentes sujetos
de alianzas futuras en particular y en el oficialismo muy especialmente a
impactar sobre la voluntad política de Cristina Kirchner.
Al respecto señalaba Julio Burdman que estas
encuestas “son metodológicamente inválidas, Rodney Barker, politólogo del
London School of Economics, sostiene que la gran mayoría de todas las cosas que
hace la comunidad política (que incluye a una minoría intensa de políticos,
militantes, periodistas, discutidores de política en la mesa familiar y
lectores de El Estadista y otras publicaciones similares) está dirigida a sí
misma.
Que los políticos están permanentemente demostrando autoridad
y poder, pero sólo para impresionar a sus pares, y que recién salen a cazar
votos del gran público en los días previos a las elecciones. Las encuestas que
quieren construir la grilla mucho antes que los partidos también forman parte
de la comunidad política, y están dirigidas a los propios políticos”.
Profundizando la causa de la publicación de estas falsas
encuestas, su impacto busca replicar en su ámbito específico, el electoral, el
fenómeno de la “inercia inflacionaria”. que viene dada por las
expectativas de los distintos agentes económicos, particularmente de aquellos
que fijan precios en sus respectivos mercados.
Si se tiene la apreciación de que la inflación futura va a
ser igual a la pasada, más allá de que hayan desaparecido las causas que la
generaron, los aumentos en salarios y en los precios de la economía se
otorgarán bajo este supuesto y, de este modo, las expectativas de inflación se
validarán, reiniciándose total o parcialmente el ciclo inflacionario.
En el caso de las encuestas falsas, si los que definen
candidaturas, desde “formadores de opinión” hasta los sujetos de alianzas
partidarias territoriales, fijan sus expectativas de acuerdo con los
señalamientos de las encuestas truchas, más allá de su aberración metodológica,
estas expectativas se replicarán en la elección de candidatos y en el armado de
alianzas, con lo que se logrará el efecto buscado: construcción de la
grilla de preferencias mucho antes de que la “opinión pública” ingrese siquiera
en clima electoral.
Este mecanismo central y muy eficaz en la construcción del candidato que básicamente opera sobre la propia dirigencia política y formadores de opinión es el
que denominamos “inercia de preferencias” y es el que buscan inducir hoy con
el festival de encuestas propaladas a un año de las elecciones, donde siempre
se señala como los más “ votados” a los mismos tres candidatos “market
friendly” : Massa, Macri, Scioli.
El ciclo de construcción de preferencias mediante encuestas
se completa con eficacia discreta y ya en el tramo final, más próximo a las elecciones efectivas mediante
el efecto de imitación de grupo, también llamado efecto Panurgo. Es decir, la publicación del resultado de una encuesta,
que muestra a la mayoría apoyando a un candidato, estimula la tendencia a
incrementar la intención de voto hacia él.
Muchas veces el efecto Panurgo
no se reduce a la simple inducción de voto a un solo candidato y asume la
modalidad de inducción al voto útil,
tantas veces observado en el país, en particular en Buenos Aires donde se
invisibiliza el verdadero caudal electoral de una tercera opción, en el caso
bonaerense habitual se aplana el caudal real de la UCR y se induce el voto
polarizando entre las dos fuerzas que se señalan como mayoritarias.
Mecanismos de manipulación tradicionales con encuestas de
opinión y en esta etapa preliminar donde se despliega el de Inercia de Preferencias, resulta particularmente falaz en el caso del candidato
oficialista donde, el espacio del FPV es el que tiene un piso del 33% de los
votos nacionales, más que cualquier candidato por separado
Las claves para que cualquier candidato oficialista resulte
competitivo no es “medir más” un año antes en escenarios imaginarios. Además de
una coyuntura socioeconómica mejorada en especial para los sectores bajos y- medios bajos , los más vulnerables y los atributos diferenciales del
candidato que lo diferencie drásticamente de los opositores, el candidato
oficialista requiere para ser competitivo:
- El respaldo de la Presidenta Cristina Kirchner, la figura de mayor intención de voto del FPV y del país.
- Representar cabalmente al kirchnerismo su pasado y presente sin intentar “diferenciarse” y así apropiarse inicialmente de su notable piso electoral del 33% de los votos nacionales.
Kollman: En las últimas semanas, la imagen positiva de CFK aparece como más alta de lo que parecía. ¿Es cierta esa buena imagen? ¿por qué se da? ¿Es cierta la idea del cambio moderado?
Con respecto a la idea de “cambio moderado”, la lección que deja
Brasil, como la del conjunto de las experiencias latinoamericanas abiertas la
década pasada, es que en esta instancia del desarrollo de los proyectos
nacionales y de cara a su continuidad luego de más de diez años de gestión, la
alternativa electoral más eficaz es polarizar, lejos del cambio moderado (?)que proponen muchos analistas y medios opositores sean o no oficialistas, en
Brasil, pero también en nuestro país.
Fue nuevamente Lula el que en la
campaña de segunda vuelta ocupó el centro de la escena electoral recordando que
frente al proyecto encarnado por Dilma se alzaba su antagónico que proponía el
retorno al pasado neoliberal, la falta de empleo, la ausencia de políticas
sociales.
Dos proyectos muy diferentes en
disputa, uno para minorías ordenado por el FMI, otro para las mayorías
populares, soberano, respetado internacionalmente. Claro y sencillo el mensaje
de Lula que exhortaba a elegir entre dos modelos opuestos al tiempo que advertía
que Brasil no puede retroceder
Este mensaje del líder del PT
finalmente resultó el que logró resolver exitosamente la estricta segunda
vuelta y encaminar al PT a su cuarto turno de gobierno.
Analizados en su clivaje social
los modelos que confrontan obviamente también se polarizan y son los sectores
populares, los nordestinos más vulnerables en la escala social el plexo del
acompañamiento electoral al PT, como también lo son del FPV en nuestro país los
habitantes de los cordones urbanos de los grandes aglomerados, junto a los
sectores medios bajos y bajos del NEA y el NOA.
Así las cosas, los candidatos
deben ser funcionales a esa polarización política y social, bien lejos de
representar la ilusión de competir por el “voto moderado”, o su versión
encuestológica mundana el “votante independiente”, que normalmente es el de los
segmentos medios urbanos que constituyen la “opinión pública-da”, o sea la
clase media editorializada por los medios.
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