11/01/2014

encuestas, manipulación y "cambio moderado"


Anticipo de respuestas para la nota de mañana de Tuni Kollman en Página 12, respuestas que publicamos completas ya que muy probablemente serán recortadas por motivos de espacio.

Kollman: Quedó instalada la idea de que hubo mentira en las encuestas en Brasil. 
Iba a ganar Marina, no entró al balotaje. Aecio quedaba fuera del balotage, terminó duplicando los votos de Marina; Aecio ganaba el ballotage, terminó perdiendo; Dilma ganaba por 6-8 puntos, terminó ganando por 3.   ¿Erran las encuestas o cambia la gente? Esto pasa en el electorado argentino?

López: La gente cambia, las encuestas son falibles, pero la manipulación de encuestas durante la primera ronda en Brasil fue evidente y siempre en perjuicio del voto oficialista. El núcleo de la manipulación supuso inflar las preferencias de voto a Marina Silva para atenuar el efecto Panurgo bajo el formato de voto útil a favor del PT bajo la percepción de que una parte del voto oficialista (el menos adherido o periférico) migraría a la candidata del PSB al mostrársela competitiva.

Con respecto a nuestro país, en estos días tan alejados del escenario electoral se difunden por los medios –en especial, los opositores– encuestas que son metodológicamente incorrectas y están dirigidas a impresionar a la dirigencia política en general, a los gobernadores e intendentes sujetos de alianzas futuras en particular y en el oficialismo muy especialmente a impactar sobre la voluntad política de Cristina Kirchner.

Al respecto señalaba Julio Burdman que estas encuestas “son metodológicamente inválidas, Rodney Barker, politólogo del London School of Economics, sostiene que la gran mayoría de todas las cosas que hace la comunidad política (que incluye a una minoría intensa de políticos, militantes, periodistas, discutidores de política en la mesa familiar y lectores de El Estadista y otras publicaciones similares) está dirigida a sí misma. 

Que los políticos están permanentemente demostrando autoridad y poder, pero sólo para impresionar a sus pares, y que recién salen a cazar votos del gran público en los días previos a las elecciones. Las encuestas que quieren construir la grilla mucho antes que los partidos también forman parte de la comunidad política, y están dirigidas a los propios políticos”.

Profundizando la causa de la publicación de estas falsas encuestas, su impacto busca replicar en su ámbito específico, el electoral, el fenómeno de la “inercia inflacionaria”. que viene dada por las expectativas de los distintos agentes económicos, particularmente de aquellos que fijan precios en sus respectivos mercados.

Si se tiene la apreciación de que la inflación futura va a ser igual a la pasada, más allá de que hayan desaparecido las causas que la generaron, los aumentos en salarios y en los precios de la economía se otorgarán bajo este supuesto y, de este modo, las expectativas de inflación se validarán, reiniciándose total o parcialmente el ciclo inflacionario.

En el caso de las encuestas falsas, si los que definen candidaturas, desde “formadores de opinión” hasta los sujetos de alianzas partidarias territoriales, fijan sus expectativas de acuerdo con los señalamientos de las encuestas truchas, más allá de su aberración metodológica, estas expectativas se replicarán en la elección de candidatos y en el armado de alianzas, con lo que se logrará el efecto buscado: construcción de la grilla de preferencias mucho antes de que la “opinión pública” ingrese siquiera en clima electoral.

Este mecanismo central y muy eficaz en la construcción del candidato que básicamente opera sobre la propia dirigencia política y formadores de opinión es el que denominamos “inercia de preferencias” y es el que buscan inducir hoy con el festival de encuestas propaladas a un año de las elecciones, donde siempre se señala como los más “ votados” a los mismos tres candidatos “market friendly” : Massa, Macri, Scioli.

El ciclo de construcción de preferencias mediante encuestas se completa con eficacia discreta y ya en el tramo final, más próximo a las elecciones efectivas mediante el efecto de imitación de grupo, también llamado efecto Panurgo. Es decir, la publicación del resultado de una encuesta, que muestra a la mayoría apoyando a un candidato, estimula la tendencia a incrementar la intención de voto hacia él.

Muchas veces el efecto Panurgo no se reduce a la simple inducción de voto a un solo candidato y asume la modalidad de inducción al voto útil, tantas veces observado en el país, en particular en Buenos Aires donde se invisibiliza el verdadero caudal electoral de una tercera opción, en el caso bonaerense habitual se aplana el caudal real de la UCR y se induce el voto polarizando entre las dos fuerzas que se señalan como mayoritarias.

Mecanismos de manipulación tradicionales con encuestas de opinión y en esta etapa preliminar donde se despliega el de Inercia de Preferencias, resulta  particularmente falaz en el caso del candidato oficialista donde, el espacio del FPV es el que tiene un piso del 33% de los votos nacionales, más que cualquier candidato por separado

Las claves para que cualquier candidato oficialista resulte competitivo no es “medir más” un año antes en escenarios imaginarios. Además de una coyuntura socioeconómica mejorada en especial para los sectores bajos y- medios bajos , los más vulnerables y los atributos diferenciales del candidato que lo diferencie drásticamente de los opositores, el candidato oficialista requiere para ser competitivo:
  • El respaldo de la Presidenta Cristina Kirchner, la figura de mayor intención de voto del FPV y del país.
  • Representar cabalmente al kirchnerismo su pasado y presente sin intentar “diferenciarse” y así apropiarse inicialmente de su notable piso electoral del 33% de los votos nacionales.

Kollman: En las últimas semanas, la imagen positiva de CFK aparece como más alta de lo que parecía. ¿Es cierta esa buena imagen? ¿por qué se da? ¿Es cierta la idea del cambio moderado?

López: La imagen positiva de Cristina Kirchner y su caudal electoral no son sorprendentes y en rigor no mostraron oscilaciones en el último año, cuando llegó a su actual nivel tras su pico de máxima luego de las elecciones de octubre de 2011, 

Con respecto a la idea de “cambio moderado”, la lección que deja Brasil, como la del conjunto de las experiencias latinoamericanas abiertas la década pasada, es que en esta instancia del desarrollo de los proyectos nacionales y de cara a su continuidad luego de más de diez años de gestión, la alternativa electoral más eficaz es polarizar, lejos del cambio moderado (?)que proponen muchos analistas y medios opositores sean o no oficialistas, en Brasil, pero también en nuestro país.

Fue nuevamente Lula el que en la campaña de segunda vuelta ocupó el centro de la escena electoral recordando que frente al proyecto encarnado por Dilma se alzaba su antagónico que proponía el retorno al pasado neoliberal, la falta de empleo, la ausencia de políticas sociales.

Dos proyectos muy diferentes en disputa, uno para minorías ordenado por el FMI, otro para las mayorías populares, soberano, respetado internacionalmente. Claro y sencillo el mensaje de Lula que exhortaba a elegir entre dos modelos opuestos al tiempo que advertía que Brasil no puede retroceder


Este mensaje del líder del PT finalmente resultó el que logró resolver exitosamente la estricta segunda vuelta y encaminar al PT a su cuarto turno de gobierno.

Analizados en su clivaje social los modelos que confrontan obviamente también se polarizan y son los sectores populares, los nordestinos más vulnerables en la escala social el plexo del acompañamiento electoral al PT, como también lo son del FPV en nuestro país los habitantes de los cordones urbanos de los grandes aglomerados, junto a los sectores medios bajos y bajos del NEA y el NOA.  

Así las cosas, los candidatos deben ser funcionales a esa polarización política y social, bien lejos de representar la ilusión de competir por el “voto moderado”, o su versión encuestológica mundana el “votante independiente”, que normalmente es el de los segmentos medios urbanos que constituyen la “opinión pública-da”, o sea la clase media editorializada por los medios.

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