10/18/2014

encuestas: siga el baile siga el baile al compás del profesor

El satélite dejó su estela en una campaña sin propuestas. El Arsat-1 instaló la ciencia y la tecnología en la agenda política. El Gobierno recogió lo que había sembrado cuando diseñó convocatorias para el retorno de científicos, el programa satelital y de radares, el programa nuclear, la creación de un ministerio y la organización de la feria más popular del país en Tecnópolis y otras medidas que ubican claramente esta cuestión entre sus prioridades y con resultados visibles. Y la oposición otra vez quedó dando vueltas en el vacío.

El Gobierno tiene un programa de hecho, que es el modelo. Los programas no constituyen el único argumento de un partido en campaña, pero son una condición obligatoria. Los políticos de la oposición los evitan porque recortan sus respaldos, por lo cual prefieren las generalidades y las promesas. Tratan de organizar sus discursos según las encuestas. Y no les va bien.

Una encuesta de Graciela Römer dijo que el 70 por ciento quería cambiar todo: desde la política económica hasta las sociales y las de derechos humanos. Otra encuesta posterior de Fidanza dijo que el 40 por ciento quiere continuidad con cambio. Y así van saliendo. Desde los medios opositores o los mismos políticos mandan hacer alguna de estas encuestas y después actúan en función de lo que ellos mismos mandaron recopilar.

En estas encuestas depende de cómo se hacen las preguntas. Todo el mundo quiere estar mejor de lo que está, incluso los kirchneristas. Entonces todos quieren cambiar. Pero la mayoría les tiene miedo a los cambios. Por eso, Rodin hizo El pensador. Entre la continuidad y el cambio, la sociedad sería ese señor sentado que duda y piensa. Las encuestas preparan el clima y también lo miden, o al revés. Y los políticos, sobre todo desde la oposición, sin muchos resultados, tratan de no desorientarse en esa neblina.

Aparece la encuesta de Römer y se oponen a todo, ni siquiera se presentan a discutir en el Parlamento. Clarín publica una lista de las leyes que deben derogar y ellos anuncian que van a derogar las leyes aprobadas “en forma autoritaria” por el kirchnerismo. No se entiende cuál autoritarismo es mayor que decir eso o que ausentarse del recinto porque van a perder la votación. Son actos de violencia política y esencialmente no son democráticos.

Después sale la encuesta de Fidanza y hay que alinearse. Ya no sirve oponerse a todo. Ahora hay que ser selectivo: esta ley sí y aquella no. Hay otra encuesta que afirma que el electorado opositor quiere que sus candidatos se unifiquen para ganar. Y aparecen fórmulas insólitas: derechistas con supuestos izquierdistas, neoliberales con supuestos proestatistas o lo que sea, arrastrando a los socios de estas alianzas detrás de otras alianzas con quienes algunos de ellos han sido visceralmente adversarios. 

Y así, el socialista Hermes Binner sale en defensa de los mercados y las corporaciones y Pino Solanas tiene que aclarar que no será socio de Macri y se barajan dúos como Sanz-Macri, Macri-Sanz, Cobos-Macri, Massa-Gerardo Morales y algunas otras variables que se reproducen hacia abajo en las provincias.

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