3/21/2014

perón y la huelga: karma police



Los maestros están siendo juzgados como delincuentes por los medios, hegemónicos, contra hegemónicos y tibios. Motivo : no poder vivir con 5 lucas!! Qué se creen, y la revolución ya no les interesa?

Frente a estos cuestionamientos, sobrevino la legitimación de la represión legal a la huelga docente acontecida en la provincia de Buenos Aires , ya no por parte de Scioli, cuya postura es intrascendente como guía de acción para el conjunto , sino por muchos que suponen que reprimir la huelga es parte de garatizar el "proyecto" (!), que además se encarnaría en el motonauta (!!). Es oportuno entonces ir al faro y repasar las posiciones de Juan Perón en relación a la huelga.

El objetivo es más allá del episodio puntual  imaginar si su exclusión del texto constitucional del 49 que bien señalara Cristina en su momento respondía a su valoración como derecho superior o , por el contrario, a la cautela por ser eventual fuente de problemas bajo la percepción todopoderosa de " si somos tan buenos, para qué necesitan de la huelga, pavotes". En fin, leamos:


Dentro del grupo de oficiales que orientaba el proceso revolucionario, Perón era su figura más brillante. Empero, a la hora de elegir un cargo, optó por el, hasta ese entonces, oscuro Departamento de Relaciones del Trabajo.

Desde ese ámbito tejió el vínculo con los sindicatos que fue uno de los pilares de su poder político.

Para esa época, los gremios eran predominantemente socialistas o comunistas. En la disputa por sus reivindicaciones no escatimaban las medidas de acción directa.

Perón se lanzó a otorgarles amplias mejoras en las condiciones de trabajo así como también a imponer y vigilar el cumplimiento de varias leyes protectoras que los patrones pasaban por alto.

Empero, simultáneamente con esta política social progresista, estipuló límites precisos a las medidas de fuerza.

Así, los Decretos 15.074/43 y 21.877/44 orientados a jerarquizar con rango de Ministerio a la ignota oficina laboral, contemplaban que esa Autoridad podía declarar la ilegalidad de las huelgas realizadas sin su previa intervención. Va de suyo que la declaración de ilegalidad del paro abría la puerta a los despidos patronales.

Es cierto lo expresado por el trabajador naval Schmid en orden a que durante el primer peronismo hubo conflictos y paros. Lo que no dice el gremialista es que el Gobierno los ilegalizaba con llamativa presteza.

La primera huelga de proporciones -con Perón ya ocupando el sitial presidencial- fue protagonizada por el gremio de la carne. Vaya paradoja, en tanto el líder de ese sindicato era Cipriano Reyes, uno de los hacedores prácticos del “17 de octubre de 1945”.

El paro se declaró ilegal y esa circunstancia marcó un serio distanciamiento entre Perón y Reyes; en especial cuando el último pretendió autonomizar su “Partido Laborista” del conjunto del Movimiento.

Un dato de color: el matutino oficialista Pagina 12 (13/12/11), en nota firmada por Nicolás Llantos explicita que Hugo Moyano “podría renunciar a sus cargos en el PJ (hoy día es vicepresidente segundo del PJ nacional, y presidente del bonaerense) para armar un nuevo partido, el Laborista, enfocado a dar una salida política a dirigentes sindicales.”

A veces, salvando distancias, la historia nos sorprende con estas similitudes.

Retomando el relato, con posterioridad a la vigencia de la Constitución del 49, estalló el mayor conflicto sindical que sufrió el primer peronismo: la huelga ferroviaria.

Perón replicó con inusual dureza: dispuso la movilización militar del personal en paro, de tal forma que quiénes continuaran plegados al mismo sería juzgados por tribunales militares.

Evita, ya enferma (aludimos a enero de 1951), apoyó a su marido recorriendo, incansable, estaciones y talleres con exhortaciones a los obreros a cesar la medida de fuerza.

Veamos ahora cuál fue el temperamento sobre las huelgas del “General Herbívoro” que retornó a la Patria, cubierto de gloria, en 1973.

Fiel a los principios de “LA COMUNIDAD ORGANIZADA”, el líder auspició con énfasis el congelamiento del conflicto bajo la forma de un pacto social entre las organizaciones de cúpula sindicales y empresariales.

La intención era buena, pero una parte de la sociedad argentina -en especial los sectores juveniles peronistas- desbordaba de ansiedad por consumar una transformación radical del país.
Sus tiempos no coincidían con los de Perón. El Pacto naufragó y la pulseada distributiva adquirió perfiles de inusitada violencia.

Ya antes de morir, Perón había otorgado su visto bueno a la que luego fue la ley 20.840, llamada “de Seguridad Nacional” (septiembre de 1974).

Esta norma estaba enderezada a combatir la insurgencia de diferentes grupos que desarrollaban acciones armadas, pero también contenía un artículo orientado a las huelgas. En efecto, el artículo 5to decía:

“Se impondrá presión de uno a tres años a los que luego de declarado ilegal un conflicto laboral por la autoridad competente, instiguen a incumplir las obligaciones impuestas por dicha decisión”.

Como el lector apreciará de esta sintética recopilación de antecedentes, tal como insinuó la Presidenta, Perón no era un entusiasta del derecho de huelga.

Así son las cosas, la huelga nunca fue una herramienta bien observada por el peronismo inaugural en el gobierno, cosa que cambia drasticamente en épocas del peronismo en la resistencia, donde la valoración positiva del paro es habitual en los llamamientos del líder a sus bases, materializando su tradicional valoración pendular de los acontecimientos sociales según las circunstancias políticas. 

Los resultados de este método de resignificación situada típico de Perón- y ay! otros discípulos algunos antiperonistas-  , no culminaron de manera adecuada, donde el pendular Perón buscaba síntesis a mediados de los setenta , se encontró con un tiroteo , por lo que el método de resignificación situada podría revisarse sin demasiado atentado a "la doctrina".

Se puede ser peronista y apoyar la huelga docente, digamos , aunque Scioli se enoje. Sobreviviremos al berrinche motonaútico.

Demás está decir que esta utilización binorma peroniana de la valoración de la huelga , no desmerece la proyección histórica del movimiento y los logros objetivos de su gestión, tanto en los notables avances en materia social, como en la incorporación a la política del sector más humilde de la población biri biri biri.

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