2/05/2014

reservas I: salida del default


Un grupo de países acreedores de la Argentina se manifestó conforme con la oferta de reestructuración que presentó dos semanas atrás el Gobierno al Club de París por la deuda que permanece en default desde 2001.  El plan de pagos, según revelaron a BAE Negocios fuentes diplomáticas, consiste en un monto inicial de u$s2.000 millones dentro del año posterior a la firma del acuerdo, al que seguirían cuotas anuales a cubrir en un plazo de cinco años, en función del flujo de divisas que ingrese entretanto al país. El entendimiento con el Club es uno de los requisitos que exigen los bancos para reactivar el crédito internacional en dólares para el Estado y compensar la caída de reservas del Banco Central de los últimos dos años.

Tal como informó este diario en su panorama semanal del 27 de diciembre pasado,  el Gobierno reformuló en las últimas semanas de 2013 su oferta al Club, que por primera vez considero que los delegados argentinos se estaban “tomando en serio” las tratativas para la regularización de la deuda, estimada en u$s9.000 millones entre capital e intereses caídos. El 20 de enero, el ministro de Economía, Axel Kicillof, viajó a la capital gala y comentó que su encuentro con los representantes de los acreedores había sido “muy positivo”. Pero la vocera del Club, Clotilde L’Angevin, aclaró que las negociaciones “no comenzaron formalmente” y que era “demasiado temprano” para responder a la propuesta argentina.

Tras la visita de Kicillof, los acreedores se reunieron en privado y ambas partes mantuvieron un total hermetismo ante la prensa. Pero en ese encuentro, según las fuentes diplomáticas consultadas, los enviados de un grupo de países consideraron que la oferta era aceptable. Fueron los enviados de Alemania, Italia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos.

Otros gobiernos acreedores, como el de Japón, se mostraron indiferentes. Más duros fueron los gobiernos de Holanda y España, que figuran entre los principales acreedores. La deuda con el Club de París tiene origen mayoritariamente en créditos que pidió la última dictadura a empresas europeas para armas (que en algunos casos ni siquiera llegaron) y obras de infraestructura (que, como un gasoducto faraónico, tampoco se llevaron a cabo), pero también figuran allí créditos que extendió Madrid en plena crisis de la convertibilidad.

Según las fuentes de los países acreedores, la oferta argentina consiste en:

- Reconocer el total de la deuda sin quitas sobre el valor presente, más allá del debate sobre el monto efectivamente adeudado (“conciliación”, en la jerga técnica) entre capital e intereses.
- Pagar todo en un plazo máximo de 5 años desde la firma del acuerdo, o en menos tiempo en caso de que las empresas con sede en los países acreedores traigan dólares al país.
- Hacer un pago inicial de u$s2.000 millones dentro del año posterior a la firma del acuerdo. Sería la única cuota a cubrir por Cristina Kirchner.
- Cancelar el remanente en cuotas anuales, la primera de las cuales debería girarse dentro del año posterior al primer pago.

El monto de las cuotas, a su vez, dependería de las inversiones privadas que destrabe el acuerdo por parte de compañías radicadas en los países acreedores. Pero a diferencia de lo que había propuesto el Gobierno a fines del año pasado, el pago no se concretaría a través de un fideicomiso en Londres a constituirse con esas divisas sino directamente a los gobiernos de esas naciones. Otro cambio importante respecto de ofertas anteriores es que los giros se harían en función del monto que reclama cada una y no de los dólares que ingresen desde cada una, como quería inicialmente Kicillof.

Escudados en el pedido de reserva que hizo el propio Club, en el Palacio de Hacienda se negaron a confirmar ni desmentir el contenido de la propuesta. Desde el Gobierno sólo dijeron a BAE Negocios que “el proceso continúa” y que “no hay rechazo de los acreedores, porque si hubiera un factor que afectara un eventual acuerdo, las discusiones se cortarían”.

El entendimiento, admiten en el Gobierno, es imprescindible para volver a tomar deuda (ver aparte). Pero el pliego de condiciones de los mercados internacionales no se termina allí. Con el Club, además, uno de los escollos que resta salvar es si el FMI retomará sus supervisiones periódicas de la economía local, que el Club reclama como garantía y a lo cual el Gobierno se negó hasta ahora.

El objetivo: u$s 10.000 millones antes de fin de año

El Ministerio de Economía busca volver a emitir deuda este año para reforzar las alicaídas reservas del Banco Central, que perdieron u$s2.499 millones sólo durante enero y que no frenaron su desplome con la devaluación de hace diez días. Para hacerlo, empezó a sondear a bancos nacionales y extranjeros que podrían acercar ofertas de fondos de inversión que en los últimos años se mantuvieron lejos de la Argentina, pero que aceptarían volver a prestarle en caso de que se cumplan una serie de condiciones. Una de ellas, el meneado acuerdo con el Club de París.

Hasta el año pasado, la idea de cerrar un entendimiento con el Club apuntaba a reactivar los créditos subsidiados y ayudas que los gobiernos de Europa, Japón y Estados Unidos otorgan a sus multinacionales para hacer negocios en otros países. Esos créditos, por el default, estaban vedados para emprendimientos en Argentina. Pero en rigor, las mismas empresas habían cortado sus inversiones por la crisis que azota a esos países desde 2008. Ahora la meta es otra: reabrir la canilla del crédito estrictamente financiero para intentar devolver confianza a los inversores en que el Gobierno no se verá forzado a devaluar todavía más el peso.

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