Por Alejandro Robba
Con la oposición mediática y política intentando marcar la agenda post electoral, instalando la urgente necesidad de cambiar hombres y políticas, la presidenta –una vez más– "engañó a extraños" y tranquilizó a los propios, moviendo el tablero para el lado de la justicia (social).
En un regreso más esperado que el Mundial de Brasil, Cristina Fernández de Kirchner anunció movimientos en el gabinete que apuntan a reforzar la sustentabilidad política del gobierno con miras a 2015 y, al mismo tiempo, a amalgamar un equipo económico para esta nueva etapa.
En efecto, a partir del staff de funcionarios que ya venían trabajando en el área, se reformularon tareas y cargos con el objetivo de sostener una visión común respecto a las medidas necesarias para esta nueva etapa.
En realidad, profundizar en esta fase significa, sin lugar a dudas, trabajar simultáneamente en las dificultades de la coyuntura y en los desafíos de largo plazo. Y esto fue expresado claramente por la Presidenta en su discurso desde los balcones internos de la Casa Rosada. Allí marcó claramente la agenda económica para los próximos años. Habló de "seguir profundizando, avanzando y mejorando" este proyecto político, enfatizando como objetivos estratégicos "la industria nacional, la innovación tecnológica y más educación" con el objetivo de generar así más valor agregado para nuestros productos y servicios. Sobre el tema productividad-competitividad rescató la recuperación de Aerolíneas Argentinas y de YPF.
Resaltó el alto nivel de inversiones que el Estado nacional está haciendo en los trenes urbanos y dejó picando que ahora "vamos por la reconstrucción del transporte ferroviario de cargas y de las vías navegables". Respecto a la coyuntura, reconoció que "hay que mejorar" para evitar el "estrangulamiento del sector externo", es decir, se tomarán medidas para ensanchar el superávit comercial y dejó abierta la puerta a la llegada de más inversiones externas, principalmente, en el sector energético.
Buceando entrelíneas, y como otra línea de la nueva política económica de cara al diálogo con empresarios y trabajadores, la presidenta afirmó que YPF era "la empresa que más ganancias dio, y eso sucede porque está reinvirtiendo todo lo que gana": ¡Teléfono para los empresarios! Como corolario también resaltó que profundizar significa incluir cada vez a más argentinos, es decir, no significa sólo crecer, mejorar la productividad y la competitividad, sino que se debe asegurar que los frutos de esas mejoras en términos de empleo y de ingresos, sean distribuidos en forma equitativa entre toda la población.
Respecto a la inclusión, el dato económico más importante de la semana ha sido la caída del desempleo al 6,8%, el punto más bajo –junto al de fines de 2011– en 21años. Una breve historia de este indicador nos dice que partimos del 20,4% a principios de 2003 y tuvieron que pasar cuatro años para que el desempleo se ubicara por debajo del 10 por ciento. En efecto, recién en diciembre de 2006 se llega al 8,6% y desde esa fecha hasta nuestros días –pasaron 28 trimestres– el principal indicador de inclusión social, y meta fundacional de este modelo, se mantiene por debajo de los 2 dígitos y con tendencia declinante.
La segunda noticia relevante de la semana ha sido la continuidad de la convocatoria oficial a la mesa de diálogo con sindicalistas y empresarios. En este punto, la agenda incluirá la coyuntura (precios y salarios) pero también el largo plazo (inversión, innovación, empleo y productividad), en clave con el programa descripto por la presidenta de la Nación.
Respecto a los precios, la única forma de cuidar la mesa de los argentinos –tener alimentos suficientes, de calidad y baratos– es "analizar las cadenas de valor", subterfugio que se emplea para decir que la idea es controlar los precios no en boca del supermercado sino verificando estructuras de costos y conteniendo las tasas de ganancias que se aplican sobre ellos. Todos sabemos que los tiempos en que crecían salarios y ganancias al mismo tiempo han llegado a su fin y ahora, los beneficios empresariales deben tender hacia los menores niveles que existen en los países desarrollados, países donde estos sectores habitualmente vacacionan y ponderan como ejemplos a seguir.
En cuanto a los lineamientos estratégicos que marca la Presidenta, los mismos sólo pueden ser llevados adelante conduciendo los intereses diversos que se explicitan en estos encuentros y donde el sendero de la puja distributiva debe ser capaz de sostener la mejora del empleo y de los salarios reales, bajar la informalidad y, al mismo tiempo, promover la inversión y la innovación tecnológica privada. La política económica debe seguir basándose en una macroeconomía sólida que impulse el mercado interno, pero el desafío es apalancar ese proceso con una fuerte política industrial que amplíe los límites de la capacidad instalada actual.
En una palabra, desde 2003 se dejó de lado un modelo basado en la valorización financiera del capital y en servicios de bajo valor agregado para ir hacia otro donde el crecimiento es impulsado por los sectores productores de bienes industriales y agropecuarios.
La vuelta de la restricción externa nos muestra que no ha sido suficiente el cambio de patrón hacia la producción de bienes y se deben redefinir el tipo de industrialización y las políticas de fomento hacia determinados sectores, ramas y aún a nivel de empresas, siempre que aseguren empleo, inversión, innovación, sustitución de importaciones y mayores exportaciones. En este sentido, la única forma de tener éxito es explicitar tanto los instrumentos de apoyo (zanahorias) como las metas (palos) que deben cumplir las empresas. Si las últimas no se cumplen, game over: se terminan las zanahorias.
Por el lado del sector público, la planificación del desarrollo impone efectuar un shock de inversión pública. El reto se encuentra en duplicar su participación en el PBI en cinco años, priorizando en energía, transporte y logística. El otro desafío lo tiene la política monetaria y financiera, poniendo en régimen todos los instrumentos que le otorgó al BCRA su nueva carta orgánica y a la CNV (Comisión Nacional de Valores), la nueva ley de mercado de capitales, con el objetivo de redireccionar el crédito hacia la inversión productiva y de profundizar la creación de opciones que promuevan el ahorro de instrumentos en pesos representativos de nuevas inversiones en el sector real de la economía.
Por último, y en esto del regreso del Estado atendiendo la regulación de los mercados y la planificación de la economía, un párrafo aparte para la salida de Guillermo Moreno del equipo económico. Más allá de las acciones y políticas que llevó adelante –con suertes varias–, el "polémico" funcionario cumplió una función importante a la hora de plantarse representando los intereses de las mayorías en su relación con los sectores económicos y mediáticos concentrados, e imponer la autoridad estatal. Antes de su gestión –y es esto lo que verdaderamente molesta– estos sectores, sintiéndose los dueños del país, "felpudiaban" a todos los funcionarios que intentaron controlarlos y Moreno demostró que con honestidad y convicciones se puede acordar, regular y controlar a sectores poderosos sin tener que arrodillarse. Institucionalizar y profundizar estas acciones sí, retroceder jamás.
Con la oposición mediática y política intentando marcar la agenda post electoral, instalando la urgente necesidad de cambiar hombres y políticas, la presidenta –una vez más– "engañó a extraños" y tranquilizó a los propios, moviendo el tablero para el lado de la justicia (social).
En un regreso más esperado que el Mundial de Brasil, Cristina Fernández de Kirchner anunció movimientos en el gabinete que apuntan a reforzar la sustentabilidad política del gobierno con miras a 2015 y, al mismo tiempo, a amalgamar un equipo económico para esta nueva etapa.
En efecto, a partir del staff de funcionarios que ya venían trabajando en el área, se reformularon tareas y cargos con el objetivo de sostener una visión común respecto a las medidas necesarias para esta nueva etapa.
En realidad, profundizar en esta fase significa, sin lugar a dudas, trabajar simultáneamente en las dificultades de la coyuntura y en los desafíos de largo plazo. Y esto fue expresado claramente por la Presidenta en su discurso desde los balcones internos de la Casa Rosada. Allí marcó claramente la agenda económica para los próximos años. Habló de "seguir profundizando, avanzando y mejorando" este proyecto político, enfatizando como objetivos estratégicos "la industria nacional, la innovación tecnológica y más educación" con el objetivo de generar así más valor agregado para nuestros productos y servicios. Sobre el tema productividad-competitividad rescató la recuperación de Aerolíneas Argentinas y de YPF.
Resaltó el alto nivel de inversiones que el Estado nacional está haciendo en los trenes urbanos y dejó picando que ahora "vamos por la reconstrucción del transporte ferroviario de cargas y de las vías navegables". Respecto a la coyuntura, reconoció que "hay que mejorar" para evitar el "estrangulamiento del sector externo", es decir, se tomarán medidas para ensanchar el superávit comercial y dejó abierta la puerta a la llegada de más inversiones externas, principalmente, en el sector energético.
Buceando entrelíneas, y como otra línea de la nueva política económica de cara al diálogo con empresarios y trabajadores, la presidenta afirmó que YPF era "la empresa que más ganancias dio, y eso sucede porque está reinvirtiendo todo lo que gana": ¡Teléfono para los empresarios! Como corolario también resaltó que profundizar significa incluir cada vez a más argentinos, es decir, no significa sólo crecer, mejorar la productividad y la competitividad, sino que se debe asegurar que los frutos de esas mejoras en términos de empleo y de ingresos, sean distribuidos en forma equitativa entre toda la población.
Respecto a la inclusión, el dato económico más importante de la semana ha sido la caída del desempleo al 6,8%, el punto más bajo –junto al de fines de 2011– en 21años. Una breve historia de este indicador nos dice que partimos del 20,4% a principios de 2003 y tuvieron que pasar cuatro años para que el desempleo se ubicara por debajo del 10 por ciento. En efecto, recién en diciembre de 2006 se llega al 8,6% y desde esa fecha hasta nuestros días –pasaron 28 trimestres– el principal indicador de inclusión social, y meta fundacional de este modelo, se mantiene por debajo de los 2 dígitos y con tendencia declinante.
La segunda noticia relevante de la semana ha sido la continuidad de la convocatoria oficial a la mesa de diálogo con sindicalistas y empresarios. En este punto, la agenda incluirá la coyuntura (precios y salarios) pero también el largo plazo (inversión, innovación, empleo y productividad), en clave con el programa descripto por la presidenta de la Nación.
Respecto a los precios, la única forma de cuidar la mesa de los argentinos –tener alimentos suficientes, de calidad y baratos– es "analizar las cadenas de valor", subterfugio que se emplea para decir que la idea es controlar los precios no en boca del supermercado sino verificando estructuras de costos y conteniendo las tasas de ganancias que se aplican sobre ellos. Todos sabemos que los tiempos en que crecían salarios y ganancias al mismo tiempo han llegado a su fin y ahora, los beneficios empresariales deben tender hacia los menores niveles que existen en los países desarrollados, países donde estos sectores habitualmente vacacionan y ponderan como ejemplos a seguir.
En cuanto a los lineamientos estratégicos que marca la Presidenta, los mismos sólo pueden ser llevados adelante conduciendo los intereses diversos que se explicitan en estos encuentros y donde el sendero de la puja distributiva debe ser capaz de sostener la mejora del empleo y de los salarios reales, bajar la informalidad y, al mismo tiempo, promover la inversión y la innovación tecnológica privada. La política económica debe seguir basándose en una macroeconomía sólida que impulse el mercado interno, pero el desafío es apalancar ese proceso con una fuerte política industrial que amplíe los límites de la capacidad instalada actual.
En una palabra, desde 2003 se dejó de lado un modelo basado en la valorización financiera del capital y en servicios de bajo valor agregado para ir hacia otro donde el crecimiento es impulsado por los sectores productores de bienes industriales y agropecuarios.
La vuelta de la restricción externa nos muestra que no ha sido suficiente el cambio de patrón hacia la producción de bienes y se deben redefinir el tipo de industrialización y las políticas de fomento hacia determinados sectores, ramas y aún a nivel de empresas, siempre que aseguren empleo, inversión, innovación, sustitución de importaciones y mayores exportaciones. En este sentido, la única forma de tener éxito es explicitar tanto los instrumentos de apoyo (zanahorias) como las metas (palos) que deben cumplir las empresas. Si las últimas no se cumplen, game over: se terminan las zanahorias.
Por el lado del sector público, la planificación del desarrollo impone efectuar un shock de inversión pública. El reto se encuentra en duplicar su participación en el PBI en cinco años, priorizando en energía, transporte y logística. El otro desafío lo tiene la política monetaria y financiera, poniendo en régimen todos los instrumentos que le otorgó al BCRA su nueva carta orgánica y a la CNV (Comisión Nacional de Valores), la nueva ley de mercado de capitales, con el objetivo de redireccionar el crédito hacia la inversión productiva y de profundizar la creación de opciones que promuevan el ahorro de instrumentos en pesos representativos de nuevas inversiones en el sector real de la economía.
Por último, y en esto del regreso del Estado atendiendo la regulación de los mercados y la planificación de la economía, un párrafo aparte para la salida de Guillermo Moreno del equipo económico. Más allá de las acciones y políticas que llevó adelante –con suertes varias–, el "polémico" funcionario cumplió una función importante a la hora de plantarse representando los intereses de las mayorías en su relación con los sectores económicos y mediáticos concentrados, e imponer la autoridad estatal. Antes de su gestión –y es esto lo que verdaderamente molesta– estos sectores, sintiéndose los dueños del país, "felpudiaban" a todos los funcionarios que intentaron controlarlos y Moreno demostró que con honestidad y convicciones se puede acordar, regular y controlar a sectores poderosos sin tener que arrodillarse. Institucionalizar y profundizar estas acciones sí, retroceder jamás.
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