Por
Fernando Del Corro (*)
Corría el verano de 1988 cuando el
entonces ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, Rodolfo Terragno,
anunció su plan de privatizaciones que incluía a la empresa Segba (Servicios
Eléctricos del Gran Buenos Aires) y a Aerolíneas Argentina de la cual la mitad
de su paquete accionario había sido ya negociado, a priori, con la nórdica
Scandinavian Carlines Sistema (SAS). La oposición parlamentaria del peronismo
lo impidió pero un año y poco más siendo ya presidente Carlos Saúl Menem
comenzó la liquidación del estado empresario precisamente por esas dos
empresas.
Curiosamente, en 1975, siendo Antonio
Francisco Cafiero el ministro de Economía de María Estela Martínez la empresa
de aeronavegación de bandera había servido para una negociación piloto de
pasivos al aceptarse que para cualquier problema que surgiera en adelante debía
recurrirse a los tribunales de la ciudad de Nueva York. Todo un preludio de lo
que iba a suceder tres lustros más tarde.
A lo largo del período menemista de
gobierno se fueron privatizando las diferentes empresas públicas comenzando por
las dos mencionadas, siendo dividida Segba en las actuales Edesur y Edenor. Fue
pasando el tiempo y cuando esa gestión llevaba casi nueve años, el 24 de marzo
de 1997, se concretó la última privatización, la de Encotesa con lo cual la
Argentina fue uno de los pocos países del mundo en pasar su correo a manos
privadas, en este caso a favor del grupo Socma liderado por Franco Macri.
Curiosamente la última de la que se
desprendió el estado nacional fue la primera que recuperó, el 19 de noviembre
de 2003 a pocos meses de asumir como presidente Néstor Carlos Kirchner. La
argumentación para ello fue que la concesionaria, a lo largo de algún tiempo
había incumplido con el pago de un canon
semestral de 51 millones de pesos. Inicialmente la misma cantidad de
dólares estadounidenses. La refundación del Correo Argentino se concretó por un
decreto suscripto por el jefe del Estado.
En su primer ejercicio completo, el de
2004, bajo la presidencia del ex diputado nacional cordobés Eduardo Román Di
Cola la firma reestatizada arrojó un superávit del orden de los $ 100 millones
mostrando que con una correcta administración lejos de la corrupción una
empresa pública puede ser eficiente y superavitaria.
El Correo fue el punto de partida para
nuevas recuperaciones por parte del Estado Nacional de firmas privatizadas
durante la década menemista como fueron los casos de Aguas Argentinas, hoy
Aysa; Aerolíneas Argentinas y otras, de las cuales la más reciente fue
Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Correo Argentino, aunque no se
visualizada como tal, es la empresa pública más grande del país con más de mil
bocas de atención al público y de 13.000 empleados y la que tiene mayor
presencia en todo el territorio nacional con capacidad logística para prestar
un servicio postal imprescindible para toda la sociedad.
Di Cola solía decir que la
reestatización del Correo fue, como hecho simbólico, una suerte de equivalente
del descuelgue del cuadro de Jorge Rafael Videla para el avance de las
investigaciones y juzgamientos de las violaciones de los derechos humanos.
(*) Periodista y docente en la
Facultad de Ciencias Económicas y en la Facultad de Derecho de la Universidad
de Buenos Aires; en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales; y en
otros centros de enseñanza superior.
1 comentario:
No comprendo como alguien puede creer que los controles vía estatización pueden dar rédito cuando la experiencia demuestra que son el origen de la corrupción. Entiendo que esto es un contrasentido y que una excepción como la que se cuenta es la que confirma la regla. Paulus7.
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