11/22/2013

década ganada: : a 10 años de la reestatización del correo argentino




Por Fernando Del Corro (*)
           
Corría el verano de 1988 cuando el entonces ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación, Rodolfo Terragno, anunció su plan de privatizaciones que incluía a la empresa Segba (Servicios Eléctricos del Gran Buenos Aires) y a Aerolíneas Argentina de la cual la mitad de su paquete accionario había sido ya negociado, a priori, con la nórdica Scandinavian Carlines Sistema (SAS). La oposición parlamentaria del peronismo lo impidió pero un año y poco más siendo ya presidente Carlos Saúl Menem comenzó la liquidación del estado empresario precisamente por esas dos empresas.

          Curiosamente, en 1975, siendo Antonio Francisco Cafiero el ministro de Economía de María Estela Martínez la empresa de aeronavegación de bandera había servido para una negociación piloto de pasivos al aceptarse que para cualquier problema que surgiera en adelante debía recurrirse a los tribunales de la ciudad de Nueva York. Todo un preludio de lo que iba a suceder tres lustros más tarde.

          A lo largo del período menemista de gobierno se fueron privatizando las diferentes empresas públicas comenzando por las dos mencionadas, siendo dividida Segba en las actuales Edesur y Edenor. Fue pasando el tiempo y cuando esa gestión llevaba casi nueve años, el 24 de marzo de 1997, se concretó la última privatización, la de Encotesa con lo cual la Argentina fue uno de los pocos países del mundo en pasar su correo a manos privadas, en este caso a favor del grupo Socma liderado por Franco Macri.

          Curiosamente la última de la que se desprendió el estado nacional fue la primera que recuperó, el 19 de noviembre de 2003 a pocos meses de asumir como presidente Néstor Carlos Kirchner. La argumentación para ello fue que la concesionaria, a lo largo de algún tiempo había incumplido con el pago de un canon  semestral de 51 millones de pesos. Inicialmente la misma cantidad de dólares estadounidenses. La refundación del Correo Argentino se concretó por un decreto suscripto por el jefe del Estado.

          En su primer ejercicio completo, el de 2004, bajo la presidencia del ex diputado nacional cordobés Eduardo Román Di Cola la firma reestatizada arrojó un superávit del orden de los $ 100 millones mostrando que con una correcta administración lejos de la corrupción una empresa pública puede ser eficiente y superavitaria.

          El Correo fue el punto de partida para nuevas recuperaciones por parte del Estado Nacional de firmas privatizadas durante la década menemista como fueron los casos de Aguas Argentinas, hoy Aysa; Aerolíneas Argentinas y otras, de las cuales la más reciente fue Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Correo Argentino, aunque no se visualizada como tal, es la empresa pública más grande del país con más de mil bocas de atención al público y de 13.000 empleados y la que tiene mayor presencia en todo el territorio nacional con capacidad logística para prestar un servicio postal imprescindible para toda la sociedad.

          Di Cola solía decir que la reestatización del Correo fue, como hecho simbólico, una suerte de equivalente del descuelgue del cuadro de Jorge Rafael Videla para el avance de las investigaciones y juzgamientos de las violaciones de los derechos humanos.

          (*) Periodista y docente en la Facultad de Ciencias Económicas y en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; en la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales; y en otros centros de enseñanza superior.

1 comentario:

Paulus7 dijo...

No comprendo como alguien puede creer que los controles vía estatización pueden dar rédito cuando la experiencia demuestra que son el origen de la corrupción. Entiendo que esto es un contrasentido y que una excepción como la que se cuenta es la que confirma la regla. Paulus7.