Tras las primarias de agosto y con vistas a las elecciones legislativas, la Presidenta ha tomado algunas decisiones notorias, entre las que se destaca la suba del mínimo no imponible de ganancias y el sinceramiento de algunos problemas que preocupan al electorado, como las subas de precios, la inseguridad o el déficit energético. Este conjunto de opciones recuerda, por su ciclicidad, a la “sintonía fina” posterior a las elecciones de 2011, que persiguió el objetivo de reajustar dispositivos del modelo para alcanzar ciertas metas macro.
Aquella sintonía fina no se había propuesto reformular el modelo. Hay que distinguir entre reajustes políticos y revisiones programáticas. El kirchnerismo asumió un fuerte compromiso con sus políticas, y no le resulta fácil revisarlas o adaptarlas; el período ventana son las elecciones.
No hay, sin embargo, una discusión de modelos claramente explicitada en el campo de las ideas. Hay poco debate dentro del kirchnerismo acerca del futuro: su principal producción es la reivindicación de lo ya realizado. Y tampoco se discute demasiado en el campo opositor.
Pero lo interesante es que, a pesar de la pobreza del debate, políticamente se están perfilando diferentes escenarios, con sus correspondientes opciones de política pública. Hay un camino de continuidad, otro de cambio, y una vía intermedia. Faltan los contenidos. El plano de la política, que proporciona los marcos, parece ir más rápido que el plano de los programas y las ideas.
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