La combinación de fenómenos de coyuntura (político - organizativa en los territorios) y estructura (modalidad de resolución de conflictos, "agenda pendiente", etc.) diseña el campo de análisis sobre lo sucedido en las PASO , al menos al interior de un sector del oficialismo .
Aún sin haber perdido las primarias, el kirchnerismo ha sufrido el resultado de las PASO como un shock electoral negativo. Lo que estaba en juego en esta instancia, recordemos, mucho tenía que ver con las expectativas y la proyección futura de la corriente oficialista; haber perdido en la provincia de Buenos Aires contra Sergio Massa, tiene más significados simbólicos que implicancias institucionales.
No obstante, el kirchnerismo parece decidido a tratar de mejorar sus resultados en octubre. Su primera reacción kirchnerista fue la subestimación del resultado, pero con el pasar de los días comenzó un debate interno para evaluar qué se hizo mal. Con dos agendas simultáneas.
La primera es la preocupación por la baja motivación de algunos de sus jefes locales. En ciertos distritos, se dice, determinados intendentes y gobernadores no se comprometieron con las listas del Frente para la Victoria ni movilizaron lo suficiente; algunos de ellos no sentían a las listas como propias.
La otra agenda pasa por reconocer que se perdieron muchos votos por insatisfacción con la situación económica, y analizar qué medidas puede tomar el gobierno para recuperarlos antes de octubre. Mientras que la primera agenda se conversa a puertas cerradas, la segunda cobró estado público.
La reunión que, días atrás, mantuvo Cristina Kirchner con representantes del empresariado, los bancos y los sindicatos en Río Gallegos, que excluyó a las expresiones más opositoras como AEA, el moyanismo y los representantes del campo, abrió el debate sobre qué hacer. En general, la preocupación planteada por la Presidenta alude a cómo equilibrar fiscalmente cualquier decisión con efectos distributivos.
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