Al conocido informe de Banco Mundial se sucedió este otro del Observatorio Económico del BBVA que leímos oportunamente, ambos respecto a la evolución reciente de la estructura social argentina, estratificada por ingresos.,
La duplicación de la clase media argentina consolidó una estructura social donde según el informe del BBVA, el 54% de los residentes lo hacen en hogares de ingresos medios.
Para establecer comparaciones, La Jornada de México, ofrece una interesante descripción de la estructura social mexicana que leemos:
A través de una investigación
iniciada hace dos años para contabilizar a la “clase media” del
país, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) encontró que esta capa de la población está constituida por 12.3
millones de hogares, 42.4 por ciento de los existentes en el país,
los cuales están integrados por 44 millones de personas que
representan 39.2 por ciento de la población nacional.
Elaborada con base en los resultados de
la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares
correspondiente a los años de 2000 y 2010, la investigación
clasifica en tres “clases” la estructura social mexicana y de
paso exhibe su profunda inequidad.
Así, la estructura social está
conformada por una “clase alta”, constituida por alrededor de un
millón 350 mil habitantes, quienes representan 1.7 por ciento de la
población nacional; “la clase media” constituida por unos 44
millones de habitantes, y la “clase baja”, de la que forma parte
59.1 por ciento de la población, es decir, más de 66 millones 300
personas al término de la primera década del siglo veintiuno.
Los resultados del estudio, que aporta
nuevos elementos al análisis de la sociedad, indican que por cada
persona de “clase alta” que vive en México hay 49 de “clase
baja” en los dos extremos de la estructura social mexicana.
Establece también diferencias
conceptuales entre pobreza y “clase baja”. La primera, define,
“más que constituir una clase social en sí misma, es una
condición que puede presentarse con mayor probabilidad para la clase
baja”, pero no son lo misma.
La “clase baja”, precisa, es un
“segmento heterogéneo pero estable estadísticamente hablando, en
el que se presentan distintas situaciones de previsión frente a la
adversidad, de cercanía a los mecanismos de protección del Estado y
de pertenencia a redes de solidaridad grupal”.
Por lo que respecta a su tema central,
la investigación del Inegi descubrió que en el ámbito urbano 47
por ciento de la población es de “clase media”, mientras que en
el rural, es decir localidades de menos de 15 mil habitantes, esa
proporción se reduce a 26 por ciento. O sea que unos 33 millones de
clasemedieros son citadinos y 11 millones, campiranos.
El estudio del Inegi de 2010 para contabilizar
a la clase media en México considera que un hogar promedio de este
tipo cuenta al menos con una computadora, gasta 4 mil 400 pesos en consumir alimentos y bebidas fuera de casa al trimestre; uno
de sus integrantes está inserto en el ámbito formal de empleo,
principalmente en el sector privado; quien lo encabeza tiene
educación media superior, su estado civil es casado; está compuesto
de 4 integrantes y los hijos asisten a escuelas públicas.
Además, para el acceso a la propiedad
de una casa, un hogar de clase media “depende más de los créditos
de interés social y/o recursos familiares que del crédito comercial
bancario”.
De carácter exploratorio, el estudio
del Inegi para contabilizar a la “clase media” en México ha
comprendido siete etapas, da prioridad al gasto per cápita sobre el
ingreso como criterio de clasificación, utiliza 17 indicadores
cualitativos y en su aproximación utiliza la herramienta de
estratificación multivaiable desarrollada por el propio organismo.
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