Leemos en Analytica la evolución de otra herramienta que apuntala el crecimiento sostiene el empleo y el consumo: El crédito
La expansión del crédito es una de las apuestas fuertes del gobierno
para sostener la actividad económica. En un contexto en el que las
ganancias se comprimen, el fondeo es una pieza clave para estimular la
inversión.
En abril el crédito a las empresas creció 26,7% i.a. en términos
reales (neto de inflación real). Para hallar un performance similar hay
que retrotraerse a junio de 2006, cuando la economía crecía
vigorosamente. El principal impulso es el aumento de los documentos que
promedió +25% i.a. entre diciembre y abril mientras los adelantos en
cuenta corriente subieron 20% i.a., siempre en términos reales.
Las razones que explican el boom crediticio son múltiples. En primer
lugar, las distintas líneas impulsadas desde el gobierno les permiten a
las empresas fondearse a tasas reales negativas. El BCRA obligó desde
mediados del año pasado a los bancos a prestar al menos 5% del total de
sus depósitos privados al sector productivo, siendo las PyMEs
destinatarias de la mitad de ese nuevo fondeo. Para 2013 la tasa anual
fija se ubicó en 15,25%, lo que implica un costo financiero total
cercano a 19%. Considerando los actuales niveles de inflación, fondearse
al 19% durante tres años resulta muy atractivo.
De hecho, la
participación de las Pymes en el total de los préstamos a las empresas,
que representaba 25% en 2010, ya alcanza 30%.
Además, las grandes empresas (y en menor medida las PyMes) habían
sido beneficiadas previamente con los préstamos del Bicentenario, que
tienen una tasa fija anual del 9,9% en pesos y suman más de $4.500 M.
Las restricciones al giro de utilidades de las empresas extranjeras,
paradójicamente, también generan incentivos en el corto plazo. Con
ganancias en pesos, se encuentran en una disyuntiva; no pueden comprar
dólares y atesorarlos hasta que se vuelva a permitir transferir las
utilidades y tampoco les conviene perder poder de compra manteniendo los
saldos líquidos en cuenta corriente. En consecuencia en un país en el
que la demanda sigue creciendo, aunque a menores tasas, ampliar la
capacidad productiva parece una solución lógica. Más aún si una parte de
esa inversión puede financiarse a tasas reales negativas.
La expansión del crédito de las PyMEs se explica, entre otros
factores, por la necesidad de sostener el crecimiento en un contexto de
menores márgenes de rentabilidad. Ante esta situación la incorporación
de nuevas máquinas y equipos permite incrementar la producción y
recuperar competitividad. La disponibilidad de financiamiento a tasas
negativas en términos reales y los cambios normativos han permitido que
las PyMEs vuelvan a ser sujetos activos de crédito.
La compra de máquinas y equipos también tiene otra motivación: las
expectativas sobre el tipo de cambio. Se instaló la percepción de que el
tipo de cambio oficial está barato y, en consecuencia, las
importaciones de bienes de capital (inversión) resulta ¨subsidiada”. De
hecho en el primer cuatrimestre del año las cantidades importadas de
bienes de capital aumentaron 10%.
El análisis del destino de los préstamos totales de la economía pone
de manifiesto que el crédito a la industria tiene aún mucho margen para
crecer. Sólo 17% de la cartera pertenece a la industria manufacturera
mientras que, por ejemplo, servicios alcanza 24%. En otros términos, los
préstamos a la industria manufacturera no llegaron a superar en el
primer trimestre del año el 3% del PIB. Además, se observa una fuerte
concentración geográfica: el 47% de los préstamos se otorgaron en
capital federal, mientras, por ejemplo, sólo 4,4% tuvo como destino a la
región patagónica.
A pesar de la rápida expansión que exhibe el financiamiento bancario,
el potencial de crecimiento sigue siendo muy elevado. Los préstamos al
sector privado sólo representan 15% del PIB, muy lejos de los registros
de Brasil (60%), Chile (70%) o incluso Perú (26%). En este contexto es
claro que el gobierno va a continuar profundizando su estrategia de
inyectar recursos para sostener la demanda. No se trata de medidas
aisladas, sino de una batería de herramientas que se están poniendo a
disposición de las empresas. La reciente reforma de mercado de capitales
también se inscribe en esta lógica.
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