4/28/2013

de carpas blancas y pecheras partidarias



Por Eduardo Di Cola*

El problema de las pecheras no fueron las pecheras, sino, no tener quien se las ponga.
Esto quedó en evidencia en la oportunidad en que la oposición armó la carpa frente al congreso en actitud de reclamo por el tratamiento de las leyes vinculadas a la democratización de la justicia.

La solitaria carpa además de la falta de voluntad de los propios dirigentes, demostró la carencia de jóvenes organizados y comprometidos con sus ideas.

Mientras hace unos días criticaron duramente la participación juvenil por que se identificaban con pecheras, en esta oportunidad disimularon la desértica carpa de la protesta.

Corresponde preguntarse qué es mejor: ¿la participación de jóvenes que se identifiquen como parte de un colectivo con sustento ideológico, o que directamente no participen?

La respuesta políticamente correcta es obvia. Nadie cometería el “sincericidio” de admitir que prefiere el inmovilismo y la apatía juvenil.

De todas formas una breve reflexión nos ratificará que la respuesta es obvia, pero nos demostrará que puede ser positiva o negativa conforme desde el lugar que se lo haga.

Para el que está realmente convencido que la participación juvenil y la organización social son fundamentales en la vertebración de una comunidad, la respuesta obvia será: POSITIVA.

En tanto para el que se respalda en las corporaciones, para el que ocupa un lugar respecto del cual rechaza toda posibilidad de sana competencia, al que le resulta suficiente un partido político meramente administrativo a fin de seguir siendo diputado a senador, para el que su máxima aspiración es continuar ocupando un lugar que le reporta algún beneficio, la respuesta también es obvia: NEGATIVA

Esto explica la razón por la cual fueron tan despiadados en la crítica contra los jóvenes que usaron pecheras y nada dijeron de la soledad de la carpa ubicada frente al congreso.

Esta circunstancia no significa que no haya jóvenes que piensen y sientan distinto al oficialismo. Esto evidencia que a los dirigentes no les interesa ni les conviene darle un marco de organización y participación que le abra a esa juventud un camino de protagonismo y participación.

Es de lamentar que la oposición no tome consciencia que ayer, tan solo ayer, la fuerza que estuvo puesta en el “que se vayan todos” hoy está canalizada en generar masa crítica de respaldo a las transformaciones que se llevan adelante. Que no interprete adecuadamente la realidad y continúe enfrascada en hacer política desde la anti-política. 

Que la vocación participativa de los jóvenes de esta nueva etapa es una fuerza que como pocas veces vimos en nuestra historia, nace del entusiasmo que le provocan las políticas de un gobierno democrático, y no como reacción a la ilegalidad institucional o directamente en contra de una dictadura. Que la discusión, la participación y el debate político ya no son mala palabra entre los jóvenes.

Esta oposición le da la espalda a un ciclo de movilización y protagonismo juvenil que le permitiría incorporar nuevos cuadros de recambio en sus filas, a la vez que al momento que la sociedad le otorgue la responsabilidad de gobernar, le posibilitaría contar con una importante herramienta de poder de decisión desde la política, en contraposición a los mezquinos intereses corporativos.

El sistema político se fortalecería si la oposición, al menos la que tiene un origen popular y nacional, entendiera que en el pasado la movilización de la juventud era por el reclamo de democracia, en tanto hoy esa movilización legitima a la democracia.
*Ex Diputado Nacional

1 comentario:

Jorge Devincenzi dijo...

Lilita con pechera queda fuera de cualquier consideración humana o humanoide