4/20/2013

buscando un capriles argento: unidad o competencia?

La fragmentación opositora resulta una marca estructural para señalar los límites de su capacidad de representación, más visible a partir de las elecciones venezolanas donde mediante su candidato Henrique Capriles, la MUD mostró gran eficacia electoral.

El caso del caceroleo del 18 de abril donde 60.000 porteños y otros 90.000 ciudadanos en las grandes ciudades del país - Rosario, Santa Fe, Córdoba, Mar del Plata, La Plata, Mendoza -reclamaron una vez más contra el gobierno nacional sin representación político partidaria que los contenga , es un ejemplo reiterado y típico.

Resolver esta ausencia de representación política, condición necesaria para intervenir en un sistema democrático , es una clave de cara al porvenir electoral opositor.

Sin embargo, las consignas propaladas por los medios que adversan al oficialismo de "unidad " del conjunto opositor , no se corresponden con la realidad de la práctica política donde hegemoniza el que se impone al resto compitiendo por expandir su representación. 

Este es el dilema opositor : "unidad" según la lógica que propone la editorialización de los medios opositores - y con la que acuerda la mayoría de la dirigencia de la opo devenida en lazarillo mediático - o , por el contrario desplegar entre ellos una fuerte "competencia" , en busca de la prevalencia sobre el electorado opositor , atados a las exigencias estrictas de la práctica política. 

En este marco, la unidad de la dirigencia - si existe - será consecuencia de la prevalencia electoral de un liderazgo opositor vía la competencia entre distintas alternativas.

Al respecto, leemos a Julio Burdman en Analytica:


El 13-S y el 8-N se contaron entre los fenómenos políticos más relevantes de 2012. Fueron protestas masivas -sobre todo, la segunda- convocadas a través de las redes sociales por un grupo poco conocido de militantes de partidos y ONGs liberales, y dirigidas contra el gobierno nacional. 

Pero aunque los reclamos apuntaban al gobierno, dejaban en off-side a la oposición, ya que la razón de ser de las protestas era que los que convocaban "no se sentían representados" por los partidos del sistema. De hecho, el 8-N algunos diputados de la oposición se hicieron presentes en la Plaza de Mayo, pero recibieron abucheos de parte de asistentes a la marcha.
 
Las consignas del 8-N fueron heterogéneas, pero estuvieron hilvanadas por un lenguaje liberal: el adversario era "el estado kirchnerista" corporizado en la ley de medios, el cepo al dólar, los subsidios a la pobreza y la comunicación presidencial. De hecho, las consignas difundidas por el network convocante hablaban de la "defensa de nuestras libertades".

El 18-A de esta semana, tan masivo como el 8-N, se presenta como su continuación. Pero en esta oportunidad, el acto fue más político y partidario. En principio, porque los principales dirigentes de la oposición participaron de la marcha, y convocaron a las calles. Y porque, gracias a la presencia de los políticos, los mensajes tuvieron más homogeneidad: contra las reformas judiciales y a favor de las denuncias de corrupción presentadas por Jorge Lanata en su programa dominical. 

Otro fenómeno menos visible contribuyó a darle coherencia a la formalización de la protesta, y es que muchos de los organizadores, casi anónimos, de los cacerolazos previos, en estos meses de calor que transcurrieron desde noviembre se incorporaron a los partidos políticos.

Sin embargo, el 18-A no terminó de convertirse en una marcha de la oposición. Los dirigentes de los principales núcleos antigobierno -el PRO, el peronismo disidente, la UCR y el FAP- se hicieron presentes, es cierto, pero sin sus banderas y con timidez, montados a una agenda que no terminaba de pertenecerles. La jornada quedó a mitad de camino entre el cacerolazo antipolítica y el acto opositor.

Curiosamente, en las contradicciones del 18-A reside su éxito. Antipolítica y oposición partidista son, de acuerdo a los libros clásicos, como el agua y el aceite. Sin embargo, la coexistencia de ambos discursos permite ampliar la convocatoria. Por un lado, el conjunto de los partidos opositores tienen un bajo nivel de movilización, que empeora si se reúnen por separado. 

Por el otro, muchos de los asistentes a las protestas se identifican con un sujeto colectivo de votantes "opositores", que hoy se encuentra contenido por el mensaje de los medios de comunicación antikirchneristas, y no se sentirían atraídos por un fenómeno genuinamente antipolítico. Hay, entre todos estos discursos -las consignas liberales, la antipolítica y la oposición- evidentes vasos comunicantes que facilitan la masividad.

Masividad que, dicho sea de paso, da cuenta de algo que ya sabemos: que todos los que no votan ni votarán al gobierno, están enojados y son muchos. Sean 46% o más, esto hace años que dejó de ser novedad. Por eso, para el desarrollo electoral de la oposición, el éxito del 18-A sigue siendo antes una debilidad que una oportunidad. Porque deja todo como está. Al PRO, el FAP, la UCR y el peronismo disidente no les falta potencial electoral. 

El problema es que son cuatro o cinco, que no pueden aliarse entre sí ni podrán hacerlo, y que están todos más o menos al mismo nivel. La solución no es el consenso, sino la competencia. Alguno de los opositores tiene que sobresalir. Atrapados en el 18-A, entre el cacerolazo antipolítica y la marcha opositora, en la ilusión de un frente nacional opositor imposible de lograr, los antikirchneristas quedan sin agenda propia y sin medirse entre sí.

3 comentarios:

Unknown dijo...

Ja! espero que lo de gobierno "necio-nal" haya sido un error de tipeo que no un fallido argumental.

Peronismo Cordobes en el Proyecto Nacional dijo...

Coincido, parecería que el mejor camino es la competencia de los opositores para definir un candidato. El problema es que ese proceso no coincide con los plazos deseados por las embajadas en latinoamerica, ni por las necesidades específicamente de Clarín en nuestro país.
Por otro lado las movilizaciones a la larga terminan informando a la gente y haciéndola mas exigentes y todos los dirigentes opositores son viejos conocidos y tendrán que salir a rogarle a la gente que les crean, que esta vez no mentirán-tarea cada vez mas difícil- Ninguno de ellos cederá nada a favor del otro y mucho menos si desde clarín o la embajada pretenden inventar un nuevo dirigente sacado de una galera.

Nando Bonatto dijo...

¿Como ciento cincuenta mil?
Si Mauricio dijo que fue la mayor movilización de la historia argentina?
El tema de la fragmentación esta esperando un candidato extrapolitico que los aglutine
Ya esta,no planteado pero lo tienen, es de otro Poder digamos