Para mejorar su inserción en los BRICS, la estructura productiva de Brasil se ha reprimarizado y a su vez pretende liderar la región con balanza comercial favorable respecto a los países miembros y ahora, crecer sin inflación apalancada en aquella certeza de que Dios es brasilero.
Un galimatías de dudosa resolución que la fase ortodoxa de la compañera Dilma parece dispuesta a profundizar. Leemos en Analytica:
En nuestro Analytico del 8 de febrero (ver “El Mercosur vs la inflación”, Analytico #204) ya planteábamos las preocupaciones del presidente del BACEN por aumentos “elevados” de precios en el corto plazo y por ciertas “resistencias estructurales” para bajarla. Las declaraciones de Tombini hicieron que el mercado especulara sobre un nuevo ciclo de alza de tasas, abriendo dudas de si acaso las reducciones de impuestos que puso en marcha Dilma en febrero son suficientes para contener la inflación. Finalmente, la semana pasada, las cartas de política económica jugaron su mano confirmando la tendencia de los últimos años: Brasil vuelve a subir la tasa de referencia a pesar del mediocre crecimiento. Repasemos los hechos.
Típicamente, tasas de interés más elevadas fortalecen al real contra el resto de las monedas (en particular, el dólar) atrayendo más capitales. Como contrapartida, parte de ese aumento en los flujos externos se canaliza en un aumento de la demanda de reales que, de no ser acompañada por un aumento en la oferta, aprecian la moneda. Al final del proceso, una tasa de interés más elevada combinada con un tipo de cambio más apreciado, resultan efectivos para disminuir el ritmo de aumento de los precios a través de una desaceleración de la demanda agregada.
La acción de política económica elevó, como era esperable, voces de inconformismo entre los sectores productivos por las implicancias sobre el crecimiento. Luego de un magro 2012, donde el producto creció sólo 0.9%, diversas organizaciones empresariales advirtieron que se trata de una decisión arriesgada que puede afectar el crecimiento en 2013. Por supuesto, los temores del sector productivo reviven fantasmas recientes en relación al enfoque de política utilizado desde comienzos de 2011, cuando subieron las tasas Selic y se apreció el real. La inflación disminuyó, pero a costa de una contracción en la demanda que provocó un crecimiento nulo en la industria.
Distinta resulta la historia para el sector financiero, que de esta manera puede seguir consolidando la tendencia iniciada en tiempos de Lula, con los rendimientos reales más altos del mundo. En abril, un bono indexado por inflación rendía 2.87% promedio en los mercados emergentes. En Brasil, 4,14%. Países similares, como Chile o México, rendían 2,70% y 1,91%, respectivamente, lo que evidencia que en Brasil existe un fuerte sesgo hacia la renta financiera.
¿Qué implica para Brasil tener tasas más altas y un tipo de cambio apreciado? Un costo elevado para la estructura productiva; la producción industrial se contrajo 0.8% en 2012, mientras que en el primer trimestre de este año creció apenas 0.6%. En moneda constante, la industria cayó 4% el año pasado. Como resultado, el salario real en las grandes áreas metropolitanas no ha cambiado significativamente (durante la administración de Dilma y Lula), y sigue estando por debajo del nivel de mediados de los años noventa. Como muestra el siguiente grafico, en los últimos trece años, el crecimiento del producto en términos per capita medido por paridad de poder de compra sigue siendo uno de los más modestos de la región.
Los datos de la CEPAL demuestran que Brasil ha reprimarizado su aparato exportador, llevándolo a ser un exportador de commodities con fuerte ascendencia en los BRICS, donde se “especializa” en proveer bienes primarios. En 2013 podrá crecer a lo sumo 3% gracias a que la oferta agropecuaria se expandirá 5.5% de la mano de mejores condiciones climáticas y precios internacionales, y un moderado aporte de los sectores de servicios. De no ser por el sector agropecuario, Brasil volvería a crecer muy poco.
Desde 2010, por la fuerte apreciación cambiaria, el resultado de la cuenta corriente es negativo (en torno a 2 puntos del PIB), evidenciando la fuerte dependencia de Brasil de los mercados financieros internacionales. En el primer trimestre de este año, las exportaciones cayeron 5.9% i.a., mientras las importaciones crecieron 8.5% i.a. Por primera vez desde 2001, Brasil tuvo déficit comercial entre enero y marzo. A este ritmo, en 2013, la balanza comercial se reducirá mucho más, pudiendo incluso ubicarse en valores absolutos debajo del saldo comercial argentino. La visita relámpago de Dilma Rousseff esta semana buscó no sólo encontrar soluciones por el conflicto por las inversiones de la empresa Vale sino reforzar los vínculos comerciales con la Argentina, una de sus principales socios comerciales con los que mantiene superávit.
Brasil representa en el imaginario mundial un modelo de economía a seguir, con ejemplificadores sesgos pro-mercado y desarrollo económico-social. Pero una vez que se atraviesa el duro muro de los simbolismos, la existencia de problemas estructurales resulta evidente. En cualquier caso, es una mala noticia para la Argentina.
PD: Igualmente, y como para que no decaiga, hay que recordar que en pocos días y solo si Brasil lo permite , se incorporará Paraguay al Mercosur... y hasta la CELAC no para el compañero Cartes.
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