3/06/2013

prohibido llorarlo





Es la noticia que uno jamás hubiese querido escuchar. Murió Hugo Chávez Frías. Su muerte nos desgarra, nos enluta, nos noquea, pero su ejemplo de vida, su palabra rectora, su acción política y su obra de gobierno, nos hace menos doloroso ese dolor infinito. Sospecho que sólo desaparece su cuerpo, ya que su alma se expande hecha bandera entre los millones que luchan por una Sudamérica unida, libre y soberana. Su muerte física, entonces, a pesar de dejar un hueco profundo en el camino de la independencia, nos deja el sabor del haberlo conocido, de haber sido contemporáneo a ese líder gigantesco ya hecho prócer de la Patria Grande.

Su vida política se inició con una derrota. El 4 de febrero de 1992 se rendía asumiendo en soledad su responsabilidad en una Venezuela poco acostumbrada a “hacerse cargo”. En su discurso de rendición, de menos de dos minutos, soltó el famoso “por ahora los objetivos no fueron logrados”, dejando, profético, al tiempo como aquél ángel que pondría las cosas en su lugar.

Pagó la osadía de desafiar militarmente al Pacto de Punto Fijo con dos años y dos meses de prisión. Estando encerrado tomó conciencia del ejemplo de su lucha y los miles que apoyaron su intentona le mostraron que algunas veces las derrotas militares se convierten en triunfos políticos. Su salida de la prisión lo encontró armando el movimiento cívico militar que más tarde lo catapultaría al Palacio de Miraflores. El camino no fue fácil. Desde Sudamérica se lo espantó con el mote de golpista. Sólo Fidel, desde el olfato de gigante, fue capaz de ver en ese coronel un proyecto de líder revolucionario.

La campaña electoral por la elección presidencial de diciembre de 1998 lo encontró con una intención de voto que no superaba un dígito para principio de año. Bajo el lema de la convocatoria a la Asamblea Constituyente y “lanzado por los caminos, como arrastrado por un huracán”, el candidato del Polo Patriótico (PP alianza de partidos, en su mayoría de izquierda que apoyaron a Chávez) recorrió el país mediante la estrategia del “cara a cara”. Los meses siguientes encontraron al candidato opositor al sistema aumentando de forma sideral su intención de voto para alcanzar la punta en las encuestas a menos de tres meses del escrutinio. Los partidos de Punto Fijo, AD y COPEI, gracias a la mayoría parlamentaria que gozaban, separaron las fechas de las elecciones legislativas de las presidenciales, adelantando en un mes las primeras. El objetivo de la triquiñuela era aprovechar la fuerza de sus bastiones provinciales y crear así un ambiente de victoria antes de la elección ejecutiva. A pesar de ello, las fuerzas del PP realizaron una gran elección y los partidos del sistema debieron resignar sus presidenciables en pos de una candidatura unificada. Pese a ello, Chávez venció por el 56% mostrando que las artimañas electorales son apenas piedritas en el camino cuando la voluntad de un pueblo está a favor del cambio.

El 4 de febrero de 1999, con 44 años de edad Hugo Chávez Frías juraba sobre la “moribunda constitución… 

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