Leemos en Analytica un repaso de la situación en materia de aumento de precios en Brasil y las perspectivas probables para controlarlos, lejos de la ortodoxia monetarista, en buena parte responsable de la desaceleración extrema en el crecimiento reciente de la economía carioca.
En Brasil, las previsiones anticipan para el 2013 una inflación
superior al 5%, aunque el año arranca con 6,15%. Con el objetivo de
reducir ese valor, el gobierno de Rousseff anunció que planea eliminar
la mayoría de los impuestos federales sobre los alimentos. El proyecto
busca como objetivo impactar directamente sobre el precio de góndola de
la mayoría de los alimentos para obtener una reducción inmediata en los
índices de precios.
Esta medida complementa a la política de desgravación ya aplicada en
sectores como línea blanca y automóviles, y profundiza el proyecto de
Guido Mantenga de reducir los costos generales de la economía. Según se
desprende de las propias declaraciones del Ministro en un reciente foro
de San Pablo, el proyecto Brasilero para el 2013 planea profundizar las
reducciones en los costos financieros y de energía para precisamente
generar mayor competitividad. No casualmente un reciente informe del
Banco Mundial advierte sobre cómo las estructuras de costos en Brasil
pueden afectar a su sector externo.
Es importante remarcar que este enfoque es bien distinto al que se
utilizó en 2011 cuando se subieron las tasas Selic y se apreció el Real
para frenar la escalada de precios. La inflación disminuyó, pero a costa
de una contracción en la demanda externa que paralizó a la industria
local. Ahora, se busca frenar la inflación pero sin profundizar aún más
la apreciación del Real y castigar a los sectores productivos.
¿Son las medidas de Mantenga suficientes? Recientemente el presidente
del Banco Central de Brasil declaró que "la inflación nos preocupa en
el corto plazo. Tiene mucha resistencia, pero no está fuera de control".
Las declaraciones llevaron al mercado a especular sobre alzas de tasas,
poniendo un manto de duda de sí acaso el nuevo plan tributario de
Rousseff será suficiente para contener la inflación. El tiempo dirá si
estas medidas son suficientes, pero es claro que Brasil luce cada vez
más escéptico a repetir linealmente las recetas ortodoxas que la
llevaron al super Real.
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