10/31/2012

economía y política, una relación difícil

Leemos a Marcos Leonetti . en una interesante reflexión sobre la dinámica entre política y economía en una perspectiva histórica y los dilemas de la oposición.

Hay al menos dos elementos indispensables que rigen en nuestra sociedad. Estos dos subsistemas, economía y política, forman parte de un concepto social que luchan por un espacio de poder para configurar a la realidad, con la mayor cantidad de componentes posibles que le pertenecen al sistema en su conjunto.

Hay quienes creen que la política tiene que estar subordinada a la economía y hay otros que creen que la economía es la que tiene que estar supeditada a la política. Hay elementos para sostener ambas posturas.

Si partimos desde el final de la proscripción del peronismo, esta lucha (entre economía y política) se amplificó hasta dar lugar al inicio de un periodo donde la protagonista es la economía ganándole la pulseada a la política. A partir de allí comienza todo un proceso de desarrollo donde la economía va instalando sus prioridades, sus objetivos, sus líderes, sus prototipos, sus necesidades, urgencias y agenda.

Con la liberación de los mercados, la desregulación financiera, el alejamiento del estado en el quehacer cotidiano, puso a la política como un elemento necesario y sometido a la economía para que sus objetivos sean realidad.

El ciudadano es “remplazado” por el cliente-consumidor, el intervencionismo del estado improductivo deja lugar a la empresa con su racionalidad eficaz, y la vida solidaria en sociedad cambia por la competencia y el individualismo, la  modernización sustituyó a la ideología, lo «privado» se valoró por encima de lo «público» y el «consenso» desplazó al «conflicto».

La política fue necesaria en esta predominancia de la economía pero en un estado de obediencia.
Este periodo podríamos definirlo más menos, a partir de la muerte de Perón y hasta la crisis del 2001. No está de más recordar que la figura del ministro de economía era tan relevante o más que la del mismo presidente de la Nación. Las mediciones de imagen y apariciones públicas muchas veces tuvo como protagonista al ministro de economía, donde la gente esperaba más sus declaraciones que la del presidente.

A partir del nacimiento del periodo K las señales de la política comenzaron a tener mayor intensidad. A poco de asumir Nestor Kirchner renovó la cúpula militar, renegocio la deuda externa desoyendo todas las recomendaciones del manual de la economía. Dio lugar en la historia a los juicios de protagonistas del periodo mencionado mas arriba y concentró en el presidente las funciones del ministro de economía.

Desde la política hubo que salir a responder y recomponer situaciones que habían desembocado como resultado del periodo antes mencionado. Altos índices de desocupación, el entramado industrial diezmado, fábricas abandonadas requirieron rápidos reflejos de la política para dar respuesta a una sociedad en llamas. Planes sociales para atender emergencias fueron necesarios para amortiguar los efectos recibidos de la preponderancia de la economía sobre la política.

Es este periodo de predominancia política por sobre la economía la que recupera los resortes sociales para equilibrar los excesos del anterior reinado de la economía. Es así que el debate se da en lo político, la búsqueda de construcción de poder se da en el plano político y ahora es la economía la que debe responder subordinada a la política.

Ya no aparece la figura del ministro de economía entre las mediciones de imagen y se recupera la imagen de lo político.

Si por un instante imagináramos la posibilidad de ver a la sociedad libre de la economía y la política deberíamos eliminar dos elementos: la escasez para el primero y el conflicto para el segundo. En una situación de abundancia no habría necesidad de administrar la escasez y un escenario sin conflictos seria irrelevante la política.

Este último periodo, el de la política, se está cobrando todas las concesiones que tuvo que ceder en el reinado de la economía. Podríamos decir que la política toma revancha de la economía.
Con este análisis decimos que la economía reinó treinta años y la política los últimos diez. ¿Habrá veinte años más de dominación de la política sobre la economía?.

Para que el periodo de la política se consolide debe existir el consenso y el disenso. Y si conseguimos que esto último tenga cuerpo, una mayor participación política lo asegurará.
El oficialismo parece haber entendido los altos estándares de este desafío donde pretende consenso puertas adentro pero le cede el disenso a la oposición.

Es la oposición  la que debe recuperar protagonismo e iniciativa política no para hacer oposición al oficialismo sino una alternativa valida a la sociedad. Donde sus acciones deben tener presente a la gente y no al oficialismo y construir su propia plataforma, seguir su propio libreto y lo que es primordial, acercarse a la gente sin el gran intermediario del aparato mediático.

Al oficialismo se lo critica por permitir a menores de 16 años participar de la actividad política y por hacer política en las escuelas. La realidad es que una gran mayoría de los políticos que hoy están presentes en la palestra de la política han comenzado a  militar desde esa edad. Esto no seria más que blanquear una realidad. 

Estos dos componentes son solo dos ejemplos que abonan el disenso y el consenso para que la política mantenga vivo su fuego. La oposición deberá decidir qué lugar quiere ocupar en los próximos veinte años y comenzar a trabajar hoy para  todo ese lapso y no sólo en cómo construir poder para el periodo 2013 - 2015. Porque si se lo analiza para el corto plazo es aun lejano y no pareciera haber cambiado sus formas respectos de sus últimas derrotas, y si lo analizamos en el largo plazo pensar en el 2013 - 2015 es ir “por las sobras”.

Hay espacio en la escuela del oficialismo para que la oposición tome clases. Una oposición mejor formada en sus articulaciones también realza al oficialismo que en definitiva honra a la política. Es responsabilidad de todos pensar la Argentina pero  aquellos que abren los espacios ganan la iniciativa de los nuevos actores políticos.

Si la oposición espera ganar la batalla de la mano de la economía, (léase esto como la oportunidad que le abriría una eventual derrota del oficialismo en el plano económico) está jugando demasiado a la buena suerte que le pudiera tocar, y estaría subestimando la capacidad del oficialismo por reconvertirse tanto en lo económico como en lo político.

La oposición debería dar su batalla en lo político, en la construcción de puentes sólidos que los vinculen con la gente en lazos que perduren, en plazos más largos que los que transcurren entre elección y elección.

Todavía no se ha inventado nada que supere la eficacia del contacto cara a cara, del estar con la gente, escucharla, acompañarla, cuidarla. Ningún medio, ni televisivo, ni radial, ni cibernético será más fuerte que la presencia cotidiana del político cercano. Si la oposición vuelve  a apostar por comunicarse con la gente poniendo todas las fichas principalmente al aparato mediático, habrá repetido un viejo error y dilapidará las nuevas oportunidades que brinda la política.

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