6/15/2012

populismo y la desigualdad: los casos argentino y venezolano




 La mayoría de la dirigencia argentina (oficialista u opositora) rescata la figura de Luiz Inácio Lula da Silva.

Para algunos líderes opositores, principalmente aquellos cercanos a posiciones socialdemócratas, el gobierno petista representa un progresismo “serio” distanciado de la variante “trucha” supuestamente encarnada por el kirchnerismo.

El excelente momento por el que atraviesa la relación bilateral y las permanentes declaraciones de Lula y Dilma parecieran desmentir esa diferenciación.

El ex presidente brasileño manifestó, en plena campaña electoral, que se mudaría a la Argentina para votar a Cristina Fernández de Kirchner. La humorada no hizo más que transparentar el inequívoco apoyo de Lula a la reelección presidencial.


El progresismo “serio” del Frente Amplio uruguayo o de la Concertación chilena también suele ser rescatado como contracara del rumbo kirchnerista.

Los círculos más conservadores engloban dentro de la categoría de progresismos “malos” o peyorativamente calificados como“populistas” a las experiencias gubernativas venezolanas, bolivianas, ecuatorianas y argentinas.

En su momento, la ex secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, agitó el fantasma del “populismo” latinoamericano como un potencial “eje del mal”.

Esas definiciones , más allá de sus connotaciones ideológicas y descalificatorias, no dan cuenta de procesos que, aún compartiendo gobiernos de matriz centroizquierdista, presentan características históricas, sociales y culturales muy diferentes.
Esa mirada se refuerza con una serie de preconceptos que no encuentran corroboración en la práctica.

El catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu Fabra, Vicenç Navarro, relata que los medios de información españoles difunden la idea de que mientras los gobiernos “populistas” son incapaces de reducir la pobreza y las desigualdades sociales, los “serios” evidencian avances en esa materia.


Sin embargo, y respetando esa curiosa taxonomía, la pobreza y la desigualdad retrocedieron tanto en los llamados gobiernos “buenos” (Chile, Brasil, Uruguay) como en los “malos”.

Ante esa evidencia, los denostadores del “populismo” argumentan que eso se debió a las favorables condiciones del comercio exterior.

Así, la variable del “viento de cola” termina anulando o diluyendo los potenciales efectos benéficos de las políticas redistributivas implementadas por los gobiernos “malos”.

En esa línea, los economistas McLeod y Lusting (en su artículo “Inequality and Poverty under Latin America's New Left Regimes”(Tulane Economic Working Paper Series)) resaltan las políticas redistributivas aplicadas por los gobiernos brasileño, uruguayo y chileno y desaprueban las adoptadas por los “populistas”.

Ese trabajo, muy difundido por las fuerzas conservadoras europeas y latinoamericanas, presenta severas deficiencias metodológicas.

Juan A. Montecino, investigador del Center for Economic and Policy Research de Washington DC, señala dos errores esenciales: de tiempo que media entre la implementación y el impacto de una determinada política pública.

2) La fuente de datos utilizada, sobre la distribución del ingreso, es inadecuada porque registra un notable subregistro de la información relacionada con la renta familiar.

Realizando las correcciones necesarias, Montecino obtiene resultados diametralmente opuestos a los reseñados por McLeod y Lusting.

En su artículo “Los `malos´ gobiernos populistas latinoamericanos”, Vicenç Navarro resume esas conclusiones de la siguiente forma: “realizando estas necesarias correcciones resulta que los países llamados `populistas´ de izquierda redujeron las desigualdades de una manera más acentuada que los países llamados `socialdemócratas´.
 

Aunque… todos estos países (tanto los `malos´ como los `buenos´) redujeron las desigualdades (éstas fueron menores en el período 2007-2009 que en el período 2001-2003), estas reducciones fueron más acentuadas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Argentina que en Brasil, Chile o Uruguay. Resulta, después de todo, que las políticas redistributivas de los `malos´ fueron más eficaces en disminuir la pobreza y las desigualdades que la de los `buenos´”.

El filósofo político Ernesto Laclau sostiene que el populismo logró garantizar la democracia, evitando su conversión en una mera administración.

2 comentarios:

La Corriente Kirchnerista de Santa Fe dijo...

Vio Artemio, pavada de economistas populistas, heterodoxos y choripaneros sí que con cierto rigor científico tenemos por acá. Aunque si usted lo viera en persona mete miedo, porque es igualito a Esteche, el de Quebracho vea: http://nestornautas.blogspot.com.ar/2012/04/separados-al-nacer.html

Artemio López dijo...

ah no pero este mete miedo en serio, esteche da risa...
salu2!