4/16/2012

ypf del modelo neoliberal al de crecimiento con inclusión social



Los fundamentos de la medida

Entre las consideraciones del proyecto, el Poder Ejecutivo propone que se asignen "al Consejo Federal de Hidrocarburos las funciones de promover la actuación coordinada del Estado nacional y los Estados provinciales, a fin de garantizar el cumplimiento de los objetivos de la presente; elaborar el Plan Nacional Estratégico para la Soberanía Hidrocarburífera de la República Argentina e impulsar las iniciativas y acciones necesarias para su cumplimiento".

AL HONORABLE CONGRESO DE LA NACION:

Tengo el agrado de dirigirme a Vuestra Honorabilidad con el objeto de someter a su consideración un proyecto de ley a través del cual se propone, entre otros extremos, declarar de interés público nacional y como objetivo prioritario de la República Argentina el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos, así como la explotación, industrialización, transporte y comercialización de hidrocarburos, a fin de garantizar el desarrollo económico con equidad social, la creación de empleo, el incremento de la competitividad de los diversos sectores económicos y el crecimiento equitativo y sustentable de las provincias y regiones.
La medida que se propicia encuentra sus fundamentos en el marco que se reseña a continuación.

I.- DEL MODELO NEOLIBERAL AL MODELO DE CRECIMIENTO CON INCLUSIÓN SOCIAL

A partir del año 2003, en la República Argentina se han experimentado cambios sustantivos. En el terreno económico, se produjo una radical alteración en el patrón de crecimiento, dejando atrás el modelo neoliberal de sobreendeudamiento con exclusión social puesto en marcha en marzo de 1976 y cuya expresión más acabada puede ubicarse en los 10 años de vigencia del régimen de Convertibilidad. Así, un nuevo modelo económico de crecimiento con inclusión social vino a dar por tierra con el mayor proceso de desindustrialización y deterioro económico y social experimentado por nuestro país en su historia.

Desde el año 2003 a la fecha, la batería de políticas económicas implementada fue conformando un modo de intervención del Estado en la economía por completo distinto, lo que dio como resultado un ciclo de crecimiento de una magnitud y duración inusitadas para la historia de nuestra Nación. Este nuevo patrón de crecimiento implicó, sobre todo, trastocar las bases materiales y conceptuales sobre las que se asentaba el modelo neoliberal. Algunos elementos se destacan como centrales en esta transformación. En primer lugar, el salario dejó de ser considerado como un costo que era necesario reducir para convertirse en una fuente de demanda que apuntala, junto con el crecimiento del empleo, la expansión del mercado interno. Se abandonó el sistemático recurso del endeudamiento externo, estableciendo que la autonomía económica sólo es asequible sobre la base de la independencia financiera respecto del capital especulativo internacional. Las políticas sociales escasas y focalizadas que campearon en las décadas previas fueron suplantadas por el reconocimiento de derechos a todo el universo de argentinos y argentinas. La Asignación 

Universal por Hijo y el Programa de Inclusión Previsional, por nombrar algunas de las medidas implementadas, posibilitaron la inclusión de amplias franjas de la población que habían sido excluidas por el modelo neoliberal.

Todas estas políticas fueron posibles no sólo porque el proceso de desendeudamiento liberó cuantiosos recursos y permitió alcanzar la autonomía fiscal necesaria para implementar reformas de fondo sino porque, además, se recuperaron los fondos previsionales de los trabajadores. El sistema de Aseguradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones implementado a lo largo de la década del noventa estaba estrechamente relacionado con la lógica de la especulación financiera. A la vez, que desfinanciaba al Estado, deterioraba los ingresos previsionales de los adultos mayores y excluía a buena parte de la población de la posibilidad de acceder a una jubilación digna.

Las transformaciones en curso resultan elocuentes al comparar los resultados económicos y sociales del modelo de crecimiento con inclusión social, construido a partir del año 2003, con los que arrojaron las políticas de corte neoliberal durante el período 1991-2002. Entre 1991 y 2002 el producto bruto interno se expandió a una tasa anual promedio de 2,2%, mientras que el modelo de crecimiento con inclusión social permitió alcanzar un crecimiento del 7,7% promedio anual en el período 2003-2011. En lo que respecta a la reindustrialización del país, se observa que mientras entre 1994 y 2002 la producción de bienes se contrajo a un ritmo promedio de -0,6% anual, entre 2003 y 2011 este tipo de producción se expandió al 7,7%. Otro tanto ocurrió con el comportamiento de la inversión, ya que el crecimiento del salario, el empleo y el consiguiente fortalecimiento del mercado interno, probaron ser la mejor señal para dinamizar la inversión, que pasó a representar en el período 2003-2011 el 24,4% del producto bruto interno, muy por encima del piso de 11,9% del año 2002 y también del promedio de la Convertibilidad, que ascendió a 18,2%.

Por otro lado, y a diferencia de lo ocurrido durante la experiencia neoliberal, la inversión no estuvo mayormente motorizada por fines especulativos que buscaron maximizar ganancias en el corto plazo, sino que fue traccionada por la propia impronta de la reindustrialización de la economía en la que la actividad de la industria se expandió al 9,5% promedio anual, en marcado contraste al 0,5% promedio del período 1991-2002. Mientras la inversión privada alcanzaba registros históricos, el Estado apuntaló ese crecimiento a través de un incremento en la inversión pública, que representó un 4% del producto bruto interno durante 2011, una tasa sustantivamente superior al 0,7% de 2002 y al promedio de la Convertibilidad, que fue de 1,3%.

La solidez y sustentabilidad del proceso de crecimiento con inclusión social queda plasmada también cuando se analiza el desempeño del sector externo de la economía. El extraordinario incremento de las reservas internacionales dejó al país con un stock de US$ 46.062 millones hacia finales de 2011, un monto cuatro veces mayor al heredado tras el colapso del modelo neoliberal, en 2002. Al mismo tiempo, entre 1993 y 2001 el saldo de cuenta corriente resultó deficitario en US$ -9.141 millones, mientras entre 2003 y 2011 se alcanzó un superávit promedio anual de US$ 5.896 millones.

A su vez, la apretada marcha del proceso de reindustrialización asociada al modelo de crecimiento con inclusión social se reflejó en un paulatino cambio del perfil exportador del país: entre los años 1991 y 2002, las exportaciones de manufacturas industriales representaban el 29% del total de las ventas al exterior, mientras que entre 2003 y 2011, a pesar del ciclo alcista de los productos agropecuarios, esa proporción había alcanzado el 32%. Estos datos deben ponerse en contexto: tanto el cambio de composición del producto hacia un mayor peso de la industria como la desprimarización de las exportaciones tuvieron lugar en un período durante el cual las principales economías de la región transitaron el camino opuesto, es decir, primarizaron aún más su canasta exportadora como consecuencia del aumento de la demanda externa y de los precios de las materias primas.

II. EL ROL DE LA PRODUCCIÓN DE HIDROCARBUROS EN EL DESARROLLO NACIONAL

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