4/28/2012

revista la militante



Se lee en La Militante

Las tres etapas del populismo mencionadas, y ahora en relación directa al 2001, nos permiten pensar en las demandas y reclamos populares que existían, en una cadena de equivalencias insipiente, reflejada en la reconocida consigna: “piquete y cacerola la lucha es una sola”, pero faltó la ultima dimensión. 

Faltó la articulación política que pudiera darle a esas parcialidades emergidas del subsuelo político la cohesión, liderazgo y representación capaz de constituirlas como pueblo en la arena política. Etapa que llegaría en 2003 y que se profundizaría definitivamente en 2008 abriendo una nueva construcción histórica del movimiento nacional emancipador.
 
En este punto entendemos, con la ventaja de diez años de historia, que la alternativa de tradición populista fue la única que logro configurar un plan de acción y de organización para nuestro pueblo, y esto se impone como una nueva evidencia histórica de una mayor adecuación teórica práctica y política para la praxis específica de las condiciones materiales y simbólicas de la argentina.
 
Atrás el 2001, a la derecha la disputa, y a la izquierda, la pared.


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