3/04/2012

la visión de putin ...


Vladímir Putin, primer ministro de Rusia y candidato a la Presidencia del país por el partido Rusia Unida, ha publicado su séptimo y último artículo, esta vez en el periódico Moskóvskie Nóvosti, en el que esboza su visión sobre la política internacional y sobre los principales problemas mundiales. Putin detalla su actitud respecto a la proliferación de armas nucleares, la amenaza terrorista, el tráfico de drogas y la Primavera Árabe. Además analiza las relaciones bilaterales de Rusia con sus socios europeos y norteamericanos. A continuación, reproducimos el texto...

En mis artículos anteriores ya he comentado las claves de los desafíos exteriores a los que se enfrenta Rusia en la actualidad. Sin embargo, este tema merece una atención más detallada, y no solamente porque la política exterior sea una parte integrante de cualquier estrategia estatal. Los desafíos exteriores y el mundo a nuestro alrededor, que está siempre en proceso de cambio, nos llevan a tomar decisiones en la esfera de la economía, la cultura, los presupuestos y las inversiones.

Rusia es parte integrante del mundo, tanto desde el punto de vista de la economía como desde el punto de vista de la distribución de la información y la situación cultural. No podemos y no queremos aislarnos. Suponemos que nuestra transparencia traerá a los ciudadanos rusos una mejora en bienestar y cultura y fomentará la confianza que cada vez parece escasear más.

Pero vamos a basarnos en nuestros propios intereses y objetivos y no en las decisiones dictadas por terceros. Rusia es respetada y tomada en consideración solo cuando es fuerte y se mantiene firme sobre sus pies. Rusia casi siempre ha gozado del privilegio de desarrollar una política exterior independiente. Y así seguiremos. Más aún, estoy convencido de que la seguridad mundial podrá garantizarse solo con la ayuda de Rusia y no por medio de intentos de debilitar sus posiciones geopolíticas y perjudicar sus defensas.

Los objetivos de nuestra política exterior tienen un carácter estratégico, no coyuntural, y reflejan el lugar único de Rusia en el mapa político mundial, su papel en la historia y el desarrollo de la civilización.

Sin duda alguna, vamos a continuar en un rumbo activo y constructivo hacia el fomento de la seguridad común, la renuncia a la confrontación y la resistencia eficaz a desafíos como la expansión de las armas nucleares, los conflictos regionales y las crisis, el terrorismo y la amenaza del tráfico de drogas. Vamos a hacer todo lo posible para que Rusia reciba los últimos logros del progreso científico y tecnológico y para que nuestros empresarios ocupen un lugar digno en el mercado global.

Vamos a esforzarnos para que el nuevo sistema del orden mundial que se basa en la realidad geopolítica actual se forme suavemente, sin trastornos.

Quién socava la confianza

Como siempre, creo que algunos de los postulados más importantes son el carácter integral de la seguridad para todos los estados, la inadmisibilidad de la aplicación de la fuerza extrema y el cumplimiento incondicional de los principios básicos del derecho internacional. El desprecio a estas condiciones lleva a la desestabilización de las relaciones internacionales.

Precisamente a través de este prisma percibimos varios aspectos del comportamiento de EE. UU. y la OTAN que no cuadran con la lógica del desarrollo actual y se basan en principios heredados de la mentalidad ‘de bloque’. Todos entienden lo que quiero decir. Se trata de la ampliación de la OTAN que incluye la disposición de nuevos elementos de la infraestructura militar y los planes de la alianza (que provienen de EE. UU.) de crear un escudo antimisiles en Europa. Ni siquiera tocaría el tema si estas acciones no se llevaran a cabo directamente al lado de las fronteras rusas y si no perjudicaran nuestra seguridad y si no fueran contra la estabilidad en el mundo.

Nuestra argumentación se conoce bien y no la voy a repetir, pero nuestros colaboradores occidentales no la entienden, la pasan por alto.

Lo que me preocupa es que a pesar de que los contornos de nuestras ‘nuevas’ relaciones con la OTAN ni siquiera se han dibujado nítidamente, la alianza ya actúa de un modo que no fomenta la confianza de ninguna manera. A su vez, esta política perjudica a los objetivos a escala global, impide fijar una agenda positiva en las relaciones internacionales, frena su reajuste constructivo.

Una sucesión de conflictos armados justificados por fines humanitarios está socavando el principio de soberanía estatal consagrado por siglos. De este modo, en las relaciones internacionales aparece un nuevo hueco, esta vez moral y legal.

A menudo se escucha que los derechos humanos están por encima de la soberanía estatal. Sin duda es así y los crímenes contra la humanidad tienen que ser castigados por la Corte Penal Internacional. Sin embargo, cuando en base a este dogma se viola la soberanía y los derechos humanos se defienden desde fuera y de una manera selectiva, y en el proceso de esa ‘defensa’ se pisotean los mismos derechos de un montón de gente, entre ellos, el derecho más básico y sagrado, el derecho a la vida, no se trata de una cuestión noble, sino de una demagogia elemental.

Es muy importante que la ONU y su Consejo de Seguridad puedan resistir al dictado por parte de varios países y los abusos en la arena mundial. Nadie tiene derecho a apropiarse de las prerrogativas y poderes de la ONU, especialmente en lo que se refiere a la aplicación de fuerza respecto a estados soberanos. Hablo principalmente de la OTAN, que trata de asumir funciones que no son propias de ‘una alianza defensiva’. Todo esto es más que serio. Recordamos cómo apelaron en vano a las normas de derecho y a una elemental decencia humana los estados que llegaron a ser víctimas de ‘operaciones humanitarias’ y de la exportación de ‘una democracia de misiles y bombas’. No los escuchaba nadie y nadie lo quería hacer.

Parece que los miembros de la alianza, EE. UU. en primer lugar, tienen un concepto muy peculiar de la seguridad, que difiere mucho del nuestro. Los norteamericanos están obsesionados con la idea de garantizarse una invulnerabilidad absoluta, lo que, en mi opinión, es utópico e irreal, tanto en el aspecto tecnológico como en el geopolítico. Aquí, de hecho, está la raíz del problema.

Una invulnerabilidad absoluta para uno significaría la vulnerabilidad absoluta para todos los demás. No se puede no estar de acuerdo con esta perspectiva. Otro tema es que algunos países, por ciertas razones, prefieran no hablar de esto de una manera abierta. Rusia, mientras tanto, va a llamar a las cosas por su nombre y va a hacerlo abiertamente. Voy a destacar una vez más que la violación del principio de indivisibilidad de la seguridad, pese a las reiteradas declaraciones sobre la fidelidad al mismo, genera muchas amenazas serias. En última instancia, también para los mismos estados que inician estas violaciones por diferentes razones...


2 comentarios:

Santiago Das Narrenschiff dijo...

Un capo, hace un año decía “La resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para Libia es un documento deficiente. Lo permite todo. Se parece a un llamamiento medieval a realizar una cruzada. De hecho autoriza la intervención extranjera en un país soberano”

Nicolás Alfonso dijo...

Recomiendo el blog completo que ilustra complejidades muy pero muy complejas. Especialmente véase este post ilustrativo de una "reconstrucción".

http://russiatrek.org/blog/cities/the-views-of-grozny-city-rebuilt-after-the-war/