2/05/2012

inglaterra de malvinas a bruselas: oh maggie maggie what have we done?




Ya señalamos en Ramble que los dos ejes centrales de la recaptura de popularidad por parte de los conservadores ingleses gobernates son la profundización del euroescepticismo y la exaltación del nacionalismo mediante la utilización del tema Malvinas , particularmente productivo en el 30 aniversario de la guerra.

Sobre la crisis social, los cambios en el paisaje de la britannia tradicional y el euroescepticismo , leemos: 

El de las paradojas es, quizá, el más preciso de los sintagmas con el que definir hoy al Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. Orgulloso adalid del liberalismo político y económico y de la tradición con mayúsculas a un tiempo. Defensor de sus arraigados rituales, fórmulas y medidas pero apasionado por la moda, el diseño y por efímeras tendencias que viajan por los vagones del metro londinense a velocidad de vértigo. Una mitad del país celebra a Margaret Thatcher por su coherencia y rigor intelectual cuando la película sobre su vida –La dama de hierro, protagonizada por Meryl Streep– se encuentra en los cines y la otra la detesta por haber destruido la industria y desdeñado logros del Estado de bienestar de la posguerra. 

Sociedad, la británica, cosmopolita como pocas en el planeta y, sin embargo, dirigida por una élite orgullosamente chovinista además de convencida de su eterna singularidad insular. La del Reino Unido es la única de las grandes economías de la Unión Europea que ha preservado su independencia monetaria. Y su primer ministro, el conservador David Cameron, entretanto, se mofa del malhadado euro asegurando que nunca abandonarán la libra esterlina. Reino Unido debate con más flema que pasión la celebración de un referéndum sobre la secesión de Escocia y puede acabar, por ende, más desunido que nunca. Una Pérfida Albión que si no existiera, sin duda, habría que inventar.

Al ex primer ministro Winston Churchill se le atribuye aquella frase –entre tantas otras de uno de los iconos del ingenio nacional– de que “cuando en Gran Bretaña llama un desconocido a la puerta de casa sólo podrá tratarse del cartero o el lechero”. Hoy, sin embargo, a la puerta de ciertos comercios –y sin llamar precisamente– puede uno encontrarse con toda una turba de adolescentes dispuestos a saquear las existencias, preferentemente móviles o zapatillas de deporte de última gama. Así ocurrió el pasado verano en varias ciudades del país, de manera destacada en la capital, que ciertos medios de comunicación llaman Londonistan con ironía por la numerosa presencia de asiáticos de fe musulmana en ciertas áreas. ( ver por ejemplo este simpático videíto jejeje)






El país ha cambiado mucho desde que se construyen los estereotipos internacionales sobre él. A pesar de que los dramas y las series de ambientación victoriana, renacentista o del periodo de entreguerras siguen cosechando exitosos índices de audiencia (Downton Abbey, por ejemplo), el Reino Unido es una realidad muy alejada de las metáforas y clichés que en el mundo perduran sobre el país. Su viejo imperio, cuya Corona llegó a poseer una quinta parte de las tierras firmes del planeta, sólo puede hoy intuirse arqueológicamente en la Commonwealth of Nations, un concierto de países dispares, con poco apego a la idea y sin competencias vinculantes reales para el conjunto. 

La simbología imperial resulta vergonzante para amplias capas de la población. Hace tres semanas, sin ir más lejos, la nueva presidenta de Jamaica anunciaba sus intenciones de convertir el país en una república, con lo que la reina Isabel II –que celebrará este verano el Jubileo de Diamantes, 60 años en el trono– dejaría de ostentar la jefatura del Estado.

En el terreno económico, por ejemplo, la industria manufacturera es sólo un eco de lo que llegó a ser. La empresa automovilística Rolls Royce, enseña del lujo británico, está integrada en el grupo alemán –pueblo enemigo por antonomasia de los británicos; “con cuidado siempre con los alemanes”, es la divisa popular– BMW. Las élites políticas, mediáticas y empresariales no son ajenas a esta pérdida de potencial económico. 

La adquisición del Abbey o la de la empresa de chocolates Cadbury por el español Santander o la norteamericana Kraft respectivamente se encajaron como derrotas nacionales en la vieja Albión. El 26 de diciembre se anunciaba que Brasil adelantaba al Reino Unido como sexta economía mundial, según los datos de un think tank local, el Centre for Economics and Business Research (CEBR). La conclusión corría de nuevo por las frenéticas avenidas de la City: los BRIC (el término que engloba a Brasil, Rusia, India y China) se imponen sin remedio a los viejos países industriales que marcaron la modernidad...

1 comentario:

Santiago Das Narrenschiff dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=DAVEUslHMBA

http://www.youtube.com/watch?v=qCjK-XHGGc4&feature=related