2/26/2012

debate en el kirchnerismo : risas y llantos




Recibimos este texto de Gabriel Fernández, Director de La Señal Medios, que queremos compartir :

Gasto público o inversión social.


Han pasado tres días de la tragedia de Once. Va decantando en la inteligencia colectiva la secuencia de responsabilidades. Y es pertinente efectuar una serie de reflexiones, algunas inhóspitas, con el objetivo de situar el problema y avanzar hacia conclusiones firmes que nos hablen del futuro.

Es claro que el eje de la culpabilidad explícita está situado en la empresa concesionaria TBA. Es transparente que los empresarios que la orientan deben ser procesados y que su licencia debe ser cancelada. Pero es necesario ir más lejos.

Las denuncias de trabajadores, usuarios y especialistas se acumularon en la Comisión Nacional de Regulación del Transporte y en la Secretaría de Transporte sin que se adoptaran las medidas necesarias. Es decir, el Estado argentino no cumplió con el control adecuado de la concesionaria.

Por lo tanto, será preciso involucrar, en segunda instancia, a los funcionarios sobre los cuales se depositó la responsabilidad de monitorear el servicio y garantizar el cumplimiento de los acuerdos relacionados con el transporte ferroviario.

Máquinas y vagones en mal estado, rieles y durmientes sin mantenimiento. Estaciones descuidadas y andenes resquebrajados. Todo a la vista, pero además denunciado puntualmente desde hace varios años.

Para todo eso, para resolver los aspectos operativos, el Estado destina una suma apreciable. Más allá de las consideraciones de la empresa, es ostensible que ese dinero no es aplicado a tal objetivo; la sociedad puede inferir que el mismo se disuelve en los bolsillos de los administradores.

Cuando todos esos factores se conjugan, el accidente es muy probable, y se transforma en delito. Porque se ha establecido aquello que los técnicos llaman "la escenografía del accidente". Es decir, una variedad de elementos que confluyen en que, más tarde o más temprano, se genere una distorsión que concluye en un problema que afecta la prestación y la salud del trabajador y del usuario.

Hasta ahi, un panorama bastante nítido de lo acaecido. Si no es un freno, es una barrera; tal vez un riel, quizás el rodaje de un vagón. Como delegados y especialistas han indicado oportunamente que el mantenimiento falla en todos esos aspectos, es lógico indicar que TBA es responsable. Y que los organismos de control no funcionaron.

Luces y sombras. El pensamiento antipolítico.

Ahora bien: siempre debatimos con franqueza sobre logros y falencias del proyecto nacional y popular en marcha. El concepto base sería el siguiente: los errores parciales, por graves que sean, no deben hacernos perder de vista los progresos ostensibles en el plano general económico, social y cultural. Y ese progreso general no debería forzar el ocultamiento de los temas irresueltos ni de las fallas comprobables.


A quienes hacemos La Señal Medios no nos gusta que nos corran con la vaina. Esto es: en las últimas horas, amparadas en el dolor de las víctimas, muchas voces se vienen alzando para que descartemos de plano todo logro general y no mencionemos la evidente alza productiva y la mejoría en el nivel de vida que, evidentemente, exigen un sistema de transporte nacional que no se encuentra a la altura de las exigencias sociales.

Pero lo que es justo, es justo. Si al evaluar esta tercera gestión kirchnerista no se mide el incremento del PBI, la mejoría en los ingresos populares, el desarrollo del consumo masivo y de los niveles de empleo, el crecimiento de la inversión y de los establecimientos productivos, si se pretende dejar todo eso de lado porque se registró un accidente que involucra -como hemos dicho sin ahorrar especificaciones- al Estado, estaremos arrojando al niño junto al agua sucia de la bañera.

Estos días han sido fértiles para el pensamiento antipolítico que puede sintetizarse así: "qué me vienen con datos y crecimiento, acá hubo muertos y la culpable es Cristina". Ese tipo de razonamiento es, habitualmente, sugerido por personas y sectores que en los 90 apoyaron las privatizaciones, que suelen desdeñar el parecer de los sindicatos y que en lugar de ofrecer soluciones exigen gritos, llantos y denuncias ampulosas.

Entonces, luego de evaluar con direccionalidad las grandes responsabilidades (reiteramos para que no se glose intencionadamente este planteo) de TBA, la CNRT y la SdT, vamos a señalar que la comunidad debe volver a pensar en profundidad qué equivocaciones ha cometido para poder elaborar un programa de acción vigoroso y adecuado a los tiempos que corren, ligado directamente a las necesidades populares.

Los privatistas ponen el grito en el cielo. ¿Quién llora y quién ríe por lo bajo?

En principio, quienes nos opusimos en su momento a las privatizaciones fuimos duramente cuestionados por una parte importante de una sociedad que estaba muy confiada y esperanzada en la hegemonía del liberalismo y la empresa privada. Esta franja nos dijo arcaicos, improductivos, prebendarios, deficitarios, "populistas". Los medios de comunicación desplegaron toda una batería de inexactudes y mentiras para convencer a la población de las virtudes de ese modelo.

Sin que mediaran autocríticas que dieran cuenta de errores particulares y colectivos que desembocaron en el quiebre nacional del 2001 y que deja sus esquirlas en estas empresas privatizadas que siguen monopolizando zonas del mercado, las mismas personas y los mismos sectores ponen hoy el grito en el cielo y pretenden anular las virtudes del gobierno nacional, con el objetivo político estratégico de ... volver a ese modelo que originó estos problemas.

No lo aceptamos. Esa fórmula ya se aplicó. Simbólica y prácticamente, la experiencia aliancista de reponer a Domingo Cavallo en el área económica para "resolver los problemas que él originó" resultó un fiasco, porque el economista liberal hizo lo único que sabía hacer: profundizó el modelo liberal, concentrador, financiero, antiproductivo e ineficiente. Entonces, se podrá decir lo que se quiera de las actuales autoridades, pero no que la solución es volver atrás.

Vamos más cerca, más duro. Cuando, ya en tiempos recientes, los trabajadores del ferrocarril fueron anunciando medidas y protestas debido a la falta de condiciones laborales adecuadas y a deficiencias en el mantenimiento del servicio, buena parte de los pasajeros, de los medios y en general de la población, se indignaron porque -en la misma línea de pensamiento antipolítico- "no quieren trabajar" o "los sindicatos piden cualquier cosa" o "a mi que me importa, quiero que salga este tren".

Las grandes y heroicas huelgas ferroviarias contra las privatizaciones en los 90, fueron realizadas por los obreros para que ésto no ocurriera. Digàmoslo directamente: para que el accidente de Once no se generara. También lo hicieron para conservar fuentes de trabajo y para no permitir la descapitalización del Estado y el cierre de vías férreas importantes para la integración nacional en el interior del país.

Ningún medio, ningún opositor vociferante, han pedido perdón a aquellos trabajadores, y a los que hasta hoy han seguido reclamando por un servicio ferroviario y por empresas públicas ajustadas a las necesidades nacionales y populares. Pero se toman el atrevimiento de suponer y difundir que el problema radica en el proyecto nacional y popular vigente en el país desde el año 2003.

A menos que se descubra otro tipo de azar cósmico, las cosas no pasan porque sí y la historia habita entre nosotros. Entonces, mientras bregamos para que TBA, la CNRT y la SdT paguen por sus responsabilidades en esta tragedia con origen delictivo, también vamos a señalar que este es el decurso inevitable de una política privatizadora y antiproductiva que operó como big bang de los grandes dramas nacionales. A hacerse cargo, unos y otros.

Durante todo aquél período oscuro, una buena parte de los medios y de la sociedad creyeron las estúpidas manipulaciones de quienes, como Bernardo Neustadt, sostenían que los trenes en manos del Estado daban pérdidas. Se escandalizaban cuando desde Canal 13 y desde Canal 11, desde La Nación y desde Clarín, se "informaba" sobre las cifras destinadas al transporte ferroviario.

Evitaban decir que en todo el mundo los trenes suponen una gasto que en realidad es una inversión, pues su sentido económico no es directo, no se asienta en la venta del boleto, sino indirecto, situado sobre el transporte de mano de obra, productos y mercancías por el territorio nacional. La ganancia del ferrocarril está dada por el crecimiento económico nacional, no por las cifras manipuladas mezquinamente por quienes decían verdades mentirosas.

Todo eso ha de ser puesto en la discusión presente. Junto con el resto de los problemas sin resolver (petróleo, minería, finanzas) que habrá que analizar a fondo para buscar salidas hacia delante, y no disparatados retornos al origen de las dificultades.

No sea cosa que, mirando con lentes de aumento, nos encontremos con algunos rostros indignados que, sutilmente, sonríen para sus adentros.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Perdón? Quién le dio aire a los Cirigliano desde el 2003 hasta la fecha? Schiavi? Vamos, muchachos! Ustedes pueden más que eso!

Santiago Das Narrenschiff dijo...

Ja ja ja, el discurso de este sr. Fernandez suena a "no me peguen soy giordano".
Decir que los trenes son un desastre culpa del neoliberalismo es un poco mucho.
Una cosa es que el Estado se haga cargo de su responsabilidad, en épocas neoliberales tampoco lo hizo, esto sería controlar que se cumplan las condiciones de la concesión; la culpa no es de la política económica, los responsables son los funcionarios corruptos, los sindicalistas corruptos, los jueces corruptos. Decir que porque son privados no funcionan es tan pobre como decir que por ser estatales no funcionan.
Tampoco hay que olvidarse de la responsabilidad de los aduladores como Gabriel Fernandez. Los ecologistas tienen razón, si no controlas los trenes que están a la vista de todos, nadie se cree que a las mineras que están un poco más alejadas alguien las vaya a controlar.

Marcelo dijo...

Excelente analisis. Que no nos corran por izquierda o por derecha. A corregir y seguir adelante, el pueblo apoya a Cristina.

Anónimo dijo...

Esta nota me suena a mas discurso k. pan y circo es el nuevo lema.
Muy interesante el texto y la redacción. Sin duda el método k de escribir o hablar mucho y no decir nada. Jamás voy a negar los avances que aquí se mencionan, pero son mentiras. No se evoluciona realmente dándole a algunos lo que se le quita a otros. Si destinaran los 600 millones mensuales del fútbol y los 400 millones mensuales del automovilismo a mejorar y controlar todos estos temas, seguro no hubiéramos tenido muertos en un Cromañón, ni muertos en una estación de tren.
Si estuviéramos en 2003, no podríamos decir nada. Pero después de 9 años, ya no se puede hablar de otros culpables. Este gobierno se tiene que hacer cargo y punto. Desde meter presos a todos los responsables de TBA, como a todos los funcionarios públicos que no cumplieron con su deber.
Pero si no pasó nada con Cromañón, y la mayoría de los imputados están libres, con lo de once no va a pasar nada. Esto es un poco de espuma por un tiempo y en un año nadie se va a acordar.
Sr, Gabriel Fernandez. Usted me hace acordar. Por ejemplo, a los jueces que dejan libre a un violador, o a un asesino, o a un ladrón. Seguramente a usted no le violaron una hija, ni se quemo vivo un hijo en Cromañón, y seguramente su mujer no murió aplastada en un tren en once como si fuera una rata.
Toda la gente como usted habla desde lo intelectual pero tanta inteligencia no le da para ponerse un solo segundo en la piel o en los zapatos de quien padece estos desastres.
El día que tengamos la capacidad y la humanidad para ponernos en lugar del otro, las cosas van a cambiar. De lo contrario siempre va a ser lo mismo.
Que goce de buena salud y que siga viviendo en la fantasía de un gobierno mentiroso.
Saludos cordiales.