Leemos a Franco Vitali y Santiago Álvarez
Un tal Iván
El gordo Heyn, a fines de los 90, a principios del 2000, era gordo de verdad. Hay una crónica publicada en Clarín en la que se relata su llegada a la presidencia de la FUBA. La foto mostraba a un gordo Heyn con su infaltable mochila y bicicleta, transpirado por el calor de ese verano fatídico temporada 2001-2002, con una Heineken fresquita en la mano.
El periodista hacía un juego de palabras entre el apellido del gordo y la marca de la cerveza, mientras ejecutaba un análisis erróneo de lo que significó aquella victoria en la FUBA, luego de 18 años ininterrumpidos de ser gobernada por la Franja Morada: el periodista creía que era una victoria antipolítica, envalentonado por las ganas de que se vayan todos que dictaba el clima de época.
Pero Iván y todos los que él representaba (nosotros hacía muy poco que lo habíamos conocido y que militabamos con él), venía a la escena pública para hacer política. Era, ante todo, inclusive antes que economista, un militante político. Bah, el gordo era el ejemplo caminante de que el mundo de la economía y el de la política cierran juntos o no son nada...
1 comentario:
Que pelotudo y no juzgo ninguna conducta privada, pero digo...que pelotudo!!! Tanto Melconian suelto y éste pelotudo viene a morir así. Cuando un hecho tragico es tan gratuito el abismo existencial es un estupor indefinible en el que no hay una puta razón válida para agarrarse de algo. Nada. Sólo el vacío de no terminar de enteder porque la parca elige tan ridículamente mal últimamente.
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