7/06/2011

deben ser los gorilas deben ser

Inscripto en la polémica sobre superación , agotamiento, abandono del peronismo como modalidad de discurso y organización en el actual despliegue de la experiencia kirchnerista, leemos a Hugo Presman analizar diversas variantes, algunas muy mononas, del antiperonimo más o menos contemporáneo.

Agotada como parece que está la etapa del gorilimo antiperonista cerril y militante, estas son las variantes de antiperonismo cool que detacta Presman:

Hay distintas versiones de antiperonismo. Los que se opusieron visceralmente por lo transformador del peronismo. Los que lo corrieron por izquierda afirmando que sólo era maquillaje y la cosmética influía sobre las posibilidades de combatividad de la clase obrera. Los que lo consideraban fascista y muchos años después muchos de sus hijos lo siguieron por socialista y terminaron enfrentándolo por no hacer lo que ellos consideraban que tenía que hacer. Intentaban darle lecciones de peronismo a Perón.

Los que levantaron una Evita revolucionaria a la que sujetaba y limitaba un Perón conservador. Su prematura muerte, la hace permanecer siempre joven y especular qué sería en la actualidad, siempre funcional a las expectativas de quienes sugieren una dicotomía no verificable en la realidad cuando la misma transcurría. Incluso en los últimos años se ha levantado un Cámpora revolucionario contra un Perón conservador. Diferentes variantes que reemplazan la realidad por los deseos. Lo que queda empalidecido si se recuerda que el italiano Gino Germani, el creador de la carrera de sociología, se fue del país ante su imposibilidad de entender al peronismo.

EL EVITISMO

El evitismo es una de las variantes del antiperonismo. Hace poco tiempo se dio el siguiente intercambio de opiniones entre Alejandro Dolina y el técnico de fútbol Ángel Cappa.

Cappa: “…Yo era peronista de base: cuestioné a Perón que no era revolucionario. Evita sí. Perón quería un capitalismo bueno: 50% para los obreros, 50% para los capitalistas. Es un absurdo porque no hay un capitalismo bueno” “… Había un verticalismo nefasto para la clase obrera…”

Dolina: “…Cappa es más claro hablando de fútbol que de política. No se puede reducir al peronismo a esos términos… No siempre se puede esperar una revolución definitiva…Conseguir que personas que jamás han tenido vacaciones, las tengan; que jamás hayan tenido zapatillas, las tengan, que jamás tuvieron dignidad y la tengan…es una revolución…No se puede negar que Perón desató una revolución inédita en el país. Eso de Perón malo y Evita buena, me suena a cuento infantil…”

En las aseveraciones del director técnico hay un collar de equivocaciones. Perón fue un transformador burgués que realizó cambios y modificaciones de una magnitud que provocaron el odio visceral del establishment, que lo exilió durante 18 años. Propuso y concretó un modelo de desarrollo capitalista nacional, estado de bienestar con distribución del ingreso que llegó a superar el 50% para los trabajadoeres.

Su irrupción en el marco de la Argentina agropecuaria, fue un salto cualitativo trascendental que explica el arraigo y perdurabilidad del peronismo, por encima de sus contradicciones y contramarchas. Evita fue el complemento ideal de un proceso de crecimiento y distribución que iba en auxilio de aquellos que aún no conseguían disfrutar del cambio de sus condiciones de vida.

Evita, una mujer excepcional, se explica a partir de Perón. En cambio, el camino inverso es un sendero que nos lleva a la mitología pero no a la historia.

Muchos se sorprenderán de enterarse que un conspicuo gorila como el ensayista liberal Juan José Sebreli, que transitó por el marxismo y coqueteó con el peronismo es uno de los precursores del evitismo en la década del sesenta. Escribe Fernando Luis Beraza en su libro “Antiperonistas, los que forjaron otra mirada”: “Las realizaciones de la “compañera Evita”, más asentadas en las inquietudes personales de la primera dama que en razones ideológicas, eran para Sebreli una de las causas de la falta de perspectivas que había tenido el peronismo revolucionario.

Aquí llegaba a una alquimia de la que años después se corregirá: que el ala que conducía Evita era el peronismo revolucionario. Parafraseando a John William Cooke, arribaba a la misma conclusión: dentro del mismo movimiento conviven un ala burguesa y otra revolucionaria.

Lo que diferenciaba a Sebreli del intelectual peronista era que Cooke ponía al General Perón como conductor de la revolución. En cambio para Sebreli, Evita era el emblema del ala jacobina- revolucionaria, representativa de la clase trabajadora y la clase media baja. Por otro lado, estaban las corporaciones empresarias y burocracias obreras que impedían la instalación del poder popular o evitismo.

En este esquema Perón- como sostendrán más adelante distintos grupos de extrema izquierda- era un líder burgués contrarrevolucionario, que por cuestiones tácticas del momento había decidido anular al sector jacobino o evitista. En conclusión, Sebreli en “Eva Perón ¿ Aventurera o militante?” Sebreli le daba a Evita un papel revolucionario, el cual será reinterpretado en los setenta por los jóvenes peronistas como el emblema de la revolución socialista a realizar.

En realidad, la idea de una Evita combativa representaba una forma de antiperonismo de izquierda. Se trataba de disminuir y desvalorizar la figura de Perón erigiendo en su lugar a Evita”

EL CAMPORISMO

Héctor J. Cámpora fue un político conservador, cuya virtud más destacable era una lealtad blindada, hacia Evita primero y luego a Perón. Delegado personal del líder exiliado concretó el operativo retorno. Ante la cláusula proscriptiva del 25 de agosto de 1972, que imposibilitaba a Perón ser candidato, el general decidió designar candidato presidencial a su delegado personal acompañado por otro político conservador como Vicente Solano Lima. Desconforme el sindicalismo, el peso de la campaña electoral lo llevó la juventud peronista de la tendencia revolucionaria.

Luego de la victoria, Cámpora se recostó decididamente en el sector juvenil que obtuvo inserción en ministerios, que se sumó a las gobernaciones obtenidas. Cuarenta y nueve días de una primavera con ciertos rasgos de juvenilia, no debieron hacer olvidar que Cámpora estaba ahí por la proscripción de Perón y que el proyecto del ex presidente del acuerdo social se contraponía al que se desplegaba bajo el paraguas de Cámpora, más bullicioso que de concreciones reales. Con Perón en el país, la suerte de Cámpora estaba echada.

Cuando Perón quiso realizar su programa histórico encontró la resistencia de los sectores juveniles y el apoyo de los sectores sindicales y del empresariado nacional. Ante los desaires de Perón, desde la tendencia y con Miguel Bonasso como inspirador se elevó la figura de Cámpora y de Evita y se bajó la de Perón. Cámpora, el delegado, se convirtió en el símbolo de la revolución que no pudo ser y Perón, a quien el establishment proscribió durante 18 años, en el caudillo conservador.

VARIANTES DEL ANTIPERONISMO

Desde el 2003, hay una interpretación de los setenta que sintoniza con esta visión. Se observa en las numerosas agrupaciones y emprendimientos que llevan el nombre de Evita y que sectores juveniles adopten el nombre de Cámpora. El kirchnerismo recuperó la presencia de Perón en los últimos años, cuando la resistencia a sus iniciativas se volvió destituyente.

Indudablemente el kirchnerismo en sus realizaciones es la continuación más clara del peronismo histórico. Su interpretación histórica recoge la visión de los hechos de la tendencia, a lo que se sumó el horror de haber sido, la mayor parte de sus militantes, víctimas del terrorismo de estado.

Esta interpretación pasa por alto los gruesos errores políticos, que van desde la militarización que desplazó a la política, al paso a la clandestinidad, desde el asesinato de Rucci a las 48 horas que Perón ganara con el 62% de los votos, al haberse alejado de las masas y terminar siendo una patrulla perdida. Desde el secuestro de los hermanos Born, el asalto al regimiento de Formosa, que fue funcional al golpe que se preparaba, a la subestimación del poder de fuego del ejército regular. Luego el haber protagonizado la demencial contraofensiva 1979/1980.

Una vieja expresión campestre es la que afirma que “ en los caminos largos se emparejan las cargas.” Con la historia suele pasar algo parecido. En este caso, no es el camino sino el tiempo, lo que pondrá a cada protagonista en el lugar que le corresponde.

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