distribución, concentración y heterogeneidad del mercado de trabajo

Ayer, junto al enviado del FMI, Aimé Bidú, analizábamos la situación distributiva actual donde se observan mejoras notables respecto del año 2003 y, obviamente, aún mucho por caminar en dirección a mejorar la situación de todos y todas, quienes y quienas, para así, ahora sí, iniciar el post kirchnerismo y cambiar lo malo y mantener lo bueno, digamos.

Recordamos que cuando Néstor asume, el coeficiente GINI estaba en 0,56, clavó 0,43 en los finales de 2010. La brecha entre el 10% más rico y más pobre de perceptores estaba en 32 veces, hoy con la AUH asignada sobre 3,7 menores de 18 años asciende a 17 veces.

La incidencia de la pobreza, que era de 54% en 2003, hoy es de 22,3%, y la indigencia, que ascendía a 27%, hoy se estaciona en 5,7%.

Sin embargo, estamos aún lejos de los indicadores de 1974, GINI 0,35, brecha 12 veces, pobreza 6%, indigencia 2%. Una de las claves de la lejanía es la calidad del empleo y su condición de formalidad. Mientras hoy el 38% de los empleados bajo relación de dependencia está informalizado, en el año 1974 sólo el 14% trabajaba en negro.

La segunda gran cuestión resulta la asimetría al interior mismo del mercado de trabajo formal, donde ya señalamos que el 20% de la cúspide de la pirámide se apropia del 52% de la masa salarial total y el 30% de la base apenas del 9,8%.

No disponemos de datos comparables del año 1975, pero la homogeneidad salarial en el mercado de trabajo formal, si bien era discreta, resultaba mayor que la existente hoy, aunque se observaran núcleos de trabajadores formalizados mejor pagos, en ese entonces nucleados bajo la representación gremial de la UOM, como hoy, efecto de la desindustrialización iniciada con la dictadura y profundizada en los años '90, los trabajadores formales mejor remunerados se nuclean en un gremio de servicios como, por citar un caso paradigmático, Camioneros.