psicoanálisis del jóven napia

En Ramble simpatizamos con el personaje lo admitimos. Muy regocijados advertimos entonces que cuando Moyano señala que Willy Moreno "es un hombre que con todas las críticas que recibe, a veces descarnadas, defiende el poder adquisitivo de los salarios, porque no permite que aquellos comerciantes que existieron toda la vida, remarquen las mercaderías más allá de lo que corresponde" se agiganta el mito del matador populista, que tanto seduce en este blog. Por otra parte acá pensamos que es facilmente contrastable que en la polémica Moreno-Lousteau , el establishment económico en general se alínea con el Ministro de Economía en pos de dicutir ya no los pobres resultados actuales del control de precio de la batata, que les importa menos que nada, sino la validez del instrumento regulatorio mismo. Sin embargo, como advertimos en Ramble tras cada uno de estos dos nombres existe una discusión imaginaria acerca de mayor o menor intervención estatal en la economía. En el marco del actual gobierno, la disputa no tiene sentido. Esta gestión habrá de intervenir o no de acuerdo a lo que dicte el tablero de su propia agenda y sostener la incertidumbre acerca de su probable actitud ese es "su programa". Mucho se critica también los muy malos modos de Moreno, su vocabulario soez del tipo "A ustedes me los ...de parado" etc. Pues bién, probablemente la impostura sea cierta, desconocemos la veracidad de los episodios que se narran acerca de la prepotencia y mala lengua del funcionario. De todas formas, Ramble sostiene que si existieran deben interpretarse a la luz de una especie de psicoanálisis del matratador maltratado. Sucede que la formación política e intelectual del jóven napia fué tributaria de una época donde los empresarios tampoco se venían con chiquitas. Por citar un caso emblemático, habría miles más, recordemos que en el año 2004, la Ford Motor Company tuvo que defenderse en propio territorio norteamericano, acusada de haber colaborado con la represión ilegal durante la última dictadura argentina. La demanda, presentada ante una Corte Federal de Los Angeles, sostenía que la empresa automotriz fue partícipe en los crímenes de lesa humanidad que se cometieron dentro de su planta de General Pacheco. Entre 1976 y 1978, veinticinco delegados gremiales fueron secuestrados en sus puestos de trabajo y luego torturados en el campo de deportes de la misma fábrica que funcionó como centro clandestino de detención. Toda la nota acá. Claro que los tiempos han cambiado, y ahora las empresas no secuestran trabajadores , ni prestan sus instalaciones para campos de exterminio masivo de delegados. Solo algunas, aunque (ay!) no taaaan pocas, ni (ups!) taaan chiquititas, aún los hambrean e informalizan. Y eso, sí que es un gran avance, no? Ole ole ole ole, napiaaaa, napiaaaa!!!