Gran elección de Lula.
Votos al PT en primera vuelta desde la primera elección de Lula:
- 1989:16,08% (Candidato Lula)
- 1994: 27,04% (Candidato Lula)
- 1998: 31,7 % (Candidato Lula)
- 2002: 46.44 % (Candidato Lula)
- 2006: 48.61 % (Candidato Lula)
- 2010: 46.91 % (Candidata Dilma)
- 2014: 41.59 % (Candidata Dilma)
- 2018: 29,28% (Candidato Haddad)
- 2022: 48,43 % ( Candidato Lula)
El escrutinio delineó un escenario de extrema polarización, en el que los dos candidatos principales se quedaron con más del 90% de los sufragios, devorándose a los y las postulantes menores y probando, una vez más, que en esta era y por lo menos a nivel regional, las avenidas del medio no son anchas ni angostas, sino que no existen.
Lamentablemente, en los últimos años se produjo una fuerte desindustrialización del país, que afectó el desarrollo de los Parques Industriales también.
La participación de la industria en el PBI cayó del 46% en la década del 80 al 22,7% en 2015.
En este contexto Lula perdió la centralidad electoral de los trabajadores industriales, cambió la base electoral producto también de los límites del segundo gobierno suyo y los estragos del gobierno de Dilma, (ver nota relacionada) , que tuvieron más que ver con el modelo neoliberal clásico que con una propuesta popular democrática.
En ese cambio en el electorado lo que el politólogo brasileño André Singer, portavoz y secretario de prensa de Lula hasta 2006, ha denominado «lulismo».
El apoyo a Lula ya no se basa, como en las décadas de 1980 y 1990, en el deseo de una ruptura con el pasado o de un cambio profundo, sino en la expectativa de contar con un Estado lo suficientemente fuerte como para mejorar el nivel de vida de la población –y de los más pobres en primer lugar–, pero sin una radicalización política o una movilización de masas permanente que amenace el statu quo.
El lulismo devendría así en una forma de reformismo débil y de conciliación permanente con las elites políticas y económicas tradicionales. Vean el mapa tras la elecciones de ayer.
Todo soja y Puerto de Santos , zonas de gran hegemonía bolsonarista. Les recuerda algo?Al optar por apostar todas sus fichas a la actividad gubernamental y a las constantes mediaciones, el pt se ha convertido en un partido dominado fundamentalmente por los parlamentarios y administradores, y por los burócratas que controlan los votos de los afiliados en las convenciones partidarias. Los movimientos sociales y los sindicatos, que eran el núcleo de la identidad del PT y el centro de los otrora animados debates internos, se han vuelto cada vez más secundarios.
Así las cosas siendo que el estado de São Paulo sigue siendo el colegio electoral brasileño más grande, con el 22,16% de todos los votantes. Esto significa que uno de cada cinco electores del país vota en São Paulo donde Lula perdió categóricamente y tras Minas Gerais, con el 10,41% del total de votantes y Río de Janeiro, con el 8,2% regiones muy idustrializadas, se comprende cual es la clave de esta segunda vuelta para el lulismo: Mejorar en Sao Pablo y Río de Janeiro, que representan el 30,4% del padrón nacional y en especial sobre los trabajadores industriales, antigua y central base electoral del PT hoy muy lateral.
Sobre estos dos estados industriales es donde Lula debe mejorar la performance, el peso padronal y de distritos industriales es nítido.
Según datos de 2015 podemos mencionar que:
- San Pablo cuenta con 458 distritos industriales, 168 condominios empresariales, 41 “arranjos productivos” (clusters), 3 polos industriales y 20 parques tecnológicos.
- En Río de Janeiro hay 10 distritos industriales, 12 condominios empresariales, 22 arranjos productivos” (clusters) y 2 polos industriales.
- Minas Gerais cuenta con 48 distritos industriales, 11 condominios empresariales y 33 “arranjos productivos” (clusters)
- Bahía tiene 14 distritos industriales, 18 condominios empresariales, 9 “arranjos productivos” (clusters) y 1 polo industrial
- En Goias hay alrededor de 60, en Rio Grande Do Sul 20 y en Rio Grande Do Norte 6.
Esa limitación ideológica también podría jugar en lo económico, más allá de que la promesa lulista de eliminar el techo del gasto público impuesto por Michel Temer tras la conspiración que derribó a Dilma Rousseff, podría resultarle cómoda al establishment político. Sin embargo, el contexto internacional es mucho más hostil que el de 2003-2010, cuando los precios de las materias primas volaban y el dinero se conseguía barato en los mercados. La pospandemia y la guerra en Ucrania encuentran a Brasil con una inflación que hace poco superaba el 12%, que ahora se ha moderado hasta un todavía muy alto 8,5% –a costa de supertasas de interés–, y con una perspectiva de crecimiento débil para los próximos años. Ni Lula ni nadie tiene la fórmula de la felicidad de los pueblos y el "hambre cero" puede resultar hoy más difícil de lograr por mucho empeño que se ponga.
brasil: ya no es dilma quien nos gobierna. es el ajuste.
Interpretaciones sobre la encuesta de Datafolha, publicadas en el diario del martes (18), están por todos lados.
El cuadro es horripilante: 62% cree que el gobierno es malo o pésimo. Pero más que los números, lo que impresiona es el cuadro o la tendencia. En la última encuesta, a inicios de febrero, este indicador era del 44% y nada indica que dejará de subir. Dilma pierde apoyo entre los pobres y entre su electorado tradicional, de manera vertiginosa.
Es una presidenta debilitada, desmoralizada y sin credibilidad por haber prometido una cosa en la campaña electoral y practicada otra al asumir su segundo mandato. Atacada por todos lados, de derecha a izquierda, la mandataria trata de producir hechos, tales como la ley contra la corrupción y el plan de campañas de marketing. Pero hay un factor en la gestión petista avalada por la derecha y sus voceros en los medios de comunicación. Es su política económica de ajuste fiscal rígido y control de las cuentas públicas, que nos está hundiendo en una recesión de proporciones incalculables. 1 rasil: Crisis por la derecha y la izquierda. Dossier www.sinpermiso.info
No es otro el sentido del principal editorial del diario O Globo del último miércoles, titulado “Dilma mira hacia adelante al apoyar el ajuste de la economía”. “La reconocida competencia y credibilidad del ministro de Hacienda, Joaquim Levy y su equipo, no fueron vistas por los mercados como suficientes para asegurar la ejecución del ajuste, porque la presidente Dilma no parecía completamente convencida de la necesidad de este cambio. Sin embargo, ahora que la Presidenta defendió públicamente con énfasis la política de su nuevo equipo económico, reconociendo que el país no reaccionó a lo que antes había puesto en práctica”. Atención: O Globo es el diario de la misma emisora de TV que se lanzó a convocar las protestas conservadoras del fin de semana.
El texto es revelador: el ajuste se ha convertido en el real garante del mandato presidencial. Olvídate de las políticas sociales, de la “Patria Educadora” y de las políticas sectoriales de aquí y allá. La obsesión oficial es el ajuste. Si Dilma cambia su política económica, perderá su base de sustentación en el mercado financiero.
Es este sector que considera su gobierno óptimo y bueno. (Con una tasa de interés del 12,75% al año, hasta hoy). El ajuste dejó de ser una opción para el gobierno. Es su propia razón de ser. Si el ajuste termina, el gobierno cae. Por lo tanto es muy remota la posibilidad de que Joaquim Levy sea despedido. No es una casualidad que toda la bancada petista lo aplaudió de pie en el encuentro del lunes16M. Ni el PMBD llegó a tanto.
La contracción, los recortes, el brutal superávit y toda la catilinaria del neoliberalismo heavy metal – que Dilma acusó a Aécio Neves de querer implantar – llegó para quedarse. No es Dilma quien nos gobierna. Es el ajuste.
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Gilberto Maringoni, profesor de Relaciones Internacionales es un veterano periodista y militante de la izquierda brasileña Traducción para www.sinpermiso.info : Carlos A. Suárez
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