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3/19/2020

sintonía ...


El doloroso parto de un presidente

Hacia la reivindicación del rol del Estado

El combate al coronavirus está pariendo a Alberto Fernández como presidente, lo cual requiere de bastante más que de un resultado electoral favorable. Puede de entrada sonar desubicado esto, en el marco de un desastre humanitario de proporciones. Lo cierto es que tanto la salida de una pandemia como el día posterior demandarán un liderazgo fuerte. Si algo ha enseñado este desparramo global es que hacen falta Estados (y conducciones de los mismos) fuertes.


Luego de cuatro años de macrismo, que se forjaron en el segundo mandato de CFK, período durante el cual, como alguna vez lo definiera Martín Rodríguez, se instaló casi que gobernar es delito, repentinamente muchos regresan hacia la reivindicación del rol del Estado. De éstas no se sale con decisiones individuales. Se imponen coordinaciones superiores, que ahora son exigidas hasta por quienes usualmente denuestan lo público y reclaman su desfinanciamiento.

Para colmo, las actitudes miserables de buena parte del empresariado, que durante el ciclo que se cerró en diciembre último increíblemente habían tomado papel de víctimas, van progresivamente amigando a gente que rechaza la política con la idea de un presidente que castigue abusos.

No es casual que Alberto diga que “se terminó el país de los vivos”, que quiere ir personalmente a buscar al bestia que golpeó salvajemente a un guardia que simplemente le reclamaba el cumplimiento de la cuarentena o que va a mandar a órganos estatales a “perseguir” (textual) a quienes aprovechen la pandemia para aumentar precios injustificadamente. Tomó nota de que eso se le pide, de que está cayendo bien ese discurso, y así construye identificación. ¿Se acuerdan cuando en los cacerolazos de 2012 se hablaba de ‘GestAFIP’?

El Presidente fue candidato y venció a caballo de la idea de la moderación. Pero para salir del pantano del cuasi default con estanflación e instrumental roto que le dejó Mauricio Macri necesita mayor rudeza. ¿Cómo aplicarla cuando se prometió lo contrario pero resulta imprescindible? Sólo que lo obliguen. Que quienes convencieron de que algo era malo, evidencien lo opuesto. La angurria de esta emergencia, a decir verdad, se olía en la poca predisposición a colaborar con la que de por sí dejó Macri: por caso, fue escrito aquí, el lock out sojero de la semana anterior. El COVID-19 visibiliza más violentamente prácticas antisociales que ya se registraban. También se advirtió que, de persistir, empujarían al jefe de Estado al decisionismo que venía evitando.


Mientras Fernández se frota las manos, listo para sentarse a la mesa que sus rivales le están sirviendo, Cristina volvió a irse a Cuba, ausentándose justo a la hora en que su elegido encaja en rol de jefe. Y hay quienes todavía dudan de la sintonía de ese coctel. Pobrecitos.

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