Alberto en su laberinto
Artemio López (*)
El gobierno del Frente de Todos explicitó sus objetivos, al menos los de su primer tramo de gestión. Tras la debacle que propició el macriato, se intentará beneficiar en primera instancia a los que menos tienen, tanto en materia de restricciones alimentarias cuanto de ingresos.
Así pensó el Gobierno la reestructura de los beneficios previsionales y las tarjetas de alimentos, y seguramente esta impronta también signará el deseo oficial en las negociaciones paritarias: espera más mejoras para los salarios de la base de la pirámide.
Es muy probable que esta primera etapa sea acompañada por un tiempo relativamente extenso por buenos niveles de popularidad, pues es sabido que cuando el objetivo es reducir las manifestaciones más duras de la exclusión social, diversos segmentos sociales brindan amplio apoyo.
Lo hicieron en los inicios de la década kirchnerista durante la etapa win-win en la que todos ganaban y se reducían las manifestaciones extremas de pobreza, etapa que se extendió hasta finales del año 2006.
Las nuevas clases medias bajas, despauperizadas, pueden pensarse como uno de los resultados de este proceso, en tanto expresaron la mayor capacidad de consumo que benefició a una parte importante de la población.
Sin embargo, esta circunstancia de apoyo social ampliado y horizontal empezó a quebrarse tras la crisis de la Resolución 125, que más allá de errores fue un intento notable de distribuir el ingreso de manera más equitativa, captando renta agropecuaria extraordinaria.
La coalición social empezó entonces lentamente a angostarse, al tiempo que la oposición se expresaba aún sin liderazgo firme, archipiélago opositor que comenzaría a ordenarse siete años después, a partir de la derrota oficialista bonaerense en el año 2013 hasta culminar en la derrota del Frente para la Victoria en la segunda vuelta de noviembre del año 2015.
La conclusión de esta secuencia, que debe importar al actual gobierno cuando finalice su etapa de reparación de las heridas más graves del macriato la señalan Gabriel Kessler y Gabriela Benza (1)
“No debe darse por sentado que las coaliciones sociales que apoyaron políticas destinadas a ampliar la inclusión social también estarían dispuestas a dar su apoyo a la reducción de la desigualdad. La igualdad es muy exigente: no solo requiere medidas que eleven las condiciones de vida de la población de menores ingresos, sino también medidas que reduzcan la elevada concentración de los ingresos y del patrimonio. Es decir, la igualdad también exige prestar atención a las clases medias más privilegiadas y a las clases altas. Una disminución significativa de la desigualdad, en suma, supone que los grupos más favorecidos estén dispuestos a resignar recursos y privilegios. Esta dimensión de la desigualdad está poco presente en las agendas políticas posneoliberales, y cuando lo estuvo, en general encontró fuertes y persistentes resistencias sociales”.
Es muy pertinente el señalamiento. Cuando la etapa de reparación inicial y crecimiento sostenido (etapa win-win) cesó, en 2006, las coaliciones sociales que apoyaron al gobierno, que en aquel entonces aún encabezaba Néstor Kirchner, comenzaron a estrecharse sin prisa ni pausa y, años más tarde, tras el aparente plebiscito electoral de 2011, se produjo el primer efecto electoral contundente: derrota en el distrito emblema, provincia de Buenos Aires, por 12 puntos, en el año 2013 a manos del Frente Renovador.
Frente conducido por el diputado Sergio Massa, entonces frente opositor, que aglutinó electoralmente a buena parte de la clase media y media baja provincial, paradojicamente creación en muchos casos del proceso de movilidad ascendente inaugurado en el año 2003 por el mismo Frente Para la Victoria al que ahora daban la espalda. (2).
Frente conducido por el diputado Sergio Massa, entonces frente opositor, que aglutinó electoralmente a buena parte de la clase media y media baja provincial, paradojicamente creación en muchos casos del proceso de movilidad ascendente inaugurado en el año 2003 por el mismo Frente Para la Victoria al que ahora daban la espalda. (2).
El segundo efecto electoral de la etapa de reducción de desigualdad ya bajo los gobiernos de Cristina Kirchner fue que, paulatinamente, la oposición se unificó en torno a un solo liderazgo, a la sazón, el de Mauricio “slowhand” Macri, hasta hacerlo triunfar en 2015.
En fin, una vez concluida la etapa inicial de reparación a los más castigados que descartamos será exitosa, el gobierno de Alberto Fernández:
¿logrará evitar con más éxito que sus antecesores kirchneristas el estrechamiento de las coaliciones sociales que comporta la etapa de disminución de la desigualdad o volverá a ser derrotado por la oposición conservadora?
¿O tal vez y, más sencillamente, evitará transitar la etapa de ataque a la desigualdad?
Alberto en su laberinto, estimados lectores de PERFIL.
*Director de Consultora Equis.
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Notas
(1) Nuevas clases medias: acercar la lupa (Nueva Sociedad, febrero de 2020)
(2) Quienes han escapado de la pobreza no pueden ya recibir las transferencias destinadas a los hogares pobres, pero sin algún tipo de apoyo pueden ser incapaces de mantener y consolidar su nuevo estatus. No obstante, solo con el apoyo de las clases medias puede pensarse en la creación de una coalición social a favor de políticas públicas redistributivas. L. Paramio: «Conclusiones» en L. Paramio y C. Güemes: Las nuevas clases medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
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Notas
(2) Quienes han escapado de la pobreza no pueden ya recibir las transferencias destinadas a los hogares pobres, pero sin algún tipo de apoyo pueden ser incapaces de mantener y consolidar su nuevo estatus. No obstante, solo con el apoyo de las clases medias puede pensarse en la creación de una coalición social a favor de políticas públicas redistributivas. L. Paramio: «Conclusiones» en L. Paramio y C. Güemes: Las nuevas clases medias latinoamericanas: ascenso e incertidumbre, cit.
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