La austeridad de López Obrador frena la economía mexicana
JUDE WEBBER | FT
La obsesión del presidente de México por recortar gastos ha frenado el crecimiento del país, que este año no llegará ni al 1%. Sin embargo, sigue comprometido con sus políticas sociales.
En su primer año al frente de la presidencia de México, Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en una paradoja andante: es un populista que no quiere gastar. Su frugal Administración ha perdido a miles de trabajadores temporales a causa del recorte salarial diseñado para destinar más recursos a los programas sociales comprometidos por López Obrador.
El nuevo y poco experimentado equipo de Gobierno ha reducido sus desembolsos aún incluso habiendo recursos disponibles. Los inversores, preocupados por la dirección de sus políticas, también han moderado sus críticas. Como resultado, la economía mexicana ha reducido su crecimiento: para 2020 se espera un crecimiento que rondará el 0% mientras que el año pasado el PIB aumentó un 2%.
López Obrador, sin embargo, asegura que no abandonará sus promesas de pensiones más elevadas, ayudas al empleo para los jóvenes o sus controvertidos proyectos de ferrocarril, aeropuertos y refinerías.
Este compromiso podría poner en riesgo su compromiso de mantener la disciplina fiscal en la segunda economía de América Latina. Entonces, ¿será 2020 el año en el que López Obrador empezará a llevar a cabo políticas de gasto? "Abandonar las restricciones fiscales no será inevitable siempre y cuando las medidas de gasto que ponga en marcha sirvan para mantener la popularidad del presidente", asegura Alonso Cervera, economista Jefe Para América Latina en Credit Suisse.
El índice de popularidad de López Obrador se mantiene elevado, en el entorno del 65%. "No saben cómo gastar , así que es mejor que no lo hagan", explica Valeria Moy, directora del think tank mexicano ¿Cómo vamos?
Moy opina que las prioridades de gasto el Gobierno no facilitarán los cambios estructurales que necesita el país: "es preciso invertir en infraestructuras sensibles y generar confianza y yo eso no lo veo por ninguna parte", añade la experta. El sector empresarial y de negocios se está esforzando en mantener una buena sintonía con el Ejecutivo y se muestra dispuesto a invertir en el ambicioso programa de desarrollo de infraestructuras que Gabriel Lozano, economista Jefe de JPMorgan en México, califica de "interesante, tras un año deprimente".
Inversiones
Pero, para llevar a cabo esas inversiones es necesaria la implicación tanto del sector público como del privado y el Gobierno ha visto reducidos sus ingresos tributarios en un 2,5% durante los nueve primeros meses de 2019 a causa de la desaceleración de la economía.
"La inversión privada se mantendrá a la defensiva, mientras que la pública estará sometida al volumen de ingresos y a la naturaleza de los proyectos que se pongan en marcha", augura Cervera.
Aún incluso sin tener en cuenta los riesgos que penden sobre las previsiones de ingresos, el compromiso de López Obrador de alcanzar un superavit primario sin subir impuestos o aumentar el endeudamiento revela una actitud prudente que choca con su discurso nacionalista de izquierdas.
La gente que le conoce desde hace décadas asegura que López Obrador quedó muy marcado por cómo afectó a los ciudadanos la crisis que golpeó el país en los ochenta y los noventa.
En muchas ocasiones hace referencia con mordacidad a las políticas neoliberales llevadas a cabo en los últimos cuarenta años en el país, subrayando que fue un periodo de corrupción rampante y de división entre el rico norte del país y el sur, mucho más pobre. "Creo que intentará mantener la disciplina fiscal y cuando vea que es imposible echará la culpa al sector privado o a las agencias de ráting", opina Lozano.
El presidente ha sido acusado por parte de las agencias de calificación de acumular deuda e ignorar la corrupción, aunque también han valorado de manera positiva que haya plantado cara a los problemas de Pemex inyectando dinero a la problemática compañía petrolera estatal.
Los problemas de Pemex
A pesar de ello, Pemex podría sufrir durante la primera mitad del año una nueva bajada de su calificación hasta el nivel de basura a causa de un plan de negocio que el mercado ha calificado de poco realista. La compañía depende demasiado del Estado y los analistas creen que necesitará aún más recursos de los que ya ha recibido por parte del Gobierno si quiere enderezar sus maltrechas finanzas. Además, una rebaja en la calificación de Pemex podría impactar en la calificación de la deuda soberana de México, aunque el grado de inversión del país no está aún en situación de riesgo.
Un crecimiento menor en Estados Unidos durante este año también podría castigar la economía mexicana, por la alta inserción de su industria manufacturera en las cadenas de valor estadounidenses. Sin embargo, "Pemex es el punto débil", explica Moy.
López Obrador cree que la estabilidad del peso avala sus políticas. Pero los economistas se muestran preocupados por el empeoramiento de las previsiones de crecimiento y el deterioro fiscal.
Muchos de ellos están ajustando ya sus pronósticos en relación al crecimiento potencial de la economía del país y el presidente sufrirá una presión cada vez mayor para poner en marcha una impopular reforma fiscal que preferiría aplazar al menos hasta que pasen las elecciones de mitad de legislatura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
No Publicidad. No Copy Paste. No agravios personales. No amenazas.