Por: Mariano Fraschini
En las democracias de baja institucionalización sudamericanas la figura del presidente se convierte en la más relevante del sistema político. La sociedad, la opinión pública, los sindicatos, las cámaras empresariales, los partidos políticos y los otros poderes del Estado miran al primer mandatario cuando tienen que evaluar a la gestión gubernamental y el poder que ostenta el titular del poder ejecutivo. Los recursos con los que cuenta un presidente, entonces, se convierten en la forma más fácil de comprender la fortaleza o debilidad de un mandatario en nuestro continente. Estos recursos ofician como paraguas protector y son utilizados por el presidente a lo largo de su mandato. El ejercicio del poder presidencial consiste en no perderlos e intentar conquistar otros para mejorar su posición política institucional. ¿Cómo está terminando el año Mauricio Macri? ¿Qué nivel de recursos de poder ostenta o ha generado en el último tiempo? ¿Con cuántos recursos encara su último año de gestión y sus posibilidades de ser reelecto? A pesar de que el último mes del año suele ser intenso en cuanto a novedades políticas, y este emerge como menos turbulento de lo imaginado unos meses atrás, ¿Cómo ha tratado el mes de diciembre al presidente?
Desde el inicio de 2018 Macri ha perdido recursos de poder, eso es a todas luces evidente. En varias columnas de País Digital hemos analizado y descripto como el presidente ha tensionado su relación con los aliados radicales y de la Coalición Cívica (recursos partidarios), ha dejado en el camino aliados sindicales que otrora habían sido vitales en su triunfo electoral y en la concreción de “paz social”, junto a sectores empresariales ligados al mercado interno que hicieron oír sus críticas (recursos sociales), se ha registrado una ostensible disminución de la imagen presidencial y de los niveles de apoyo ciudadano (recurso social), y ha desgastado la relación con los gobernadores peronistas (recursos federales) y con una parte de los senadores justicialistas más afines (recursos parlamentarios). Esto no le ha impedido la aprobación de leyes clave, ni negociaciones puntuales con los actores sociales, pero los costos “económicos” e internos a su coalición se han despertado luego de dos años de tranquilidad en el propio frente.
El mes de diciembre, sin embargo, ha sido un tiempo político esquivo para el primer mandatario. Un rápido repaso a los avatares del último mes del año revela que la posición política institucional de Macri continúa conmoviéndose de cara al año electoral que se avecina.
Enumeremos indistintamente los sucesos más importantes: Luego de llamar a sesiones extraordinarias, el poder ejecutivo no pudo avanzar con las leyes más significativas para las cuales abrió las puertas del poder legislativo, ellas son la ley de financiamiento político y de las “barras bravas” entre las salientes; El poder judicial, con la Corte Suprema a la cabeza le ha dado importantes señales de “independencia” al líder de Cambiemos aprobando la inconstitucionalidad del índice “macrista” para calcular los haberes jubilatorios, y quitándole poderes administrativos y financieros a su presidente, el cortesano más permeable a los intereses del gobierno. Asimismo, los llamados a indagatoria de su familia (padre y cuñado) y el reciente a su ministro Oscar Aguad (por la histórica deuda del Correo Argentino) revelan que el judicial dejó de ser un poder “amigable” con el poder ejecutivo. Por el mismo andarivel se comprenden la pérdida de la mayoría en el Consejo de la Magistratura a manos opositoras, y las críticas que en conjunto le confirieron a la administración Cambiemos la UIA, las dos CTA, la CGT y la Iglesia en un reciente documento. El contexto tampoco colabora con el devenir reciente. El aumento de los índices de pobreza y de desempleo, la recesión que se profundiza y el riego país a niveles históricos marcan condiciones muy desfavorables para el año que comienza.
El Papá Noel flaco es el fin de la metáfora. pic.twitter.com/cTdmjitbJA— Juan Agosto (@agosto) 21 de diciembre de 2018
Como se observa, el primer mandatario no ha podido generar en estos últimos meses un aumento significativo de sus recursos de poder, más bien por el contrario ha comenzado a disipar los que ostentaban en el ámbito del poder judicial y en el legislativo. El mes de diciembre ha sido uno en el que se ha manifestado de manera palmaria las dificultades del presidente en este contexto de penurias económicas. Más allá de haber logrado apaciguar las “amenazas sociales” que todo diciembre trae consigo, el primer mandatario ha debido enfrentar en el último mes del año sinsabores políticos que no se avizoraban luego de las reuniones mundiales del G20.
A escasos días de comenzar el nuevo año electoral, en donde se definirá la continuidad de la actual gestión, el presidente continúa manteniendo niveles de apoyo apreciables, pero que hoy no le alcanzarían para ganar en primera vuelta, y mucho menos en balotaje. Sin embargo, como encabezamos la nota, continua siendo el primer mandatario quien detenta la llave maestra para modificar el status quo y renovar las posibilidades de acrecentar (y/o recuperar) sus recursos de poder. También de seguir perdiéndolos, lo que no haría más que continuar debilitando su posición política institucional. El juego continúa abierto, aunque las posibilidades de renovar elencos y políticas públicas se achican al compás de la llegada del ciclo electoral.
A primera vista un menú electoral fragmentado emerge en el horizonte político. Aún quedan por disipar si efectivamente se desdoblan las elecciones en Ciudad y provincia de Buenos Aires. Ambas resultan determinantes para las chances electorales del presidente, y son recursos de poder que Macri, se especula, hará jugar en su favor. La oposición también moverá sus cartas y se encuentra en una situación inmejorable para hacerlo. El armado electoral del PJ no kirchnerista con epicentro en los gobernadores peronistas y en figuras como Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto en torno a “Alternativa Federal” y la persistencia del liderazgo político de Cristina Fernández de Kirchner alrededor de “Unidad Ciudadana” evidencian que la oposición observa con optimismo el devenir electoral. Muy lejos de los deseos presidenciales de las “cuatro o cinco” ofertas peronistas, la reducción a dos alternativas revela las posibilidades concretas de la oposición de desplazar a la alianza Cambiemos.
Se va terminado el 2018. Un año intenso y difícil en lo económico y social. Con la esperanza de un año entrante promisorio en ambos ámbitos, esta columna saluda a sus lectores y lectoras con los mejores deseos para el 2019.
a ese papa noel no le llegó el segundo semestre
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