CLAVES DE LECTURA
En octubre la economía se contrajo un -4,1% respecto del mismo mes de 2019, siendo el séptimo mes de impacto negativo por la pandemia COVID19. En los primeros diez meses de 2020 se registra una caída anual de - 9,4%. Mientras tanto, el indicador en términos mensuales sin estacionalidad presentó un crecimiento de 1,2% respecto a septiembre.
Como venimos marcando hace varios meses, la oferta viene creciendo de manera errática, pero con crecimiento al fin, sobre todo acompañada por inversiones en construcción y maquinaria y equipos. Pero, el consumo no logra repuntar y esto viene de la mano de una caída sostenida de los ingresos reales, agravado por la aceleración de la inflación que se vio en octubre.
No solo la recuperación de la economía después de la pandemia tiene forma de raíz cuadrada invertida, sino también que esta comienza a presentar forma de “serrucho” haciendo que la misma parezca un sube y baja y atente contra la estabilidad económica, condición necesaria pero no suficiente para una recuperación exitosa.
Por el lado fiscal, el resultado de octubre volvió a marcar una reducción en la brecha entre gastos y recursos, que aún se mantiene en niveles elevados. Mientras que a lo largo del 2020 el déficit fue cubierto de manera casi exclusiva por el financiamiento monetario, en el mes de octubre se había abierto un espacio para el financiamiento mediante las emisiones de títulos dólar linked. Sin embargo, en el mes de noviembre la estrategia financiera se volcó nuevamente hacia las emisiones en pesos, lo cual dejó un balance menos entusiasta sobre las posibilidades de acceso al financiamiento en esa moneda.
Esto pone un foco de alarma en el frente cambiario, que en los últimos meses se había estabilizado, luego del cambio fuerte de timón que mostraron las políticas del BCRA. Dicha estabilización se logró gracias a tres elementos vinculados con la absorción y el manejo de la liquidez. En primer lugar, justamente la mayor absorción por parte del Tesoro con la colocación de bonos dólar linked. En segundo lugar, la aplicación de una política monetaria decididamente contractiva; y, por último, las señales vinculadas con la reducción de la asistencia monetaria por parte del BCRA para el financiamiento del déficit fiscal.
En base a las señales que está enviando la política macroeconómica, no es impensable una estrategia que tenga como referencia apostar por una normalización de la monetización de la economía como ancla nominal de cara al año que viene, acuerdo con el FMI mediante. |
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