Pagni: la lógica de la circulación de datos – Por Horacio González
Horacio González analiza en este artículo el método de la dialéctica de la incógnita que Carlos Pagni utiliza en la elaboración de piezas políticas aparentemente basadas en un periodismo de información y de circulación de datos, que se convierten en zonas claves del periodismo ideológico, y que tiene como hipótesis inmediata, clavar espinas envenenadas en el corazón del enemigo.
Por Horacio González*
(para La Tecl@ Eñe)
La figura de Carlos Pagni, ha suscitado en diversas ocasiones la atención de quienes discuten la elaboración de piezas políticas aparentemente basadas en un periodismo de información, que se convierten en zonas claves del periodismo ideológico, el periodismo que tiene como hipótesis inmediata, clavar espinas envenenadas en el corazón del enemigo. Esas flechas embebidas en curare -el gran veneno del Amazonas-, salen de la ballesta de Pagni, que no es el único, pero es uno de los más encumbrados magnates de la palabra, que aunque no es una palabra directamente empresaria, debería figurar en la AEA del editorialismo político, cargado con metodologías de escrituras de mayor pulimiento que otras menos sutiles. Una AEA no hecha de las insinuaciones libidinosas al Ministro de Economía para bajar impuestos empresarios, sino una AEA en tanto organización capicúa del verbo finamente emponzoñado.
Finamente, decimos, porque en efecto, Pagni utiliza siempre el filo de un conjunto de insinuaciones cargadas de misterio. Por ejemplo, cuando escribe respecto a la compra de la “operación de Telefónica” -en una de sus últimas notas “analizando” la carta de Cristina sobre la Corte Suprema-, que “se menciona” el interés del “Grupo Olmos”, estrechísimamente “ligado a la Unión Obrera Metalúrgica”. Los Olmos, dice Pagni, trabajan en esta acción desde hace meses para armarle a todo esto un sustento financiero. “Quienes conocen las tratativas, entre ellos algunos gestores de negocios cercanos a la familia Macri, afirman que todavía no se consiguieron los avales bancarios…” etc. Y sigue: “En el entorno de Olmos circula un dato más que relevante: que Máximo Kirchner está al tanto de la operación…” Y nuevamente: “Este dato no ha podido ser comprobado en el equipo del diputado”. Y concluye el parágrafo luego de mencionar las deudas del grupo Olmos con la AFIP, que con esta operación serían refinanciadas. Concluye que “ayer se tomó contacto con directivos del Grupo Olmos que prefirieron mantener silencio sobre la consulta”.
Esta secuencia, como casi todas las de Pagni, merecerían ser estudiadas en una Escuela de Periodismo -recomendablemente en la materia “Datos no comprobados y silencio ante consultas”-, pues en todos los casos se trata de intervenciones de su propia persona, encubiertas en una proposición impersonal, “se tomó contacto”. El “se” pronominal reemplaza al sujeto “real” que tomó contacto, que puede ser el mismo periodista que adjudica su acción a un ente abstracto supra personal, que convierte la intencionalidad singular de la acción en un dato flotante. Que por un lado no se puede verificar, pero por otro lado lo verifican los que mantienen “silencio ante la consulta”. Este razonamiento circular pertenece a las más hondas raíces del ser conspirativo. Olmos, Macri, Kirchner, el paquete arácnido ha sido lanzado.
Pagni trabaja sobre la dialéctica de la incógnita, y ese es un recurso que siempre da buenos resultados. Veamos. A menudo escribe sobre algo que “es curioso” “Fue, es curioso, una recomendación de Gustavo Papini”. Este uso de la expresión curioso quiere decir en el lenguaje de Pagni que hay un enigma -una incógnita- pero cualquiera puede darse cuenta que la curiosidad consiste en un método que no es exclusivo de Pagni, pero él usa conscientemente. Se siembra la duda, la “curiosidad”, para decir que todo eso es verdad y no necesita validaciones. Esto ocurre en la realidad del texto: está escrito con dos tintas, una que recubre de incógnitas, a la obra que corre paralela por dentro. Esta afirmación, “es curioso”, tiene un rostro incógnito y su reverso tácito de verdad, toda la verdad. ¿Cómo se logra esto? No es tan sencillo. Dominando la “lógica de la circulación de datos” con una extrema ambigüedad que captura al lector, cuya avidez es la de acompañar al autor en el arte de trazar suposiciones sobre una fuerte base de relatos alternativos, existentes en el resto del periódico. Ellos contribuyen a sostener con trazos brutalmente directos los arabescos de Pagni. La realidad vulgar de esta trama, la escriben otros, y le permiten al articulista “de lujo”, que ha inventado su retórica con los velos de una Odalisca, que lo que los demás hacen reconocible y obvio, él lo traduzca de manera elegante. Los otros compañeros de pluma, no le temen a la tosquedad, mientras Pagni, el de la Odisea, tiene los oídos libres para escuchar a toda clase de sirenas con sus misteriosos cánticos.
Hay una escuela periodística relacionada con este método, una escuela de cierto nivel donde hay determinados especialistas que ya cultivaron y lo siguen cultivando, el arte de los siete velos, sobre todo en Clarín, pero Pagni se adueñó de esa epistemología -palabra que él sería capaz de usar-, y es ahora quien más la hace relucir en las campañas político-comunicacionales. Ésta es para presionar al Presidente respecto a su relación con Cristina. Pero sigamos viendo las vetas internas de esta metodología de la incógnita. Uno de los personajes que Pagni involucra en esta maniobra sobre los “activos de Telefónica” es Cristóbal López. Su intervención es condicional, dice Pagni. “Si en marzo veo que no funciona, me voy”. Demasiada concisión en estas declaraciones entrecomilladas -signo de cercanía, fidelidad, escucha próxima-, lo contrario al “se dice”, que haría suponer que se las dijo López al mismo. A Pagni o a un allegado directo de éste. Intimidad y nebulosa al mismo tiempo.
Maravillas del historiador oral. Nos gustan los historiadores orales cuando entrevistando a algún actor de tiempos pasados obtienen su palabra, que presentan como fidedigna. Hubo un grabador de por medio y si la transcriben, valen las comillas, que encierran la frase como un lingote de oro, coincidente en su pureza consigo misma, ahora y siempre. Pero de inmediato Pagni escribe: “Al parecer…“ Al parecer, López para entrar al negocio quería despedir gente, pero aparece Pablo Moyano amenazándolo con un Paro. Hechos agrupados sin mediaciones, que se hacen difíciles de creer, pues se les ha extraído una supuesta quintaesencia, que permite que la mediación que ha sido omitida, como una carta robada, lleve a imaginar una conversación entre malvados, Ocurre como si intercambiaran los mencionados lingotes de oro sin nada entremedio, sin un chascarrillo, sin un lapso de tiempo, ni una distracción o sustitución de un tema por otro. Pero lo que permite imaginar que ocurrieron esas acciones casi mecánicas, es que el propio cronista las relativiza encabezándolas con un “Al parecer…” No decimos nada de esto para negar que en estos hechos pueda haber cierta verosimilitud. No estamos defendiendo a nadie de las picarescas empresariales que brotan por doquier, sino tratando de auscultar el esqueleto en que se basa un estilo textual, compuesto como quilla maestra de las acciones de una derecha comunicacional que las acompaña o las critica, según los casos.
Evitar la afirmación vocinglera es más rendidor que estar con la bocina de la anti corrupción todo el día prendida en la solapa. Con ese tono conjetural (“al parecer”), están garantizados los eslabones perdidos, porque antes él mismo, o su otro -un confidente, un agente de informaciones, – habría escuchado o grabado ese “me voy” en primera persona. “Si en marzo veo que no funciona me voy”. Las comillas suspenden el flujo de incógnitas, autentifican. La duda, en cambio, lejos de amenguar ese “al parecer”, lo que puede ser o no ser, contribuye en cambio a darle la compleja e irónica credibilidad conspirativa que Pagni oferta en sus escritos.
Es evidente que Pagni suma sus cuotas de ironía a un tópico recurrente en La Nación: miembros encumbrados del Gobierno, incluso el propio Presidente, en su momento denunciaron irregularidades ante las que ahora callan pues temen involucrar a la Vicepresidenta, cuyo fundamental papel en la historia del presente, todos conocen. Las más arriba mencionadas comillas son para introducir en la red conjetural de Pagni ciertas voces calificadas, que con nombre y apellido, sirven esta otra joya entrecomillada, esas comillas que como broches que sostienen la ropa tendida en una cuerda al sol, nos llevan a frases ladrillo como ésta: “si la metés presa y yo llego a la Presidencia yo te nombro Ministro de Justicia”. Frase de Massa a Bonadío. ¿Quién la escuchó, cuándo la dijo, en que sombrío zaguán de algún edificio de algún Hotel que podría llamarse Comodoro, Presidente, Emperador o República…? No nos chupamos el dedo. La cuestión es qué estado de realidad tiene en un texto y qué alternativas de interpretación tiene, fuera del conspirativismo y el enigmatismo con que las adoba Pagni.
Es válido preguntar entonces, en qué trastienda de un bar o de una residencia particular fue pronunciada esa temible profecía. Pagni trabaja sobre lo inverificable con los instrumentos quirúrgicos de lo que parece natural, porque cuando se hace necesario cubrir el hondo vacío que hunde a la política argentina en zonas anegadas de especulaciones políticas y densas coartadas, en ese tenso vacío, pues, interviene la teoría de la Gran Conspiración. Pagni produce con poca cosa, efectos considerables. Cuenta con frases que como saetas, con una ponzoña atemporal, lo iluminan todo como una estrellita de Navidad maliciosa. ¿Él fue parte de esa conversación? ¿Hay un reproche a Massa? ¿Una espera ni larga ni corta para que decanten estas frases como granadas de tiempo que se toman su tiempo para estallar en el seno de la espesura política nacional?
Después de esta infidencia que compromete a Massa -y el peso específico de este compromiso son como minas enterradas que alguna vez se removerán-, no puede ser fácilmente aceptable que Pagni disculpe a Bonadío en la foto con Lorenzetti y Moro que Cristina Kirchner menciona en su Carta de críticas a la Corte. Una foto de esa índole, del juez que volteó a Lula con las artes del lawfare, el representante local de esa misma técnica de las mazmorras judiciales -Bonadío-, y el rostro de falsa inocencia bajo el cual se presenta cuidadosamente Lorenzetti, es una foto que no puede ser sino un equivalente importante de los entrecomillados a los que nuestro articulista les da tanta importancia creativa. “Lorenzetti recibió un brochazo de bleque por un pecado imperdonable: haberse retratado a Bonadío y el brasileño Sergio Moro”. Esta vez las comillas son mías. Resulta que esa foto no es nada y son sonsos los que exageran considerándola “pecado imperdonable”. ¿Es posible que Pagni parezca tan seguro en terrenos que él mismo reconoce como resbaladizos por la superabundancia de toda clase de versiones? Escribe en otro momento del artículo que venimos analizando -a fuerza de improvisados semiólogos-, que “en estos días el mercado de las telecomunicaciones está sembrado de versiones sobre adquisiciones ensayadas por figuras apalancadas por el poder” ¿Quién siembra versiones? ¿No es el propio Pagni el que puede verse retratado en el espejo de esta frase de una ambigüedad calculada? Ese concepto, “adquisiciones ensayadas” no se escribe sin un cuidadoso pensamiento de cómo ejercer el arte de relatar lo improbable como probable, lo hipotético como algo ya consumado. Artificios pagninescos, si se me permite a mí también escribir este artificio.
Pagni va del detalle al marco maestro para analizar una situación. De los vericuetos que “ensaya” el Grupo Olmos a la propensión “bolivariana” que tendría la Carta de Cristina. Más precisamente un “perfil bolivariano”. Es una acusación, pero restringida por el sustantivo “perfil”, tratado como un adjetivo o un verbo ideológico. Pagni no se molesta en analizar la situación venezolana condicionada por el ataque de una superpotencia que hace años busca aplicar un “perfil” golpista en ese país. Raro, como él mismo diría. El detallista que escribe “el examen de esta operación no puede prescindir de un detalle” revela una cuidadosa forma de ejercer su fiscalía acusatoria, reemplazando el insulto faccioso por sus equivalentes retóricos… “no prescindir de detalles”, lo que forma parte de lo que llama “dificultad de la teoría del lawfare”. ¿Cuál es esa Teoría? La de “reorganizar todos los datos en circulación”, ocupación a la que el mismo Pagni se dedica con afán estructuralista, desde el detalle -el evenement-, hasta la lógica de locomoción de esos datos. Tenemos todo. El marco teórico, la estructura o el esquema general de circulación de datos, y los datos mismos entrecomillados, sugeridos o desprendidos como distraídos velos que acompañan el viaje de Odiseo.
Pero, desdeña el “detalle” de la foto Moro- Bonadío- Lorenzetti, que sin exagerar la fusión de la imagen en un concepto, en este caso luce una elocuencia icónica no disimulable. Desdeña también la mención a la irregularidad de la permanencia en la Corte de la señora Highton de Nolasco, aludiendo a que no imitó al “ejemplar Zaffaroni” y a que es amiga de la Ministra de Justicia del Presidente Fernández. “Detalles intrascendentes para la autora de la catilinaria”, dice refiriéndose a Cristina. Pero no, no son detalles intrascendentes, y mucho menos el gesto de Zaffaroni. Todo esto revela, en su mapa obsesivo de vínculos explícitos, una tolerancia hacia la irregularidad cometida por Nolasco -grave-, que no puede justificar por su cizaña -cizaña es detalle- con la cual desea involucrar al Presidente y su Ministra de Justicia. Asimismo, disculpa la actitud de Rosenkrantz y Rosatti, ambos de similar astucia, que ante la actitud de Macri de querer nombrarlos por decreto -y así lo aceptaron-, pidieron luego que haya sesión del Senado. Festejo de la agilidad mental de ambos personajes que aceptan la base ilegal de fondo, pero necesitan recubrirla senatorialmente. La defensa de Rosenkrantz no es solo de forma sino de fondo, para hablar jurídicamente. Pagni reniega del escrito de Cristina donde señala que Rosenkrantz actúa en un gran estudio vinculado a empresas privadas. “La Vicepresidenta -escribe entonces el amigo de Rosenkrantz, nuestro Guildertein-Pagni- aprovechó para pronunciarse también sobre el capitalismo”. ¿Aquí comienzan o terminan lo problemas? Hacer política es muchas cosas. Pero una de ellas exige particular atención, pronunciarse sobre el capitalismo. El pronunciarse, es claro, es un laborioso juego de reflexión, análisis y correlato de nuestra propia biografía con el tiempo histórico que transcurre.
Pagni cree que lo que llama “diatribas” o “catilinarias” de Cristina tienen “fragilidades estructurales”. El lenguaje universitario está también bastante calculado, no abusa de él, pero lo usa siempre con premeditada distracción. Estamos discutiendo entonces con una pluma de La Nación que desde luego no está a la altura de otros grandes personajes del conservadorismo argentino que hace muchos años escribieron en esta notoria publicación, pero la mezcla de imputación, sarcasmo, “circulación de datos” y terminología de alguna cátedra de “Economía II” o “Procesos sociales III”, también se infiltra en esta lengua construida con ahínco y fuerte influjo de los rescoldos de la vieja alianza entre escritura y derechas argentinas, hoy agónica. Pagni supone que Cristina está ejerciendo las acciones de “un lawfare a la inversa”. Resbalón, quizás de su “operación” de análisis. Así como hubo una tesis sobre los dos demonios, la habría ahora sobre los dos lawfares. El que inventaron los grandes estudios jurídicos como metáfora de las corporaciones empresariales y comunicacionales -cuyo trazado de la circulación de datos es la inflexión ideológica que les corresponde y se dibuja como un QR en la mente de Pagni- y el lawfere de Cristina, que sería el que Pagni, bajo el examen en sus detalles y su trasfondo, ve como espejo invertido del que él mismo, vastamente, ha participado.
Todo ello es una errónea segregación del núcleo central de la hipótesis de trabajo, contribuir al deterioro progresivo de la relación Fernández y Fernández. Se pronuncia así la palabra propiciatoria, la súplica o jaculatoria para romper la coalición “oficialista”. Bien, aquí Pagni abusa de las nociones de oficialismo y oposición. Se hace evidente otra cosa, que el gobierno es como oficialismo un tipo especial de oposición (débil, tímida, como se quiera) a los poderes que hoy encuadran el mundo de la circulación de datos de la cosmografía de Pagni. De estas retículas armadas por las finanzas y este tipo de periodismo, Pagni en verdad es el oficialista y el gobierno el “opositor”. De ahí el verdadero problema: encontrar en la política democrática efectiva, la veta de autoridad real que no sea una sumatoria de recortes heterogéneos obligados a llevarse bien, sino la cosa nueva que muchos pedimos, sin la cual, lo que está, se desmantela. Para que no ocurra, esto puede ser auxiliado por una renovación del cuerpo del lenguaje con el que se hablan estas cuestiones y abriendo discusiones públicas que no teman ser empastadas por las agencias especializadas en el “análisis de la circulación” para encontrar sus grietas, concepto que ellos inventaron- y quebraduras. Allí ponen sus tramas sigilosas y hacen del capitalismo un block de datos, una computación de nombres que viven la vida de las marionetas de la conspiración.
Fotografía: María Eugenia Cerutti
Por eso es útil y hasta imprescindible investigar las formas y fuerzas del lenguaje político, a través de una reflexión que no desdeñe escudriñar los estilos que se ponen en práctica por parte del periodismo de las altas finanzas internacionales. Así, en nuestros improvisados laboratorios de paja, podemos poner a prueba piezas como las escritas con oscura destreza por Pagni, en un ámbito del escritor periodístico de las derechas orgánicas. ¿Cómo sería eso? ¿Hay estilos de izquierda o derecha? Creemos que sí, si se juzga las escrituras no por su fondo, su contenido, su régimen de sentido o la biografía del escritor, sino por la moral interna de lo que se escribe. Hace muchos años en la recordada revista Pasado y Presente, año mil novecientos sesenta y pico, Noé Jitrik se preguntaba qué es un escritor de derecha. Decía: “Es así que el escritor reaccionario es el que “congela la comunicación”, mientras que la posición del escritor que no inmoviliza al lector en su experiencia concreta de autonomía lectora, quienquiera que fuere, y que además no “habla con formulismos desde lo alto”, es el verdadero escritor, al margen de cualquier calificación política”.
Hoy le agregaríamos a esta adecuada definición, que no se trataría ahora tan solo de que se congele la comunicación, sino que se la hace circular a través de bisagras que son reelaboradas bajo el signo de una conspiración incesante. Así hacen los llamados Servicios, que en su nombre llevan la profunda marca de la ambigüedad y la amenaza. Servicios. No decimos que Pagni sea miembro de esas instituciones, pues lo desmereceríamos, pero es un intelectual calificado que como escritor de la derecha ha tomado estilísticas de los narradores de la conjura. No habla tampoco desde lo alto, sino desde la incerteza calculada. La incerteza que él maneja, que es el modo de crear certeza, y esa dialéctica, que es lo que la derecha toma de la izquierda. Al revés de lo que Oscar Masotta había dicho hace más de medio siglo, que el escritor de izquierda debía tomar mucho de un caudal clásico que tenían a su disposición los escritores de derecha. Jitrik también escribió su artículo hace más de medio siglo. Algo ha cambiado, por eso sobre esta misma huella razonamos. Qué es hoy el reino de las escrituras y la comunicación, y cómo sigue pesando en ella el mundo histórico. Y en ese mundo, es menester escapar del enredo que supone la imputación que hace Pagni en relación al “silencio sobre Venezuela”. ¿Cómo interpretarlo? Para Pagni, al silencio de la Cancillería se lo achaca al lawfare cristinista. Los que pensamos que allí no habría que hacer silencio, sino dar la interpretación contraria a la que esboza nuestro personaje del día, el buen Pagni, una interpretación, lo digo así nomás, Pagni, que implicara una reflexión más profunda sobre la realidad latinoamericana. Escapando de los laberintos viscosos donde se trata de incidir, volcando la posición argentina a la incomprensión de lo que allí ocurre, a la rastra de un Macron o del que sustituya a Trump, y por el contrario, dando un paso adelantado para crear horizontes nuevos de opinión, más firmes e imaginativos. Si a las medias tintas, Pagni las pone bajo su telescopio de alto poder denigratorio, ¿qué más puede decir si el gobierno de nuestro país iniciara actitudes más vibrantes respecto a las autonomías conceptuales que son necesarias en nuestro subcontinente?
*Sociólogo, escritor, ensayista. Ex Director de la Biblioteca Nacional.
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