9/02/2020

la restauración macrista...

Foto: Reuters

Ricardo Rouvier afirma en esta nota que el Gobierno debe lograr los consensos imprescindibles para poder negociar con el FMI y mantener el control social con el apoyo de la dirigencia sindical y de los movimientos sociales. Rouvier sostiene también, que hay que transitar por la sociedad civil con una gestión que no debe soltarse del vínculo logrado con más de la mitad de la población, reafirmando la centralidad de la figura presidencial ya que cualquier mirada al costado es una distracción a favor de la restauración macrista.


Por Ricardo Rouvier*

(para La Tecl@ Eñe)



Este es un momento de la historia en que el contexto tiene tal fortaleza que invade el campo de los enunciados frutos del temor y las dificultades. Hablamos mucho de un virus que no conocemos, que parece más propio de la literatura fantástica (seguro que la ficción lo va a capturar), y que nos amenaza no desde la imaginería literaria sino de la inminencia que transita por las calles con su invisibilidad. 

Aquella premisa oriental que frecuentemente se menciona y que refiere a que toda crisis ofrece una oportunidad, por el momento esa oportunidad nos está negada por una bruma que interfiere en el presente y el futuro. El contexto abarca una situación mundial de fuerte incertidumbre alrededor de un virus poco conocido y que ataca a las personas y al sistema en el cual se encuentran. La hegemonía capitalista, democrática liberal e individualista, sufre turbulencias y diferentes pronósticos de evolución a partir de la pandemia. Para algunos, el sistema dominante avanza para morir y otros creen que será un acelerador de sus modalidades inventivas alrededor de su núcleo central que sigue siendo la apropiación del excedente, la producción y reproducción del capital. Para otros, nada cambiará: el sistema se reproduce unos escalones más abajo. 

El equilibrio inestable que ofrece hoy el planeta, despierta ilusiones en algunos optimistas y asegura el pesimismo de los pesimistas. En estos momentos en que, en repliegue, hemos “pactado” con el virus cohabitar mientras tratamos de neutralizarlo, lo inseguro invade los mercados, las nacionalidades y los países. Y desde las multinacionales más grandes del mundo y los países centrales, hasta las pyme de las ciudades, la organización del trabajo está entre paréntesis. Nos recuerda al cuento “Casa Tomada” de Cortázar, algunos ruidos y sombras van invadiendo la espaciosa vivienda y la intrusividad inmaterial crece al punto de que sus ocupantes deciden abandonarla. En nuestro caso, el okupa es un virus ciego, que reparte impotencia por doquier.

En nuestro país, el contexto con que se condiciona el corto plazo tiene además los problemas surgidos de la propia autonomía relativa, nuestra propia historia, los efectos locales de la dependencia y del fracaso de la clase dirigente. Si al encadenamiento necesario de pandemia/cuarentena/recesión/crisis económica y social le agregamos la deuda externa, se conforma un verdadero corsé de acero que no deja mucho espacio para que el gobierno respire. El Ejecutivo, entonces, está subordinado a una agenda de problemas; y esta subordinación es mucho más importante que las relaciones dentro del Frente que erosionan el ejercicio pleno del poder. Ante esto, es inevitable repetir la fórmula peronista de unidad de concepción y unidad de acción para enfrentar la tormenta perfecta. Agregaría en la actualidad, unidad de comunicación, tan imprescindible en la conformación de consensos.

Lo internacional influye negativamente en la medida en que el comercio mundial cae y que los países centrales invierten su energía en hacer el primer gesto vital y conservador: levantarse del suelo y retornar al día anterior a la epidemia. Nadie está pensando en cambiar la arquitectura que viene sino en la ingeniería de la reconstrucción. O sea que tenemos un panorama planetario que apunta más al status quo reciente, que a reformas progresistas. Este escenario se reproduce en cada uno de los países del mundo, con las diferencias o matices de cada comarca.

Hay que hacer la salvedad que el eje Merkel/Macrón en el viejo continente, agrega a la lucha antipandemia la reconfiguración de la alianza atlántica. Cuestión que siempre es favorable para dificultarle el camino a la unipolaridad norteamericana, que ya está interpelada por el crecimiento Chino en primer lugar, y por Rusia después. Nuestro país, acertadamente, mantiene la equidistancia necesaria sin aislarse y sin comprometer su capacidad de decisión, y permanece atenta al surgimiento o resurgimiento de nuevos polos de poder en el planeta, que obstaculicen la unicidad norteamericana.

En nuestra aldea, el Gobierno tiene que atravesar heterodoxamente el camino para alivianar la sobrecarga en las espaldas de la Nación. Esto quiere decir que van a estar sobre la mesa las cartas de las recetas ortodoxas y progresistas, y no siempre uno va a poder hacer la jugada que le gustaría. Entre la urgencia que demanda la seguridad social, la necesidad de producción y exportación, y el pago de las cuotas, la exigencia es amplia y habrá que ir transitando en el marco del posibilismo, aunque esta palabra esté devaluada en el espacio de la izquierda.

Insistimos con la necesidad del camino de la moderación que impone un contexto como el que tenemos y la disponibilidad de fuerzas con que cuenta el Frente. Hay una amplia y fluida energía antisistema que navega por las redes, pero hay que tomarlo como un entretenimiento que asegura que la grieta no cerrará nunca. No obstante, con consensos ajustados al desempeño electoral, el Gobierno espera ir desbrozando maleza por maleza, mientras la oposición sueña con que el 40% sea el piso de su retorno, cosa que, por el momento, no vemos.

En el camino, el Gobierno debe lograr los consensos imprescindibles para poder negociar con el FMI, mantener el control social con el apoyo de la dirigencia sindical y de los movimientos sociales. Como vemos, hay que transitar por la sociedad civil con una gestión que no debe soltarse del vínculo con más de la mitad de la población. No existen gestos a la medida de todos los intereses y ese desbalance hay que administrarlo. Es obvio repetir, pero insistimos, en la necesidad de centralidad alrededor de la figura presidencial, cualquier mirada al costado es una distracción a favor de la restauración macrista.


*Lic. en Sociología. Dr. en Psicología Social. Profesor Universitario. Titular de R.Rouvier & Asociados.

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