9/11/2020

complicidad deshonesta


El macrismo designó de modo irregular a los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi con el fin de perseguir judicialmente a Cristina Kirchner. Un modus operandi del macrismo: transformar la deshonestidad que ellos practican en una campaña judicial contra adversarios políticos.

Por Luis Bruschtein*

(para La Tecl@ Eñe)


Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi integran la Cámara que tiene que fallar sobre la causa de las fotocopias. Es extraño que el macrismo no lo use como argumento con más fuerza. Lo señala en términos vagos, como si más que usarlo, quisiera ocultarlo. Porque lo que a simple vista parece a su favor, en verdad los inculpa.

El hecho de que dos de los jueces que tienen que intervenir en una causa contra Cristina Kirchner hayan sido designados por el Ejecutivo de manera irregular, habla más de la inocencia de la ex presidenta y de su persecución que de su culpabilidad.

Porque si necesitaban nombrar jueces adictos, quiere decir que jueces imparciales no la hubieran condenado. Si Bruglia y Bertuzzi fueran los jueces naturales y legales de la Cámara, tendría cierta justificación el batifondo que armaron en el Congreso. Pero son jueces que impusieron ellos, con lo cual el escándalo resulta pura actuación.

El hilo de tuits que colgó Leopoldo Moreau y que reprodujo la vicepresidenta Cristina Kirchner es muy claro. En vez de ofenderse, el macrismo tendría que avergonzarse. Moreau destaca que el periodista de Clarín, Daniel Santoro, anunció que la Corte defenderá a Bruglia y Bertuzzi a pesar de que sus nombramientos nunca pasaron por el Senado como establece la Constitución.




Es un tema donde los macristas se embarran cuando quieren hacerse los ofendidos. Santoro está imputado en la causa que investiga extorsiones y espionajes en el marco del lawfare, por la que está preso el espía Marcelo Dalessio. Hay periodistas de todos los colores ideológicos, desde la izquierda a la derecha, lo que está en las reglas de juego. Pero cuando un periodista escribe informes de inteligencia sobre sus compañeros de trabajo, las diferencias van más allá de la política.

Marcelo Dalessio le quería sacar al empresario Mario Cifuentes, 1.200.000 dólares para “arreglarle” una causa judicial y una deuda con la AFIP. Lo amenazó con hacer denuncias mediáticas y le aconsejó que mire Animales Sueltos. En dos oportunidades en ese programa, haciendo un informe de coimas sobre la empresa brasileña OAS, Santoro simuló equivocarse y en vez de OAS, dijo OPS, que era la empresa de Cifuentes. Es muy difícil que coincida todo: el apriete, el consejo de ver el programa y la supuesta “equivocación” de Santoro, que era muy amigo de Dalessio. Para el juez Alejo Ramos Padilla está comprobada su participación en el intento de extorsión.

Hablan de “consagrar la impunidad”, pero para conseguir la persecución judicial de Cristina Kirchner tuvieron que nombrar a dedo a los jueces. Y el periodista que salió a defenderlos aparece vinculado en actos de extorsión de testigos y de espionaje a sus compañeros.

Pasó el griterío y no quedó en claro con qué argumento los macristas defienden la designación de esos jueces. La explicación es simple: Para todos, macristas y no macristas, resulta indiscutible que Juntos por el Cambio manipuló la designación de los magistrados. Los macristas desdoblan el razonamiento: hacia fuera lo rechazan, pero internamente se jactan de haberlo hecho porque era el único medio para destruir a Cristina Kirchner.

Cuando se dice que el fin no justifica los medios, en este caso, no solamente no lo justifica sino que pone en evidencia que el fin era destruir a Cristina Kirchner fuera o no responsable de la corrupción que le adjudican. La manipulación de los jueces (el medio) también pone en evidencia el fin inconfesable.

Al usar ese doble discurso, uno para la sociedad en su conjunto y otro para sus simpatizantes, les está exigiendo a estos últimos una complicidad deshonesta. Con lo cual trastocan la deshonestidad que ellos practican en una campaña contra otra deshonestidad que nunca es probada, o sea, contra la honestidad.

La sociedad tiene que aceptar la deshonestidad para nombrar a los jueces porque sería la única forma de combatir una honestidad puesta en duda por los que piden a la sociedad que se haga cómplice de su deshonestidad.

Es la forma de crear relaciones deshonestas y una sociedad basada en la hipocresía.


*Periodista

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