Ernesto Mattos * (Especial para sitio IADE-RE) | La organización de la estructura productiva nacional. Actores relevantes y comportamientos. ¿Cómo y con quienes se solventan las políticas para aliviar la crisis social?
El Sujeto Agrícola Hegemónico (SAH) fue una idea desarrollada post 2008 que proponía no solo un concepto más allá de la noción de terratenientes u oligarquía sino que expresaba lo complejo y dinámico de los cambios desde 1976. Retomaba la idea de la oligarquía diversificada pero hacía hincapié en una alianza en la estructura productiva que acumulaba poder económico para disputar el poder político –gobierno y Estado-. Este poder político se manifiesta en cada elección y representa intereses al llegar al Congreso Nacional, al Ejecutivo y al Estado-Nación.
Por lo tanto, el SAH primero es sujeto, en tanto sujeto político que disputa la política económica, es agrícola porque es la principal producción de exportación, particularmente cereales y oleaginosas (CyO) en la región centro –pampeana- y es hegemónico porque desde los orígenes del Estado-Nación pudo influenciar para mantener dicha estructura productiva (exportación de productos agropecuarios), condicionando la posibilidad de las exportaciones de manufactura o con desarrollo tecnológico.
La alianza del SAH y su poder económico se sustenta en la ocupación y despliegue territorial. En esta última elección quedó manifestada como también quedó clara en 2015. Las provincias donde ganó el oficialismo son estructuralmente agroindustriales. Esta alianza resuelve sus antagonismos porque el interés económico es claro: economía desregulada, baja de impuestos y vocación exportadora como solución a los problemas de desigualdad y distribución.
Desde 1976, el SAH profundizó las características de la dependencia de divisas del agro, con ello hubo una creación de un racimo de industrias y servicios corriente arriba y corriente debajo de la producción agrícola, CyO fundamentalmente. Crecieron las plantas de fertilizantes hasta puertos de ultramar, a la vera del Paraná, un entramado de empresas que generaron un poderoso clúster agroindustrial, capaz de exportar desde los productos básicos (los granos de trigo, cebada, maíz, sorgo, legumbres) hasta productos con alto grado de elaboración y valor agregado como carne vacuna, aviar, lácteos, harina de soja, aceite, biodiesel, glicerina.
Otro factor relevante en este territorio es la siembra directa y, como correlato, la valorización de las tierras, aunque en los años posteriores a 2014 se estabilizó y luego cayó en 2018 y 2019. Históricamente el SAH asentado en la zona pampeana o región centro, origina el 70% de las divisas que hacen de la Argentina un país exportador de alimentos. En esta misma zona pampeana están los principales puertos y terminales en Santa Fe y Buenos Aires. El primero cuenta con el puerto San Martín/San Lorenzo y el segundo con Bahía Blanca y Quequén. Los puertos son jurisdicción provincial. Sobre estas provincias, si sumamos a Córdoba, tenemos a las principales industrias de aceite que procesan los productos cereales y oleaginosas.
Otra característica de la alianza, son los bancos o la intermediación financiera, que se asienta territorialmente en un 75% -filiales y bancos- en la región pampeana. Por ellos la importancia de la Hidrovía Paraguay-Paraná donde están los puertos, terminales y los servicios de fletes marítimos, es el territorio de la disputa política. ¿Se podrán construir los puentes para 2023?
Si bien describimos el rol de la intermediación financiera, hay un grupo de bancos que se encargan de la Formación de Activos Externo, que entre 2016-2019 significó 82.000 millones de dólares y además organizó la colocación de deuda externa que en el mismo periodo creció en 96.602 millones de dólares.
Un tercer sujeto en la alianza y que es parte del SAH es el sector de alimentos y bebidas -empresas concentradas en la UIA- que es el segundo sector que más divisas genera en el país, y que tiene en común la defensa irrestricta del libre comercio, la no intervención del Estado y la baja de impuestos. La mayoría de los otros sectores económicos, aunque no generen divisas están bajo la subordinación del SAH que todavía, a pesar del tiempo, influye en el tipo de cambio y que, en este último tiempo, se ha consolidado en la estructura productiva. En términos de Marcelo Diamand, la estructura productiva desequilibrada sigue vigente, solo que el sector agropecuario incluyó en su esquema los mecanismos de endeudamiento para mantener subordinados a los demás sectores.
Pero hagamos un breve resumen de este periodo según datos publicados en el diario La Nación. El trigo subió sus ventas al exterior desde 4,2 a 12,03 millones de toneladas (entre 2015 y 2018) y finalizaría 2019 con más de 10 millones. El maíz creció en exportaciones desde 16,7 a 23,2 millones de toneladas (entre 2015 y 2018) y cerraría 2019 con 37 millones. Tanto la harina como el aceite crecieron en valor y son parte importante de la mesa de las familias en la Argentina. Por el lado de la carne vacuna, las ventas al exterior, sin trabas, subieron de 198.687 toneladas res con hueso en 2015 a 790.000 toneladas que espera el Gobierno cierre 2019. Empresas exportadoras en la Argentina hay 5700, mismo nivel que mayo de 2004. En 2015 contabilizaban 5.900 y el total de empresas existentes en la Argentina es de 592.000 (2018). Brevemente, se consolidó un modelo exportador con escasa regulación que no resolvió los problemas de desigualdad y distribución.
El valor de la carne durante la gestión de la alianza (UCR-PRO) no bajó, se mantuvo creciente. Por ende, ¿la reducción de subsidios económicos para qué se hizo? Impactó en los costos de las industrias y los hogares, haciendo producir caro lo que conllevó el cierre de algunas empresas y restó poder adquisitivo a los hogares que tuvieron que pagar tarifas más caras, por consiguiente cayó el consumo con una inflación alta. La reducción del gasto primario nos dejaría una situación inflacionaria menor a la heredada en 2015 (ver resumen de presupuesto 2018 elaborado por el ministro Dujovne). Ello no sucedió y por el contrario creció el déficit financiero producto de la colocación de deuda externa. Papeles de deuda que muchos funcionarios tienen entre sus activos.
Para finalizar, y teniendo en cuenta todo lo anterior, el panorama muestra un mayor poder económico de Sujeto Agrícola Hegemónico que en 2015. La economía está en recesión, la producción industrial no repunta y el superávit comercial no alcanza para cubrir las obligaciones externas. Asimismo, los mercados financieros no prestan desde el 2018 y el único organismo con capacidad de ayuda financiera, el FMI, ya está usado. En este contexto, en el 2020 cabe una pregunta, ¿se podrá evitar entrar en cesación de pagos? o ¿deberán racionalizarse las divisas y subir los derechos de exportación? Porque también hay que tener presupuesto para implementar las políticas que alivien un poco la crisis social.
* Economista (UBA), docente (UBA-UNDAV-UNAJ), investigador UBACYT, Pro.In.Gra FCE-UBA. Asistente-Investigador Depto. Economía Política del C. C. de la Cooperación Floreal Gorini | 06-11-2019.
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