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11/08/2019

gas : caída de producción, desplome del mercado interno y sobre oferta de exportación

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Este año Argentina importó 26 buques metaneros, pero las exportaciones de gas natural suman el equivalente a más de 27 cargueros.


En octubre del año pasado el gas natural argentino volvió a fluir hacia Chile tras once años en los que el declino de la producción marcó no sólo el abrupto corte de la senda exportadora sino también la disparada de las importaciones. El balance de este año muestra que la tendencia ha comenzado a revertirse dado que las exportaciones al vecino país superaron en volumen a las importaciones de buques metaneros.
Hasta septiembre pasado el país importó un total de 26 buques metaneros que descargaron su gas natural licuado (GNL) en el puerto de Escobar.

Este volumen representa una caída internanual del 53% en lo que hace a la cantidad de buques que ingresaron al país, dado que en 2018 habían sido 34 los barcos que descargaron en Escobar y 22 los que amarraron en Bahía Blanca, en la barcaza regasificadora que dejó el país a fines del año pasado.

En tanto que las exportaciones de gas natural hacia Chile alcanzaron en los primeros nueve meses de este año los 1.445 millones de metros cúbicos. Durante el mes pasado fueron más de 120 millones los que se adicionaron, dado que, con el inicio de la primavera, comienza la temporada alta de envíos al exterior.

Ese volumen total es superior a los 1.560 millones de metros cúbicos y representa el equivalente a más de 27 buques metaneros, por lo cual por primera vez desde el inicio de las importaciones de gas natural licuado la balanza energética en este punto es favorable a la producción nacional.

Ahora bien, en términos económicos la ecuación no es igual y arroja un saldo negativo. Es que los buques de GNL se importaron este año a valores que fueron desde los 6,7 a los 4,2 dólares por millón de BTU (la unidad de medición británica utilizada para el gas), precios a los cuales se debe adicionar el costo de regasificación y transporte.

De esta forma el valor final del gas importado ronda los 7 dólares -aunque con una tendencia a la baja- mientras que el gas que fluyó hacia Chile lo hizo a precios que fueron desde los 5 a los 2,33 dólares por millón de BTU, es decir a prácticamente la mitad del precio de importación.

Precios en picada

La llegada de la primavera marcó dos tendencias negativas para el gas nacional que cruza Los Andes. Por un lado el precio promedio se desplomó, llegando a registrarse contratos de exportación por 2,33 dólares por millón de BTU, un valor que está por debajo del mismo costo de producción.

Las razones centrales de esta caída del precio es la sobreoferta del gas argentino en esta época del año en la que el mercado nacional se achica, y el impacto que generan los contratos a corto plazo y de tipo interrumpible, con los que el mercado chileno se siente cómodo.

En números

7 dólares es el valor promedio para el gas de los buques metaneros. Si bien tiende a la baja, es más caro que el nacional.

Desde Nación se avanzó en dar respuesta al pedido de las productoras de gas para permitir contratos de exportación en firme, pero la letra chica de la habilitación lanzada en agosto terminó frustrando la iniciativa que apenas sumó convenios por 2 millones de metros cúbicos por día.

Esta es la segunda tendencia negativa que la primavera está reflejando, dado que tanto para los productores locales como para los compradores chilenos, el plan de exportación en firme no es atractivo.

En el caso de las petroleras, el principal problema radica en que la norma que habilitó el sistema fija que en caso de una necesidad del mercado nacional será la exportadora la que deba hacer frente al costo que implicaría el eventual uso de otras fuentes energéticas como pueden ser el fuel oil o el gasoil para dar respuesta a la demanda en el país.

Mientras que los compradores chilenos por un lado ven que el precio que pueden negociar se incrementa en 10 a 15 centavos de dólar por millón de BTU, un plus que está destinados a formar un fondo ante la eventual necesidad argentina de usar otros combustibles.

Pero por el otro lado también se mostraron reacios a la modalidad contractual propuesta en la norma que es take or pay (tomar o pagar), es decir que reciban o no el gas de igual modo deberán pagarlo.

En este último punto es donde la desconfianza generada por Argentina en el mercado chileno cobra peso, dado que mientras aún está fresco el corte repentino de las exportaciones que se hizo en 2007, también las firmas se mostraron temerosas de que las productoras argentinas no puedan cumplir con la producción pautada a raíz de la crisis macroeconómica que atraviesa el país y que impacta con medidas como el control de divisas en la producción de gas.

Recuperar confianza

A fines de agosto el secretario de Energía de la Nación, Gustavo Lopetegui participó de un encuentro binacional en Loma Campana con las principales empresas chilenas que compran el gas argentino. El mensaje que se buscó dar es que la producción está en crecimiento y que a Argentina le sobra gas para exportar.

Sin embargo el mensaje parece no haber cambiado la opinión del mercado chileno que ve cómo desde las elecciones PASO el país comenzó a desestabilizarse y la industria petrolera, incluyendo a Vaca Muerta, quedó entrampada en una serie de medidas entre las que cala profundo el control de divisas.

Comenzó la temporada de cierre forzoso de pozos productores

Con la llegada de los primeros días del calor de la primavera se puso punto final al período de alta demanda de gas en el país, el cual la producción nacional no logra cubrir toda la demanda.

La producción de gas de la provincia de Neuquén se redujo en 5 millones de metros cúbicos entre agosto y septiembre, pasando de 80 a 75 millones de metros cúbicos en apenas 30 días.

Cerca de la mitad de esa reducción, un poco más de 2 millones de metros cúbicos, correspondieron al gas de Vaca Muerta que se produce en el principal yacimiento productor del país, Fortín de Piedra.




La tendencia marca que la caída continuará al menos hasta diciembre cuando, de la mano de los aires acondicionados, se incremente la demanda eléctrica.

En este desplome del consumo interno, la salida exportadora -a la que se suma el GNL que YPF produce en Bahía Blanca- es la herramienta que las petroleras poseen para poder evitar el cierre de pozos productores.

Y es la razón por la que varias empresas pautaron envíos por debajo de la rentabilidad, de menos de 3 dólares por millón de BTU pues, parafraseando el dicho, más vale gas vendido barato que pozos cerrados.

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