El alzamiento popular extendido que se observa en Chile, hasta ayer el "oasis" de la región y reino de "cierto orden" , sorprendió a propios y extraños.
Percutido por un aumento del precio del cospel de metro, si bien se condensaban allí 30 años de maltrato por parte de la élite económica y política dominante tras la dictadura pinochetista ( élites que en Chile son bastante coincidentes y transversales) puso nuevamente en primer plano la discusión de la política como acontecimiento y la aleatoriedad como filosofía de su práctica.
Muy extensa esta polémica que acerca a dos pensadores marxistas emblemas del siglo XX, tal vez los últimos que rompieron la sista teórica de la teoría fundada por Marx que dominó el post - Stalinismo al menos en occidente.
Leemos a Juan Dal Maso respecto a esta muy interesante polémica que trae nuevamente categorías que parecían silenciadas en el debate político dominado aún por el fetiche encuestológico .
En su libro The Gramscian Moment, Peter D. Thomas ubica las polémicas de Althusser contra Gramsci de los años '60 (y sus implicancias), como la última gran polémica teórica en el marxismo. En su argumentación, demuestra de manera bastante convincente que las concepciones "anti-historicistas" de Althusser están más cerca de las de Benedetto Croce criticadas por Gramsci, que las del propio Gramsci, criticadas por Althusser.
Luego concluye que entre la filosofía de la praxis de Gramsci y el "materialismo aleatorio" del último Althusser hay más proximidades de las que el propio Althusser hubiera estado dispuesto a reconocer.
Esta última idea resulta más discutible. Si bien es cierto que el Althusser que reivindica "la corriente subterránea del materialismo del encuentro" tiene cierta afinidad con la crítica de Gramsci a la "historia con providencia", por su reivindicación de la contingencia en el acaecer de los hechos históricos, ahí se terminan las coincidencias.
En sus artículos Sobre el pensamiento marxista y La corriente subterránea del materialismo del encuentro, Althusser intenta reconstruir una visión sobre el marxismo y la historia de la filosofía que rompa con toda teleología. Por este motivo, traza una línea que pasa por Epicuro, Lucrecio, Maquiavelo, Spinoza y Heidegger, que podríamos definir como "antimonista", "antideterminista" y "antiteleológica", que estaría a su vez presente en La situación de la clase obrera en Inglaterra de Engels o en el capítulo sobre la acumulación originaria de El Capital. No importa en este caso si las interpretaciones de cada uno de estos pensadores practicadas por Althusser se corresponden con sus genuinos puntos de vista.
Althusser intentaba ofrecer una filosofía política que permitiera conciliar la reivindicación de algún tipo de cambio histórico con el clima de derrota de finales de los '70 y principios de los '80. De ahí que a través de la "lluvia de átomos" que se unen en un "encuentro" por obra de un clinamen sobre el que no opera necesidad alguna, y el Príncipe que no vino de ninguna parte, el filósofo francés crea una teoría del "Encuentro" que permitiría explicar la emergencia de los cambios revolucionarios desde una lectura que privilegia la "contingencia" por sobre el "determinismo".
Manteniendo la "clásica" idea althusseriana del "proceso sin sujeto", el "materialismo del encuentro" le agrega la dispersión de las fuerzas sociales y la imposibilidad de un pensamiento estratégico "anterior" al "encuentro", de forma tal que lo que a simple vista puede parecer una crítica aguda del "determinismo" y la "teleología", termina coincidiendo bastante con la espera pasiva a la expectativa de algún acontecimiento mesiánico.
En resumen, un retroceso teórico del "nuevo materialismo" creado por Marx, que sin negar la singularidad de los hechos históricos, explica que el "encuentro" no cae del cielo. En lugar del "nuevo materialismo" de Marx, Althusser ofrece un materialismo "pre-marxista", que no tiene mucho que envidiar al pensamiento mágico, que es a donde lleva, sea por la vía del cientificismo o del "contingencialismo", el anti-historicismo rabioso.
En este contexto, cabe preguntarse si la "lluvia de átomos" (más allá de la belleza literaria de la imagen evocada) cuando no opera la constitución aleatoria del "encuentro", no se parece bastante a una sumatoria de "individuo(s) aislado(s) en el seno de la sociedad civil", como característico del "materialismo anterior", sometido a crítica por Marx en sus Tesis sobre Feuerbach.
Y en este punto, clinamen sobre el que se centra la posición althusseriana, podría producir el "encuentro" entre el "materialismo aleatorio" y el mecanismo capitalista de "revolución pasiva" (o su utilización limitada en un contexto de ofensiva reaccionaria).
Sucede que la contingencia entendida en forma extremista privilegia al advenimiento mesiánico del "encuentro" por sobre la lucha por crear activamente nuevas relaciones de fuerzas, propia de la estrategia política marxista y por eso se opone a la hegemonía proletaria (que requiere una estabilidad relativa, aunque sea precaria, de esas relaciones de fuerzas), en una curiosa coincidencia con todas las "restauraciones" y "recomposiciones" capitalistas.
En lugar de una alternativa a una concepción de la historia y la política tributaria de un tiempo vacío caracterizado por la duración de un sistema decadente o burocratizado, el "materialismo aleatorio" se inscribe en un contexto de respuestas ideológicas impotentes a la "guerra de conquista" emprendida por el neoliberalismo que impuso la "colonización" de las viejas organizaciones obreras reformistas, como ocurrió durante las últimas décadas con los partidos "socialistas" y "comunistas".
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