5/26/2019

propuesta bonaerense: para recuperar lo perdido




Muchas veces nos hemos preguntado, como militantes políticos del interior de la provincia de Buenos Aires, por qué razón se habla tan livianamente de que nuestra provincia es inviable. Una provincia que probablemente tenga las tierras más fértiles del mundo, con una diversidad de producciones que permite no solo la producción de granos y oleaginosas tradicionales, sino que los distintos climas y tipos de suelo de un vasto territorio nos coloca en situación de pensar en producciones de diversa índole, tanto para el mercado interno como para la exportación.

La provincia de Buenos Aires genera el 36% del PBI nacional. Ha desarrollado corredores industriales potentes (48% del valor agregado industrial y el 37% del valor agropecuario), una costa marítima extensísima con recursos ictícolas de una enorme importancia, capacidad de producir carnes frescas de todo tipo (tanto vacuna, como porcina, caprina o avícola) y alimentos para resolver el principal drama que puede tener un pueblo, como es el hambre. Ocho puertos estratégicos. Universidades cuyo sistema de conocimiento e investigación, si estuviera integrado y coordinado con el recurso humano y productivo, resultaría a la altura de las principales potencias. Recursos mineros. Una tradición cultural riquísima y diversa, afincada en paisajes y ámbitos que son buscados por todos los turistas del mundo. Un presupuesto de 900 mil millones de pesos, que naturalmente puede ser solventado por su enorme capacidad recaudatoria si se pone en marcha el aparato productivo en toda su dimensión. En definitiva, todo dado para consolidarse como el verdadero motor del desarrollo nacional.

A pesar de ello, lo peor de nuestra realidad es sin dudas no poder resolver el profundo desequilibrio estructural que implica la concentración poblacional. La población de la provincia explica el 39% de la población nacional, pero de ese porcentaje, más del 65% vive en el gran conglomerado urbano de los distritos del llamado conurbano. La migración desde lo rural a lo urbano produce un hacinamiento indigno en una pequeña parte del territorio, y vastas zonas rurales no encuentran oportunidades para que sus hijos e hijas puedan proyectar sus vidas y evitar el desarraigo, físico y cultural.

Desde el interior, en cambio, pensamos que otra provincia es posible si apostamos al interior y a políticas de arraigo para que los jóvenes y las familias tengan la posibilidad de desarrollarse en sus pueblos y elijan quedarse allí en vez de migrar a los grandes centros urbanos. Sabemos que es posible porque pudimos desarrollar una gestión que lo demuestra. Aplicar un modelo de arraigo es totalmente viable y genera resultados que le cambian la vida a las familias. 

El presidente Macri y la gobernadora Vidal solo proponen decálogos viejos y rancios, con ajuste y más ajuste. Ese camino nos llevó a que, solo como ejemplo, en el período enero-abril 2019 los recursos exhiben una caída real conjunta (entre provinciales y nacionales) por séptimo mes consecutivo (desde octubre de 2018). Y si miramos los recursos tributarios propios de la provincia, caen en términos reales desde marzo de 2018, terminando la gestión con 4 años consecutivos de déficit fiscal y con un presupuesto per cápita de $ 25.200, el mas bajo de las 24 jurisdicciones provinciales. Para prestar servicios como el promedio de las 24 jurisdicciones provinciales, la provincia de Buenos Aires debería estar alcanzando un presupuesto un 80% mayor. Si quisiéramos prestar servicios iguales el promedio de las 16 jurisdicciones con menor presupuesto per cápita, necesitaríamos recursos extras por $ 270 mil millones, imposible de alcanzar solo con una política de administración tributaria.

Aquí tenemos propuestas concretas para crecer y desarrollarnos de manera más armónica, integrando lo urbano con lo rural y, desde esa visión, resolver tanto los problemas mas urgentes como aquellos estructurales que pueden pensarse y planificarse en el mediano y largo plazo.

Con políticas de arraigo podemos concretar verdaderamente el “Hambre Cero” en la provincia, a partir de herramientas como una asignación especial destinada a todas las familias debajo de la línea de indigencia. Proponemos acordar con el gobierno nacional una asignación plus de $ 60.000 millones por año, sosteniendo con ello pisos mínimos de dignidad en las familias e impulsando de ese modo un circulo virtuoso de mercado interno que apueste a la producción y al trabajo en lugar de destinarlos a servicios de deuda en el sistema financiero, como ocurre desde que gobierna María Eugenia Vidal.

La deuda contraída por la provincia en la presente gestión fue a un ritmo mayor que la contraída en el ámbito nacional y encima con dolarización de la misma. En 2015 la deuda total alcanzaba 5,6% del PBG y la nominada en moneda extranjera era del 3,4% del PBG. En 2018 la deuda total alcanzó el 10,2% del producto bruto provincial y la nominada en moneda extranjera fue del 7,6%, la máxima deuda histórica en moneda extranjera. Un dato importante para el próximo gobierno es que el 75% de la deuda vence entre 2019 y 2024. Bueno es resaltar que los intereses de la deuda crecieron el 99% en 2019, respecto del presupuesto 2018.

Por eso es que queremos desendeudar la provincia, después de la sideral toma de deuda que eligió llevar adelante el gobierno de Cambiemos desde el primer día de su gestión. Si en lugar de profundizar ese camino, se ordenan las fuerzas de la producción y del trabajo de manera de priorizarlas respecto de los intereses del sistema financiero, perfectamente podríamos pensar en complementar a la AUH y de ese modo sacar de la situación de dramatismo social a millones de bonaerenses, dinamizando además la economía a partir de la fortaleza del propio mercado.

En nuestra propuesta en materia alimentaria, cada beneficiario de la AUH debe recibir 20 litros de leche por mes, producida e industrializada de manera regional con tambos en cada uno de los distritos y cooperativas regionales que le den valor a esa leche, sin que tengamos que depender de monopolios que concentran toda la compra de fluido, con el consecuente impacto en precios abusivos y exorbitantes en un producto tan elemental a la canasta básica.

Lejos de ser un slogan vacío como lo plantea Cambiemos, tenemos que apostar a la soberanía alimentaria con fuertes incentivos a pequeños y medianos productores de alimentos, no solo para fomentar la producción sino también para garantizar que cada familia bonaerense tenga un plato de comida digna en la mesa diaria. Este tipo de planificación y organización de la producción, además de todo, genera empleos genuinos en todo el territorio, garantizando de ese modo oportunidades de arraigo concretas.

Buenos Aires tiene que volver a ponerse de pie y ser punta de lanza en la producción nacional. Para eso creemos que es fundamental encarar un programa integral de infraestructura vial, caminos rurales, puentes, ingeniería hidráulica que aproveche mejor el recurso e impida el drama de las recurrentes inundaciones. Retomar una planificación de recuperación ferroviaria para toda la provincia e impulsar la recuperación de puertos, astilleros e industria pesquera marítima y fluvial. Diseñar, planificar y concretar una política de acceso a la tierra y a la vivienda, en coordinación con los gobiernos locales, que genere para cada bonaerense un techo digno, en el marco de un hábitat justo, con todos los servicios y acceso a todos los derechos que tiene cualquier habitante en las ciudades.

Nuestra propuesta, que centra su mirada en el hombre y en la mujer concretos, en las familias y no en el mundo del dinero, no admite la criminal transferencia de recursos que se ha realizado desde el bolsillo de los trabajadores, comerciantes e industrias PyME al sistema concentrado de prestadoras de servicios públicos, a manos de unos pocos amigos del poder macrista. Proponemos congelar las tarifas de Servicios Públicos e iniciar un proceso de retroceso y compensación para lograr tarifas justas, coordinando con los municipios la definición de quienes serian los beneficiarios de la Tarifa Social, tanto para los hogares mas humildes como para los Clubes Sociales y Deportivos y las instituciones comunitarias.

En materia institucional, proponemos profundos cambios en la descentralización de funciones y recursos en los municipios, así como una inteligente regionalización de la provincia a partir de Sistemas Educativos y de Salud integrales, Mercados Concentradores, sistemas de producción, comercialización y distribución. Para ello es necesario transferir a los municipios los recursos necesarios. Durante la gestión Macri - Vidal se revirtió la tendencia a incrementar la participación de las transferencias de recursos a municipios. El 2004 los municipios percibían el 14,9% de los recursos tributarios provinciales. En 2015, el 17,5%; en 2016, el 21,3% mientras que en 2018 retrocedieron a la participación de 2015. Por varios conceptos, los municipios perdieron aproximadamente $ 100.000 millones. Muy por el contrario, nuestra visión es la de ir aumentando progresivamente la coparticipación en favor de los municipios, que en 8 años debería pasar del actual 16% a un 25%, mínimo. De esa manera, entre otras tantas cosas, podremos pensar más que correr detrás de eventuales catástrofes para la seguridad de nuestros alumnos, en construir escuelas en todos los distritos, principalmente jardines maternales que garanticen educación pública desde los 45 días de edad hasta la educación universitaria en cada región. Para ello es indispensable tomar la decisión de que sean los municipios -transfiriéndoles los recursos necesarios para ello- los que resuelvan, desde su propia planificación y decisión, la gestión local de las escuelas en materia de infraestructura y garantizar que los alumnos y alumnas cuenten con todo lo necesario para su aprendizaje.

Los gobiernos locales son centrales. Debemos fortalecer en los 135 distritos bonaerenses cada uno de los ODS de la Agenda 2030 de la ONU. El futuro gobernador o gobernadora deberá constituirse en un coordinador del accionar de los gobiernos locales como verdaderos agentes de transformación de las comunidades.

Siguiendo un modelo de arraigo con el ojo puesto en el interior, la provincia de Buenos Aires puede crecer y los bonaerenses tener una vida mejor.

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Ante los comicios del año próximo, dos cuestiones características del electorado bonaerense determinan qué debería hacer la oposición peronista para conseguir el voto partido en dos de la Provincia: por un lado el conurbano y por otro el interior.

por Marcos Schiavi

Hace alrededor de un mes junto a Juan Pablo Pilorget y Tomás Aguerre publicamos “Bastión interior: ofertas electorales del peronismo en la provincia de Buenos Aires para el 2019”. Allí planteamos que de cara al 2019 el peso del voto del GBA (dos tercios del total) permite proyectar una victoria del “peronismo oficial o mayoritario” solo con un aumento de su caudal de votos en ese territorio, pero que eso no alcanza, que la provincia no se gobierna sólo dominando el Ejecutivo: se necesitan intendentes, diputados y senadores provinciales.


Afirmamos que la posibilidad de obtener mejores resultados no está dada únicamente por la necesidad de incrementar la cantidad de votos totales sino por redistribuirlos geográficamente mejor. Eso dependerá de presentar una oferta electoral capaz de recuperar terreno en el interior de la provincia de Buenos Aires. Para ello, el diseño de la boleta a gobernador resulta clave, sostuvimos.

Consideramos que las elecciones simultáneas entre PBA y Nación actúan como un incentivo positivo en este sentido: permiten cubrir las fortalezas del “peronismo oficial o mayoritario” (el espacio del Conurbano bonaerense, donde obtuvo sus mejores rendimientos) con la boleta de la candidatura presidencial, mientras que “alivia” la boleta al cargo de gobernador de esa tarea y permite perfilarla hacia el interior de la provincia. Una candidata o candidato a la presidencia que le hable al Conurbano, una candidata o candidato a la gobernación que interpele centralmente al interior de la provincia. Dos cuestiones importantes nos permiten esbozar este doble planteo.

Por un lado, en la opinión pública del Conurbano el peso de la gestión provincial es muy débil. Nada de lo que ocurre parece ser responsabilidad de la gobernación, son pocos los que miran para La Plata. El principal interpelado es el poder ejecutivo nacional y luego los gobiernos locales. La provincia brilla por su ausencia.

Desde el Centro de Estudios Metropolitanos, realizamos de manera periódica un Monitor del Clima Social. En él analizamos percepciones y experiencias vinculadas a inseguridades sociales: la cuestión laboral, económica, alimentaria, habitacional, sanitaria, entre otras. Dentro de las preguntas que realizamos hay una batería centrada en las responsabilidades: “¿Quién considera Ud. que es el principal responsable de la situación laboral?”, “¿quién considera Ud. que es el principal responsable de la situación de la salud pública?”, etcétera. Tomando los tres monitores realizados en 2017 se observa que al ser consultados sobre su situación laboral apenas el 9% de los entrevistados consideró que la responsabilidad recaía en la gobernadora. 

En la cuestión económica y alimentaria ese porcentaje baja al 6%. Esto puede, en principio, ser entendible porque las variables económicas son principalmente responsabilidad nacional y porque el mercado laboral es claramente metropolitano (igualmente, no deja de ser un dato importante). Lo llamativo son las otras variables monitoreadas en 2017: apenas el 8% considera responsable a la gobernación de la provincia por su situación habitacional o la calidad del transporte, el 11% por la situación de la salud pública y sólo (!!!) el 18% por la situación educativa. En la mayoría de los casos el gobierno nacional supera el 50% de responsabilidad y los gobiernos municipales rondan el 10%. La gestión provincial se pierde en el mar del Conurbano, más allá de lo institucional: allí el voto es nacional (y municipal).

En cuanto al segundo factor del doble planteo, y más allá de la cuestión ya tantas veces analizadas del factor rural (el impacto de la 125), a la hora de pensar el voto del interior de la provincia tal vez sea hora de pensar cómo juega el tándem simbólico conurbano/interior. El “otro” conurbano en el interior. Gabriel Kessler, al referirse al conurbano, analiza dos concepciones simbólicas disímiles pero en cierta medida complementarias; una en la que se lo describe como una entidad atípica, diferente a la capital y al interior, con una clara y disímil identidad propia; otra en la que se lo define como un territorio donde se concentran variados atributos negativos o conflictivos, un territorio signado por déficits y carencias.

Cuando se habla del Conurbano se habla de algo que es diferente al interior de la provincia y que, claramente, es peor, más peligroso, más pobre (algo de esto ya habíamos escrito en la columna anterior). Adrián Gorelik, por su parte, afirma que entre CABA y GBA se ha consolidado “una muralla de prejuicios en la opinión pública que presenta al GBA como una suerte de Far West violento y peligroso”; como una amenaza que rodea a la capital, su antítesis. Este planteo, con algunas salvaguardas, bien puede ser aplicado al vínculo conurbano-interior. El Conurbano es una construcción indisociable de CABA y del interior, construida desde la diferencia y la distancia a pesar de ser parte de una misma metrópoli y de una misma provincia. Se conjugan en él alteridad, cercanía y amenaza. Aunque nos moleste esta imagen, aunque la consideremos injusta y equivocada, no podemos perder de vista qué imagen política y social se le construye a un votante del interior de la provincia cuando le ofrecemos conurbano.

El voto de la provincia de Buenos Aires está partido en dos: Conurbano e interior. Diversos análisis electorales lo han planteado y demostrado: tienen lógicas e identidades diferentes. En 2019 (como es costumbre) vamos a tener dos boletas fuertes. La boleta presidencial (y la municipal) puede “cubrir” el voto de un conurbano donde el papel de la gobernación es difuso; mientras, la boleta a gobernador puede interpelar a un interior que el “peronismo mayoritario” necesita recuperar para poder ganar, una interpelación que no debería desatender la tensión simbólica entre el interior y el conurbano.

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