8/20/2018

crisis qué crisis ? - solo un día normal -


DISPUTAS INTERNACIONALES
Jorge Molinero

Introducción

Recientemente hemos analizado las disputas comerciales entre EEUU y China (1) y el poder militar detrás del enfrentamiento (2). Aquí veremos otros aspectos que enmarcan la disputa de hegemonía que se extenderá por muchas décadas. No pretendemos analizar todas las disputas internacionales. Solo algunos elementos que consideramos importantes para comprender la dinámica del enfrentamiento fundamental.
Esta disputa por hegemonía no comenzó con Donald Trump. Comienza a tomar cuerpo en los primeros años del presente milenio, en la medida que China pasa a estadios más avanzados de desarrollo y expansión de influencia. La actual guerra comercial entre EEUU y China por un lado y EEUU contra el NAFTA, la Comunidad Europea, Turquía y otros, es el emergente de contradicciones más profundas.

¿Disputa de sistemas o de modalidades capitalistas?

Durante la guerra fría la contradicción fundamental fue entre el sistema capitalista, representado por EEUU y sus aliados, y el socialismo, representado por la URSS, China y el campo socialista. Pero a la disolución del campo socialista en 1991 no hubo un cambio político en China, que continúa siendo dirigida por el Partido Comunista, a pesar del cambio de rumbo que había significado el ascenso de Deng Tsiao ping en 1978.

Complican la interpretación declaraciones recientes de Xi Jinping. Con motivo del 200 aniversario del nacimiento de Karl Marx en mayo pasado, el presidente chino donó una estatua del mismo a su ciudad natal, Tréveris, en Alemania, y dio una conferencia en el marco del Congreso del PCCH rindiendo homenaje a su pensamiento (3).

Al tiempo que pronuncia este homenaje, el desarrollo de las relaciones capitalistas se profundiza cada vez más en China, aunque manteniendo importantes áreas de la economía bajo el control del Estado y el control político de todo el proceso.

China continúa utilizando algunos elementos de control y planificación de la época de Mao Tse tung. Los sectores estratégicos siguen en poder del Estado, las finanzas y la casi toda la banca, el sector externo, la infraestructura, puertos y aeropuertos, trenes, teléfonos, electricidad, etc. y aquellas industrias básicas como el acero, el carbón, el petróleo y los nuevos desarrollos de punta en las áreas de computación y comunicación, en especial las investigaciones básicas de Inteligencia Artificial y todas aquellas áreas que tengan que ver con el sistema de defensa (4).

El lenguaje del marxismo chino, tanto en Xi Jinping, como antes en Mao, difiere fuertemente del que fue propio del marxismo occidental, tanto en los temas como en la forma discursiva. Difiere en especial del marxismo ruso en lo que va desde los inicios del siglo XX hasta mediados de los veinte. China adopta el marxismo y las formas que tuvo bajo Stalin en la URSS a partir de los treinta, mezclado con la forma tradicional china de discurso con fines educativos, con sentencias e imágenes, tanto para ejemplificar razonamientos como para afirmaciones dogmáticas sin ellos.

Algunas de las afirmaciones de Xi en el último congreso permiten entrever hacia donde apunta su interpretación de Marx. Es una síntesis entre la utilización de herramientas de planificación y dirección estatal, con el desarrollo de la burguesía china (todavía) bajo su control, y las formas de control social tradicionales (jerarquía y obediencia) integradas con las de los partidos stalinistas.
Los elementos de control centralizado – propiedad estatal en áreas estratégicas, planificación, fuertes incentivos por ramos diferenciales a la actividad pública y privada - han formado parte de las propuestas de la mayoría de los movimientos de liberación nacional y los procesos desarrollistas por sustitución de importaciones.

En nuestro continente esos procesos siempre fueron truncos e incompletos, donde se mezclan en turbulenta coexistencia las tendencias socialistas y aquellos movimientos que se esperanzan con poder conducir a una burguesía industrial que se niega a actuar dentro de aquellos moldes teóricos. En China, por el contrario, el dilatando y extraordinario éxito del desarrollo industrial está llevando a una situación de mayor participación de la recién creada burguesía industrial, lo que plantea contradicciones a las que nosotros no nos asomamos. En algún momento la burguesía industrial china, que fue creada y se desarrolla gracias a la acción deliberada de la conducción política del PCCh, adquirirá confianza propia e independencia de su creador. ¿Desafiará las directivas del Estado? ¿Tomará el control del mismo? Son preguntas que el tiempo responderá.

Es por ello que no tiene importancia dilucidar si Xi respeta el pensamiento de Marx o son frases de ocasión. Importa saber lo que hace la dirección del PCCh al margen de su conciencia o voluntad (5). El partido al frente del Estado puede llamarse comunista sin serlo, como en muchos países latinoamericanos se llaman revolucionarios (PRI mexicano, MNR boliviano, etc.), o socialistas en Europa. En estas condiciones es más propio hablar de capitalismo de Estado que de vía china hacia el socialismo.

Una de las características diferenciales del capitalismo de Estado de China es la ausencia (hasta el presente) de las crisis periódicas de sobreproducción, con caídas del producto bruto y aumento de la desocupación. Es un tema que obsesiona al capitalismo central, buscando desde hace años indicios de su inminente estallido en el boom inmobiliario, en las deudas bancarias de las empresas del Estado, en la capacidad ociosa de determinados sectores, o en la supuesta ineficiencia del plan para asignar o promover el uso racional del excedente extraído a los trabajadores chinos, como si la “racionalidad capitalista” le hubiese ahorrado las crisis al centro.

Las etapas de la expansión china

La estrategia de expansión china comenzó con exportaciones de productos simples, mano de obra intensiva. Ello fue posible porque hubo un acuerdo con Estados Unidos que abrió su mercado y a cambio China se alejó de las posiciones revolucionarias que tuvo durante el período de Mao. El capitalismo como sistema mundial ganó una gran área de expansión de negocios, además de una forma de controlar por importaciones baratas la combatividad de los trabajadores industriales en los países centrales. Pero el desarrollo chino no tiene las características que el capital internacional hubiese deseado.

La expansión territorial del capitalismo era una de las salidas que vislumbró Rosa Luxemburgo (6). Los trabajadores de la periferia eran, hasta hace una generación, explotados como proveedores de alimentos, minerales y otras materias primas, que abarataban la vida de los trabajadores de Occidente, pero que no competían con su nivel salarial. Ahora en el “Sur Global” se produce un amplio abanico de productos que antes sólo se elaboraba en el centro, pero con una fracción del salario central.

Estos cambios que trae la globalización con los libres movimientos de mercancías y capital pero no de trabajadores le vuelven a dar validez a las condiciones que Luxemburgo imaginó en sus esquemas de reproducción ampliada: la incorporación de amplias áreas no capitalistas donde volcar los excedentes de capital del centro. La otra forma creciente de realización del excedente central es el militarismo que Rosa indicó en el último capítulo de su libro.

El tiempo en que el dominante capitalismo financiero internacional celebraba su éxito a nivel planetario está dejando paso a los temores por el crecimiento de un serio competidor. Hay una diferencia entre el tipo de capitalismo que se impuso en Polonia, Hungría o la República Checa, y el que se desarrolló en China. En los primeros el cambio de sistema económico significó casi automáticamente el alineamiento y subordinación al núcleo del capitalismo occidental. Rusia es un capítulo diferente, por la brutalidad del cambio y el costo social resultante, fruto del asalto de la propiedad pública por un reducido conjunto de ex dirigentes devenidos en oligarquía, cuyo único mérito es haberle ganado de mano al capital extranjero en el descarado saqueo que fue el proceso de privatización.

El capitalismo central tiene serios problemas con el desarrollo del capitalismo chino. No sigue las reglas de subordinación al paradigma neoliberal (privatizaciones y desregulaciones en todos los ámbitos, en especial la financiera) que las potencias imperialistas han impuesto a la mayoría de los países semicoloniales y dependientes y a los ex países socialistas de Europa Oriental. China incrementa fuertemente las relaciones capitalistas, pero reserva áreas estratégicas para las empresas estatales y restringe la participación de las empresas extranjeras, aunque la participación privada esté avanzando en sectores antes vedados. Hay una constante negociación entre la autorización para participar del negocio de producir en China aprovechando su mano de obra barata, y las transferencias que deben hacer las empresas extranjeras en tecnología y contribución al ingreso neto de divisas (exportaciones superiores a las importaciones de insumos, equipos, ganancias y royalties). Desde hace una década ha ido incrementando la importancia de su mercado interno por sobre las exportaciones, al tiempo que se ha propuesto descontar la distancia tecnológica con EEUU en especial en campos que tienen que ver con su capacidad militar (Plan Made in China 2025).

Desde 2014 está desplegando el mega proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, compuesto por dos proyectos simultáneos de comunicación con Asia, África y Europa, la ruta terrestre y la ruta marítima. Es un proyecto de creación de infraestructuras (puertos, vías ferroviarias, rutas terrestres, terminales, centros de logística y distribución, etc.) que incluye a 65 países con una población de 4.400 millones, el 30 % del PBI mundial. China será el principal financiador de las obras en la mayoría de los países involucrados.

La parte de desarrollo de infraestructuras, con la dimensión colosal que implica, es sin embargo la parte más “simple” del ambicioso proyecto. La parte fundamental es cambiar la visión de los países involucrados respecto a China y entender el proyecto como un plan de desarrollo integral de toda la región involucrada, que incluye la integración financiera con la expansión de acuerdos de swaps de monedas sin utilización del dólar. Ello será reforzado con la internacionalización del Yuan en 2020 (un anticipo es el mercado de petroyuanes). Ello incluye una mayor alianza con Rusia y otros países del área como Irán, sus principales suministradores de petróleo. El proyecto será llevado adelante por el Asian Infraestructure Investment Bank (AIIB) y el Silk Road Fund y eventualmente por un mecanismo financiero administrado por la Shanghai Cooperation Organization.

No es sólo el vehículo de exportación de mercaderías chinas a esos países, con llegada a Europa por dos vías (por tierra hasta Rotterdam, Holanda, y por mar hasta puertos italianos), sino que al mismo tiempo es un acceso a fuentes de energía (petróleo) en Medio Oriente, entre otros de los objetivos geopolíticos del proyecto. El objetivo geoestratégico es meter una cuña - ofreciendo el desarrollo a esas áreas - en la influencia económica y militar que ejerce Estados Unidos en los países que rodean a China, y garantizar vías de acceso a los materiales críticos que pueden frenar su propio desarrollo, en especial el petróleo.

Crisis y tasas de crecimiento

El pensamiento crítico sobre el devenir capitalista ha enfatizado - en especial a partir de la crisis de 2008 - que el crecimiento se ha ralentizado a nivel internacional, siendo ese menor crecimiento una demostración de la crisis sistémica del capitalismo en su etapa agonal.

Somos muy críticos del sistema capitalista pero no estamos persuadidos que el sistema se encuentre en esa etapa.

La tradición anglosajona reserva la palabra crisis para las situaciones agudas y profundas, mientras que la tradición francesa – a la que adscriben algunos críticos del capitalismo – consideran la crisis como un proceso larvado, dilatado en el tiempo, no sólo su momento más agudo. Preferimos el significado anglosajón para dar mayor precisión, de lo contrario se podría abusar de la extensión de la crisis a todo el desarrollo capitalista, cuyos procesos de expansión son tan caóticos como los de recesión. Sería una muletilla que taparía diferencias y etapas.

Las crisis económicas periódicas, marca registrada de las contradicciones irresolubles del capitalismo, no son la antesala de su disolución o superación a menos que el sujeto histórico explotado, los trabajadores, mancomunen su acción a nivel internacional. No hay al momento indicios serios de ello, situación que quizá cambie cuando el nuevo proletariado industrial chino adquiera conciencia propia y logre formas de organización similares a las que desarrollaron los trabajadores europeos a fines del siglo XIX.

Uno de los elementos mencionados de la “crisis permanente” ha sido la caída de la tasa de expansión que siguió a la última crisis mundial comenzada en 2008 (no analizaremos el tema de la tendencia de la tasa de ganancia, que queda para otra oportunidad). Es cierto que se redujeron las tasas de crecimiento de los países centrales por varios años, pero si lo miramos en perspectiva más amplia el tema es diferente. En principio, el crecimiento sensible de la economía de los países europeos y sus vástagos occidentales como los llama Maddison, es un hecho relativamente reciente en la historia de las civilizaciones. De su estudio de fines del siglo pasado tomamos las estimaciones de crecimiento entre el año 1000 de nuestra era y el 1990, para completar las tasas de crecimiento con los datos del FMI hasta el presente.



Desde tiempos inmemoriales, el crecimiento del producto bruto ha sido muy bajo. Las tasas del 0,34 % anual acumulativo (a.a.) entre el año 1000 y 1820 en Europa son un promedio en donde hubo siglos enteros con tasa cero y hasta negativa, ejemplo cuando la gran peste, entre otros cataclismos registrados. La “normalidad” de la economía estacionaria (o de muy bajo crecimiento a medida que el lento avance en la productividad agraria lo permitía) se ve súbitamente modificado a partir de la revolución industrial de fines del siglo XVIII en Inglaterra, Europa y sus vástagos. Así salta al 1,9 % a.a. en 1820/1870, se empina al 2,6 % en 1870/1913, para despeñarse a un bajo 1,5 % a.a. en el período 1913/1950, que cubre dos guerras mundiales y la mayor crisis del sistema capitalista en los años treinta. Los años de posguerra – reconstrucción europea y generalización del Estado de Bienestar en los países capitalistas desarrollados - muestran un fuerte resurgimiento del crecimiento alcanzando el 3,6 % en 1950/1990 (proporcional a la destrucción previa), para volver a reducirse al 2,20 % a.a. de allí hasta 2016, en gran parte influido por la gran recesión que se produce a partir de 2008 con epicentro en EEUU y derivaciones a nivel mundial.

Una mirada más detallada indica que mientras Europa y sus vástagos tiene ese comportamiento más débil, el total mundial se ha ido acelerando en función del extraordinario crecimiento de los países asiáticos, que aumentan su crecimiento anual en el último período. Son las amplias áreas incorporadas al sistema capitalista en los últimos cuarenta años.


Fuente: WEO FMI. 16.07.2018

Tanto el crecimiento de EEUU como el de los europeos se ha recuperado, mientras que el de Asia se mantiene en un robusto 6,5 % con descenso relativo de China y aumento de India, los dos colosos asiáticos. El comercio mundial se ha recuperado de los serios retrocesos en los años de la gran recesión de 2008. Que el mundo crezca a tasas entre el 3,6 % y el 3,9 % en los últimos años o en el futuro cercano, no muy por debajo de la gran expansión de posguerra, no está indicando una crisis, sino un cambio en el centro de acumulación y expansión, de Occidente a Asia. Es un movimiento tectónico de consecuencias complejas, con una exacerbación de las contradicciones entre los bloques opuestos y dentro de ellos (Trump y sus enfrentamientos con China pero también contra el NAFTA y la Comunidad Europea). Pero no es crisis del sistema capitalista, sino su constitutiva forma anárquica de desarrollarse.

Latinoamérica pasó de una elevada tasa en el período de industrialización por sustitución de importaciones (ISI), una caída en el primer período neoliberal desde mediados de los ochenta hasta los primeros años de este siglo, una larga década de alto crecimiento a partir del 2002, y un retorno a tasas bajas luego de la caída de los precios de las commodities y el retorno del neoliberalismo a los principales países de Sudamérica. Los BRICS, que ilusionan a algunos pensando en un bloque alternativo que incluye al Brasil, no tienen entidad real más que en algunas fotos diplomáticas. Fotos que pierden todo brillo desde el golpe blando en nuestro vecino y su pase a la órbita americana, al igual que Argentina. El cambio hacia la derecha ha venido de la mano de la caída de los precios de las commodities desde fines del 2012, que reducen las posibilidades de mayor participación del ingreso de los trabajadores por la decisión de la gran burguesía regional de volcar sobre ellos toda la reducción por la caída de los superavits comerciales. Todas las proyecciones que se imaginaban a partir de este polo alternativo se han esfumado, y quedan China y Rusia unidas en su oposición a Occidente en distintos planos. India juega su propio rol (aliado a EEUU) y no entra en sus planes papel relevante para los BRICS. La participación del PBI de Latinoamérica sigue siendo pequeña, y su influencia política corre a la par de aquella, aunque formen parte de nuestros desvelos.

Cambios en la productividad y la tasa de desocupación

Cuando se habla de persistencia de la crisis se alude generalmente a dos indicadores. La baja tasa de crecimiento del producto y/o de la productividad del trabajo y las variaciones de la tasa de desempleo. La desigualdad creciente no es signo de crisis sino del cambio de la relación de fuerzas relativas entre los capitalistas y los trabajadores, con un serio retroceso para éstos desde que las aperturas comercial y financiera pusieron a competir a todos los trabajadores del mundo entre sí, como en las épocas previas a la formación de sindicatos en Europa Occidental en el siglo XIX.

Estados Unidos es el país que tiene la productividad más elevada del mundo en la mayoría de los sectores industriales y de servicios. El economista norteamericano Robert Gordon en su reciente libro sobre el tema (7) indica que la productividad creció fuertemente en EEUU entre 1870 y 1970, de la mano de un conjunto de inventos de alto impacto en la vida cotidiana (tecnología para la producción de alimentos, vestimenta, vivienda, salud, transporte, condiciones laborales, equipamiento del hogar) mientras que los avances significativos (no simplemente evolutivos) desde 1970 hasta el presente se han restringido a un estrecho campo de tecnologías que tienen que ver con el entretenimiento, comunicaciones y la recolección y procesamiento de la información (big data). La productividad media horaria ha crecido en este último período 1970/2015 a un tercio de la tasa que tenía entre 1920 y 1970. Los cambios de las nuevas tecnologías se ven en toda la vida cotidiana pero no en las estadísticas de crecimiento de la productividad. El crecimiento acelerado de China se explica en gran parte por la adopción generalizada de las versiones actualizadas de las tecnologías maduras que cambiaron la vida de los norteamericanos entre 1870 y 1970, y más recientemente por sus avances en las nuevas tecnologías. El salto ha sido espectacular por la magnitud del atraso previo de China, salto que no se repetirá al acercarse a la frontera de las tecnologías maduras, morigerando la tasa de expansión en función de la tasa descendente de incorporación de las masas campesinas a la población urbana.

Los extraordinarios avances en comunicaciones y procesamiento de datos tienen su utilización estratégica en el campo militar y en el control social de las poblaciones, es decir son tecnologías de aplicación a los fines políticos de los estados nacionales que los poseen y de las clases o fracción de clases sociales que los dominan en cada caso. Los cambios que esas tecnologías producen en la sociedad civil – por más importantes que sean - empalidecen frente a esta realidad: quien domine estas tecnologías tendrá una ventaja militar sobre su adversario, y este es el campo, por acción o amenaza, que determinará muchos de los cursos de acción en los próximos años.

En las ramas maduras la tecnología china está por detrás de la norteamericana, pero acercándose a medida que se complejiza su aparato productivo. En la mayoría de ellas, aun con tecnologías no tan sofisticadas, el costo final de los productos es inferior en China por el (aun) bajo costo de la mano de obra. La incorporación de maquinaria sofisticada es función de los precios relativos del capital y el trabajo, y los salarios reales se han triplicado desde 2005 al presente. De allí la adopción en China de tecnologías en función de la relación de costo laboral/capital futura y no la presente. En robots la producción y utilización de los mismos por China es superior a la de EEUU. El caso de la industria automovilística (el sector más importante en la utilización de robots, al que le sigue la logística de almacenamiento y distribución) es el mejor ejemplo. A pesar de la diferencia de salarios, la utilización de robots en pintado y ensamble es tan importante en China como en EEUU. No hubiesen llegado a ser los principales fabricantes de automóviles del mundo si hubiesen adoptado tecnologías basadas exclusivamente en el precio presente de los factores productivos.

El desplazamiento de mano de obra que la robotización y la inteligencia artificial pueden producir está por debajo de los sombríos panoramas que se han puesto de moda. La recuperación de la actividad tras la gran recesión ha sido acompañada por descenso de la tasa desocupación. Lo importante de todas estas tecnologías es su valor estratégico para la defensa y el control social, lo que va más allá del mero crecimiento económico o de sus supuestos efectos sobre la tasa de desocupación.

En efecto, hasta ahora las nuevas tecnologías no han producido la tan temida elevación de la tasa de desocupación, que en Estados Unidos ha venido reduciéndose desde valores en el entorno del 10 % en lo peor de la crisis que comenzó a fines de 2008 a valores inferiores al 5 % en estos últimos años. La tasa de desocupación es más alta en Europa Occidental pero baja en China, el país de mayor proletariado industrial del mundo. Contribuye a ello la política de pasaporte interno que regula (en forma imperfecta) la migración de campesinos a las ciudades.

Tasa de Desocupación (%). Países seleccionados


Fuente: FMI. WEO. Abril 2018

Algunas conclusiones provisorias

En trabajos anteriores habíamos analizado las disputas comerciales y las capacidades militares de las dos potencias antagónicas. En este hemos enfatizado que se trata de un enfrentamiento por hegemonía entre dos países con estructura capitalista, aunque existan diferencias en el tipo de capitalismo.

El imperio dominante, Estados Unidos, está adscripto a la variante neoliberal (dominio del capital financiero) que propende a la disolución de hecho de las fronteras nacionales (excepto las propias) tratando al mundo como un mercado único bajo las leyes privadas de los negocios. En esta etapa está tratando de aislar su propia ciudadela de dominación y herir las posibilidades de expansión china. El cierre de los mercados con aranceles discriminatorios, y la oposición a la transferencia de tecnologías son los métodos preferidos en esta etapa. Extraño neoliberalismo, que se practica puertas adentro, sin restricciones de casi ningún tipo, junto a la presión para que el mundo se abra a sus exportaciones de bienes, servicios y capital, pero cada vez más proteccionista en lo referente a las importaciones y transferencia de tecnología. Es la traducción simple de America First, la ley del más fuerte.

Del otro lado está China, que hacia adentro es un capitalismo de Estado, con una cuidada planificación de su desarrollo para alcanzar el grado de desarrollo tecnológico de Estados Unidos a mediados del siglo. Ello si puede superar los escollos de todo tipo – incluido el enfrentamiento bélico directo - que despliega Estados Unidos para evitarlo. Al mismo tiempo hacia afuera son los abanderados del libre comercio sin restricciones en el tráfico de mercaderías.

La velocidad de crecimiento de China está en relación directa con el proceso de alcanzar el nivel tecnológico de Estados Unidos (catch up) y de la tasa de migración del campo a las ciudades que garantizan ese crecimiento acelerado moderando el alza de salarios urbanos. Por otro lado las tasas de expansión basados en las exportaciones están cambiando a los incrementos acelerados en el consumo interno. Cuando los cambios en las condiciones de producción generalicen los bienes de consumo en trabajadores y clases medias (alimentación, vestimenta, vivienda y equipamiento del hogar, transporte, salud, educación y ocio) las tasas de crecimiento irán convergiendo con las de los países centrales. Dada la dimensión de la población china y las distancias de consumo y tecnológicas, ese proceso será dilatado en el tiempo.

Las nuevas tecnologías de comunicación, computación y procesamiento de datos no están produciendo un incremento significativo de la productividad laboral en los países centrales, en comparación con lo que ocurrió en el pasado con las tecnologías desarrolladas entre 1870 y 1970. Quizá su aspecto más estratégico consista en la utilización con fines militares y de control social de las poblaciones. El incremento de la robotización y el uso del Big Data no han producido aumento de la desocupación, aunque sí un desplazamiento de la utilización de la fuerza laboral hacia especializaciones simbólicas hacia arriba (white collar) y trabajos simples no automatizables hacia abajo, con una reducción de demanda de los saberes y habilidades intermedios. La pérdida de mano de obra industrial en Occidente es función de estos cambios tecnológicos en un grado relativo, siendo mucho más importante el desplazamiento de la producción a países con mano de obra más barata. Hay muchos más obreros industriales en el mundo ahora que hace cuarenta años. Los puestos de trabajo industrial perdidos en Occidente están más que compensados por los incrementos en Asia, donde el menor costo laboral permite utilizar más mano de obra por unidad de capital empleada. No existe tal “desaparición” del proletariado industrial excepto que se lo mire desde el ombligo de los países centrales.

La crisis de 2008 que estalló en EEUU y se expandió al mundo no es una crisis terminal del capitalismo. Ninguna lo es si no está listo y organizado el sujeto social que lo resuelva. Una vez que se superó la crisis, al costo del sufrimiento de millones, continúa el despliegue de la globalización, que incluye la incorporación de grandes áreas al sistema capitalista mundial, uno de las vías que imaginó Rosa Luxemburgo podrían servir para prolongarle la vida.

No vamos más allá de esto. Las perspectivas del capitalismo a mediano y largo plazo requieren de un trabajo más extenso que este breve repaso de algunas de las características salientes del momento actual.

Notas
1.- Jorge Molinero. “Estados Unidos y China. Guerra comercial o disputa de hegemonía”. Abril 2018. IADE . http://www.iade.org.ar/noticias/estados-unidos-y-china-guerra-comercial-o-disputa-de-hegemonia
2.- Jorge Molinero. “EEUU-China. Poder económico y poder militar”. Junio 2018. Especiales IADE. http://www.iade.org.ar/noticias/eeuu-y-china-poder-economico-y-poder-militar
3.- Los principales conceptos de Xi Jinping sobre Marx se encuentran en : (http://spanish.xinhuanet.com/2018-05/05/c_137156782.htm)
4.- Jorge Molinero. “El Plan Made in China 2025”. Enero 2017. IADE. http://www.iade.org.ar/noticias/el-plan-made-china-2025
5.- Marx indica que “en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales”. Kark Marx. Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859.
6.- Rosa Luxemburgo. “La Acumulación del Capital” (1912), capítulo 7. Véase también Jorge Molinero. ”Los pensadores. Rosa Luxemburgo”. Noviembre 2017. IADE. http://www.iade.org.ar/noticias/la-vigencia-de-rosa-luxemburgo
7.- Robert J. Gordon. “The rise and fall of American Growth”. Princenton University Press, 2016.

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