7/19/2018

homenaje al discurso político



La generación del Bicentenario en el discurso de Cristina Fernández 

Rocío Flax

1 Introducción 

En el presente trabajo, me propongo analizar el discurso de la presidenta argentina Cristina Fernández en el acto del 11 de marzo de 2011, en conmemoración de la victoria electoral de Héctor Cámpora. 

La elección de este discurso particular se debe a su carácter representativo de la consolidación en la escena pública de la agrupación denominada La Cámpora, y a que constituye la culminación de una serie comenzada un año antes con el discurso de Néstor Kirchner en el estadio del club Ferrocarril Oeste, considerado punto inaugural del llamado del kirchnerismo a la militancia juvenil. La serie está constituida por tres discursos: 

1) Discurso de Néstor Kirchner en el estadio de Ferro (11 de marzo de 2010); 
2) Discurso de Cristina Fernández en el estadio Luna Park (14 de septiembre de 2010); 
3) Discurso de Cristina Fernández en el estadio de Huracán (11 de marzo de 2011) 

En el discurso del 11 de marzo de 2011, la Presidenta interpela a los jóvenes militantes kirchneristas de manera recurrente, construyendo una identidad definida para lo que denominará “Generación del Bicentenario” y mostrando lo que se espera de ellos. 

Para esto, la Presidenta construye diferentes formas de nosotros que en algunos casos incluyen y en otros excluyen a la juventud peronista: Nosotros (Cristina Fernández – Néstor Kirchner) Nosotros (Todos los presentes en el acto – Todos los militantes kirchneristas) Nosotros (El gobierno) Nosotros (Militantes años ’70) El objetivo de esta exposición es enfocarse en el sistema pronominal desplegado en el texto a partir de la alternancia descripta, cuyo propósito consiste en consolidar una identidad política diferenciada de la juventud peronista, y en particular kirchnerista, dentro del discurso peronista (Sigal y Verón, 1986). 

Este trabajo se inscribe dentro del Análisis Crítico del Discurso (Fairclough, 2003). Se trata de una corriente que considera a los discursos como prácticas sociales que forman parte del proceso social y, por lo tanto, constituyen significaciones sociales y prácticas sociales. 

En este sentido, los discursos son capaces de influir en las representaciones y creencias de las personas y, en consecuencia, en sus actitudes y decisiones. De esta manera, las representaciones presentes en un discurso contribuyen con la creación, mantenimiento o resistencia de los poderes hegemónicos. Para el análisis del corpus se utilizarán las herramientas brindadas por la Lingüística Sistémico-Funcional (Halliday, 1982), en particular el sistema de modo y el sistema de transactividad (Fowler et al, 1983).

2 Análisis 

En el discurso de Cristina Fernández, se destacan cinco actores sociales principales. El primero, siempre en singular, es el yo que remite al locutor y da cuenta del presente de la enunciación (Ducrot, 1986). 

Este yo tiene como contrapartida un ustedes que corresponde a los alocutarios, es decir, a todos los presentes en el estadio que funcionan como destinatarios del mensaje de la presidenta. Además, se construyen cuatro tipos de nosotros. El primero, incluye a la presidenta y su marido. A ese pronombre remite, por ejemplo, el siguiente fragmento: "Desde que lo conocí, en los peores momentos que vivió la Argentina y que vivimos tal vez nosotros, en términos personales" (321-323). Ese nosotros marca la historia personal del matrimonio y va desde la década del '70 hasta la muerte de Kirchner. 

La función de estos pasajes está relacionada con la construcción de una imagen de los Kirchner desde la perspectiva del funcionario combativo con una larga historia de militancia y compromiso político, que legitima su inclusión dentro de un grupo social que es valorado positivamente por ciertos sectores de la sociedad: los militantes de los años ‘70.

No aparece ninguna forma pronominal que se oponga a ese nosotros. También remiten a esa temporalidad (la biografía de la presidenta y su marido desde los ’70 hasta la muerte de este) algunos desglosamientos del nosotros en sus dos elementos constitutivos, yo y él: "aquel 11 de marzo tenía yo apenas 20 años" (27); "como yo tenía aquel 11 de marzo de 1973" (30); "Yo [locutor] quiero venir a recordarlo, como se recuerda a los militantes con el compromiso de que la lucha que él inicio - un 25 de mayo del año 2003 – es la lucha mía por construir la Argentina que él tanto soñó y por la que tanto trabajó sin descanso, sin desmayo entregando lo mejor de sí." (16-22). 

La razón por la que se incluyen en este grupo algunas apariciones del yo consiste en que no remiten al momento de la enunciación –a diferencia del primer caso presentadosino que dan cuenta de su pasado junto al ex Presidente. Un segundo nosotros engloba a la totalidad de los presentes en el acto, uniendo al locutor con sus alocutarios dentro de un mismo colectivo de identificación (Verón, 1987). 

En este sentido, el nosotros se podría ampliar para abarcar, no solo a los presentes en el acto, sino a todos los kirchneristas. Al ser una forma inclusiva del pronombre, no tiene un ustedes que se le oponga, sino un ellos que corresponde a los no kirchneristas. Estos se dividen entre los que tienen posiciones políticas compatibles y podrían ser incluidos dentro del colectivo de identificación y los que se oponen irreconciliablemente con su modelo político. Nosotros (todos los presentes en el acto): "Quiero [locutor], finalmente, agradecer a todos ustedes [alocutario] este homenaje que nos hacemos a nosotros mismos, también a él, a los argentinos" (327-328).

Ellos (los no kirchneristas): "Quiero que le pregunten si como argentino se siente parte de esta América del Sur, de este MERCOSUR, de esta UNASUR, si se siente profundamente latinoamericano y siente orgulloso de su identidad, de su pertenencia, de su historia; (...) si está de acuerdo en una sociedad que da derechos igualitarios, que amplía el abanico de posibilidades y que nos convierte a todos un poquito más iguales todos los días. Si están de acuerdo con esas cosas forman parte de esta historia y de este espacio" (133-143). 

Ellos (los opositores/enemigos): "le decían que estaba loco" (246-247); "y también lo criticaron" (252); "lo único que faltaría es que dijeran que los 11 de marzo se provocan terremotos, porque qué pavadas que se escriben y que se dicen" (288- 292). Esa última frase, construida de forma impersonal para elidir el agente también refiere al ellos enemigos. 

El tercer caso de nosotros incluye a la presidenta dentro de los miembros del gobierno y la separa de los militantes kirchneristas quienes constituyen el ustedes. La tercera persona, anteriormente mencionada, que remitía a los no kirchneristas afines al modelo propuesto por la presidenta también podría corresponder a este sistema de enunciación, en tanto el gobierno les pide a sus seguidores que los sumen a ellos a sus filas. Nosotros (el gobierno): "tenemos que seguir industrializando el país y agregando valor para seguir generando puestos de trabajo más calificados para todo los argentinos. (...) tenemos que seguir poniendo en la educación pública en todos sus niveles el esfuerzo y los recursos, y si tenemos que seguir aún poniendo más; (...) necesitamos seguir inaugurando -como hace unos días- universidades públicas y gratuitas" (112-119). 

Por último, un cuarto caso de nosotros se refiere a los militantes de la JP de los años '70: "mis compañeros, muchos de ellos que compartimos también años de militancias me van a entender." (55-56). A este nosotros se le contrapone una segunda persona que corresponde a lo que Cristina Fernández denomina “Generación del Bicentenario”: "Yo por eso quiero rescatar la historia, pero también quiero una juventud que construya su propia historia, como la hicimos nosotros; ustedes son la generación del Bicentenario" (154-158). 

Por supuesto, estos distintos enunciadores (Ducrot, 1986) se entrecruzan en el discurso y no siempre resulta completamente evidente a cual hace referencia la Presidenta en cada momento, ya que no solo pasa constantemente de uno a otro, si no que, en algunos casos, mezcla los diferentes niveles de enunciadores y enunciatarios. Por último, se podría decir que existen incluso otros casos de nosotros como por ejemplo nosotros los argentinos. 

Según el esquema presentado, en el discurso de Fernández es posible separar al gobierno de los militantes o seguidores, pero también es posible hacer un corte en otra dirección que separa a los militantes de los '70 de los militantes actuales, sin distinción de si se encuentran dentro o fuera del gobierno.

3 La generación del Bicentenario 

Nos centraremos ahora en la forma en que Cristina Fernández construye a su enunciatario denominado “Generación del Bicentenario” en relación con el nosotros militantes de los '70. Antes de comenzar, hay que destacar la forma en que la misma presidenta reconstruye la cronología vinculada con la aparición en escena de la juventud militante kirchnerista. 

El primer discurso de la serie mencionada al comienzo de este trabajo es considerado por Fernández de la siguiente manera: “él me contó de aquel acto del 11 de marzo y me dijo que había sido un acto diferente, que él sentía que ese día se había comenzado a reconstruir vínculos, cercanías, proximidades” (298-302). Luego habla de la muerte de Kirchner, que fue, en efecto, una oportunidad política de suma importancia para la irrupción en escena de La Cámpora, principal línea de militantes kirchneristas: “Creo que su último acto de servicio fue también ese 27 de octubre” (306). 

Para comenzar con el análisis de la construcción de la identidad de la juventud kirchnerista, es importante destacar que dentro del colectivo “Generación del Bicentenario” se encuentra Florencia Kirchner, la hija de la presidenta. Si la Presidenta –enunciadora- se encuentra entre los militantes de los ’70 y su hija dentro de los enunciatarios, se establece entre ambos un vínculo generacional y filial. La palabra de Fernández es la palabra de una madre que aconseja a las nuevas generaciones que no cometan los mismos errores y aprovechen mejor las oportunidades. 

En efecto, los dos macro actos de habla (Lavandera et al, 1987) que priman en los fragmentos del discurso que interpelan a la juventud son el pedido y el consejo, ambos justificados, desde esta lógica generacional, en un conocimiento mayor adquirido por la experiencia de los años:

Yo les pido que tengan ejemplos, pero que sean ustedes mismos, cada uno de ustedes, cada una de las horas, porque créanme que el gran vínculo que nos une a todos -desde 1810 a la fecha- es el inmenso compromiso con los intereses de la nación y con los intereses del pueblo, que son la misma cosa, nación y pueblo, pese a que algunos quieran diferenciarlo (159-165).

El subjuntivo se reitera a lo largo de estos fragmentos, ya que no se trata de las acciones que efectivamente realiza la juventud militante, sino de los deseos de la generación anterior cuya expresión se cristaliza en Cristina Fernández. 

En este mismo sentido, el subjuntivo funciona también en su forma negativa con valor imperativo, delineando cómo esta nueva generación debe ser y qué accionar debe seguir: "Es otra de las cosas que les quiero pedir: no pierdan tiempo, no se enrosquen ni se dejen enroscar en discusiones bizantinas que no tienen nada que ver con lo que le importa a la gente y con lo que le importa a la sociedad. No cometan errores que sí hemos cometido nosotros" (264-273). La construcción de este vínculo generacional también se relaciona con la figura del “heredero” político: la Generación del Bicentenario es presentada como la posible heredera del proyecto político del kirchnerismo. 

Dentro del peronismo, esto se conecta con la doctrina del trasvasamiento generacional, de particular importancia para la Juventud Peronista de los años ’70 a la cual el kirchnerismo hace constante referencia, como forma de impulsar a los nuevos grupos de militantes. En su discurso, Fernández postula una serie de presupuestos que fortalecen esta noción. Por una parte, afirma la necesidad de encontrar quienes continúen el modelo, aun si sus líderes ya no están.

Aquí aparece, entonces, la idea de sucesores:

Yo siento que a lo largo de la historia el campo nacional y popular - liderado por hombres o por mujeres - cuando esos hombres o mujeres ya no estaban era como que se desperdigaba porque faltaba la construcción orgánica; porque faltaba la construcción política e institucional que no hiciera depender la transformación y el cambio de una o dos personas. Ese es el gran desafío que tenemos hoy los argentinos que tienen los jóvenes: cómo hacer para que tanta lucha no sea en vano (72-83). 

Por otro lado, los herederos deben salir de esa generación porque son quienes entraron a la política por el kirchnerismo, es decir, están modelados según lo que ese movimiento pretende de ellos, a diferencia de otros miembros del kirchnerismo provenientes del peronismo tradicional o de otras líneas ideológicas: “Por primera vez ustedes -generación del Bicentenario- se están incorporando a la política no contra alguien, sino por alguien, por una historia, por la Argentina por seguir mejorando las cosas” (51-52). 

Los jóvenes son inexpertos, están dentro del ámbito del no saber con respecto a la generación que los precede. Sin embargo, poseen una ventaja que, quizás por su condición de jóvenes, no pueden reconocer. Por eso, es necesario que Cristina Fernández les indique el camino a seguir: “Ustedes, ustedes no tienen idea - porque son muy jóvenes- mis compañeros, muchos de ellos que compartimos también años de militancias me van a entender. Pero quiero que sepan que ustedes tienen la inmensa oportunidad histórica de participar en la construcción de un país diferente” (53-58).

Las diferencias entre las condiciones históricas que vivió la generación de los ’70 y la actualidad se reiteran a lo largo del discurso: “Construir sobre las coincidencias, aprender a construir los argentinos y sobre todo los jóvenes no sobre las diferencias, que así se ha construido durante tanto tiempo, y entonces todo duraba poco” (88-92); “No cometan errores que sí hemos cometido nosotros cuando éramos jóvenes” (272-274). Si bien en este último ejemplo se puede percibir casi un tono de lamento con respecto a las posibilidades de la generación del ’70, esta imagen alterna con la de ejemplaridad que esa generación debe tener para los jóvenes: “Yo por eso quiero rescatar la historia, pero también quiero una juventud que construya su propia historia, como la hicimos nosotros; ustedes son la generación del Bicentenario” (154-158). 

Por último, la Presidenta, luego de advertir sobre las oportunidades y las dificultades con las que la nueva generación se va a encontrar, les traspasa la responsabilidad de profundizar el modelo y de conducir el país. Son ellos, y no la Presidenta o el gobierno, los que están construyendo el destino de toda la Argentina. 

De esta forma, amplifica las posibilidades que en un régimen presidencial, como el actual, pueden tener los militantes políticos, incluso los que ejercen cargos legislativos. El tono de los pasajes que hacen referencia a la misión histórica de los jóvenes linda con lo épico: “Yo les pido que construyendo su propia historia, su propia identidad, también están construyendo la historia de todos nosotros.” 

Consideraciones finales 

Para sintetizar, Cristina Fernández establece un vínculo generacional y filial con respecto a los jóvenes militantes kirchneristas. En este sentido, utiliza la modalidad del consejo y del pedido. Además, establece una particular relación entre los militantes actuales y los militantes de los años ’70: estos últimos deben servir de ejemplo a las nuevas generaciones. Sin embargo, Cristina Fernández coloca a esta generación en una posición aventajada con respecto a su antecesora: tiene la posibilidad de aprender de los errores pasados, de escuchar los consejos de los mayores y de vivir en una situación histórica que se plantea como privilegiada.

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Volúmenes temáticos de la Sociedad Argentina de Lingüística Serie 2012 
Editores de la serie Víctor M. Castel CONICET y Universidad Nacional de Cuyo 
Mabel Giammatteo Universidad de Buenos Aires y Universidad del Salvador 
Alejandro Parini Universidad de Buenos Aires y Universidad de Belgrano

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