Por Alejandro Bercovich
abercovich@diariobae.com
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Se trata de una burguesía nacional offshore, con sociedades en paraísos fiscales para resguardarse de sus compatriotas, enemiga de los impuestos pero amiga de los funcionarios y los contratos con el Estado. Productivamente poco eficiente, socialmente resentida con gremios que logró domesticar pero jamás extinguir y políticamente muy conservadora. Una clase social hoy unida por un espanto unánime ante la perspectiva de que Cristina Kirchner vuelva a la Casa Rosada por la incapacidad que percibe en el primer hombre criado en sus entrañas que se sienta en el sillón de Rivadavia.
Simplemente evitarán quejarse en público. Se mostrarán optimistas. Y se sumarán a la contemplación bonsai de los brotes verdes que la estadística empieza a mostrar inexorablemente tras un desplome como el de 2016. Empezaron ayer, en el almuerzo que compartió la Asociación Empresaria Argentina (AEA) con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. "Fue casi una reunión social. No es momento de hacer críticas", se sinceró ante BAE Negocios uno de los comensales. Seguirán mañana, aplaudiendo a rabiar a Macri en la Rural. La campaña entra en su fase decisiva.
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