6/18/2016

caso lópez: una mirada desde fuera

José López in fraganti: ¿qué implicaría el fin del kirchnerismo?


Por JULIO BURDMAN

José Francisco López, un funcionario importante de los gobiernos kirchneristas y perteneciente al núcleo íntimo de colaboradores del ex presidente Néstor Kirchner, fue atrapado in fraganti tratando de enterrar una montaña de dinero malhabido. El episodio fue grotesco, hollywoodense, casi inverosímil: López estaba solo, en el medio de la noche, con una ametralladora y 9 millones de dólares empaquetados, diciendo incoherencias y tratando de ingresar a un monasterio de la provincia de Buenos Aires. Esto afecta sin dudas la reputación del kirchnerismo, a punto tal que varios comentaristas concluyeron en que el caso López significa el fin de la corriente política que gobernó durante doce años.

Ahora bien, ¿qué podría implicar esto, si fuera cierto? El kirchnerismo ya no gobierna el país, y ni siquiera lidera la principal fuerza de oposición, que es el peronismo en sus diferentes versiones. Y la Argentina tiene un régimen político presidencialista, que se caracteriza -como casi todos los presidencialismos latinoamericanos- por la importancia central que adquiere la relación entre el presidente y el electorado. Por lo tanto, la pregunta que realmente interesa al analista político es: ¿cómo afecta a Mauricio Macri la puesta en evidencia de José López?

En principio, los millones de López no son un caso más. Durante largos años, se acusó a los gobiernos deNéstor y Cristina Kirchner de corrupción administrativa en forma de sobreprecios en contrataciones de obra pública. Y de connivencia con esos empresarios contratistas para el retorno de fondos, que eran luego “lavados” por testaferros. Estas acusaciones habían sido llevadas adelante por varios actores, entre los que se destacaron tres: los partidos Coalición Cívica y GEN, representados por sus respectivas líderes, Elisa Carrió y Margarita Stolbizer, y el periodista Jorge Lanata. Quien desde su programa “Periodismo Para Todos”, emitido los domingos por Canal 13 (Grupo Clarín) entre 2012 y 2015 con gran audiencia, se dedicó exclusivamente a presentar investigaciones de casos de corrupción que afectaban al gobierno de entonces. Pero lo de López cambia sustancialmente el panorama, porque la evidencia de lo delictivo quedó por primera vez claramente expuesta. En lo anterior primaba el indicio y la conjetura, y los vínculos no quedaban del todo probados. Aquí, todo está a la vista.

La primera consecuencia de ello es que los propios dirigentes y votantes del peronismo, aún de su corriente kirchnerista, salen a repudiar la corrupción y despegarse de ella. Hasta ahora, la amplia coalición que sostuvo al kirchnerismo evitaba o negaba el tema. Un acto de defensa entendible, y que no debe interpretarse necesariamente como complicidad con el delito. En las acusaciones de corrupción suele dominar la lógica política: suelen ser formuladas por otros políticos, con el objetivo inocultable de desplazar al partido antagonista de la competencia.

El exsecretario de Obras Públicas de Argentina durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, José López (c), es escoltado por miembros del grupo Halcón hoy, martes 14 de junio de 2016, en Buenos Aires (Argentina).

La regla es que el acusador intente abarcar al conjunto del partido (“el régimen corrupto”, “un sistema de corrupción”, “una cleptocracia”) y que el acusado defienda a ese mismo conjunto. Pero todo este juego cae ante la evidencia pública del delito y la inmoralidad. Llegado ese punto, los acusadores se lanzan con todo contra de los perpetradores, y los miembros del partido acusado buscan explicar que una manzanas podridas no contaminan a todo el cajón. En este caso, hubo un elemento que facilitó las cosas: López no fue encontrado por la denuncia de un político antagonista, sino gracias a un extraño episodio de autoincriminación.

Este caso, sumado al juicio contra el ex secretario de Transporte Ricardo Jaime, el enriquecimiento meteórico del empresario de la construcción Lázaro Báez, y las investigaciones avanzadas en casos de vivienda, vialidad y ferrocarriles, sugieren que había un problema muy extendido en el área de obras públicas. En la mayoría de los ministerios de la administración pública nacional a lo largo de los tres gobiernos kirchneristas no hubo casos relevantes de corrupción, ni irregularidades registradas: el foco pareciera estar siempre en el mismo lugar, y con la participación conjunta de funcionarios, proveedores y empresarios. La exhibición de López refuerza esa línea de investigación, y la “línea de corte” ya no se vislumbra.

Ello, sin embargo, no quiere decir que las responsabilidades políticas estén aclaradas. Quedan dos nexos por establecer. Uno es la relación entre todo esto, y los presidentes Néstor y Cristina Kirchner. El otro es el móvil de la acumulación de dinero. Esta última parte es la clave: la justicia y la opinión pública necesitan entender los motivos de la corrupción. ¿Por qué querría Néstor Kirchner robar las exorbitantes sumas de dinero que le atribuyen, si era un hombre austero que odiaba el lujo y lideraba una gran coalición política con mayorías parlamentarias propias que no necesitaba dinero para financiar campañas electorales? Los antikirchneristas denunciaron a Kirchner de valerse del Estado para hacer política y de robar dinero del Estado con el mismo propósito, pero las dos cosas no parecen ir de la mano.

Pero supongamos que esos nexos logran establecerse, y que el kirchnerismo llega a su fin. Que Néstor o Cristina Kirchner terminan siendo culpados de corrupción y puestos en evidencia ante la opinión pública, sin posibilidad de que la ex Presidenta o cualquiera que reivindique sus nombres y gobierno pueda presentarse a elecciones. Y el conjunto del peronismo tomará distancia del kirchnerismo, y se reinventará bajo un nuevo liderazgo. Eso, ¿beneficiaría o perjudicaría al gobierno de Mauricio Macri? En una primera etapa, sin dudas lo beneficiaría. El sentido antikirchnerista de la alianza Cambiemos, que llevó a Macri al poder, se vería confirmado y reivindicado. Y el gran argumento esgrimido por su gobierno para justificar las decisiones económicas incómodas del primer semestre -la “herencia recibida”- renovaría su impulso por unos meses más.Pero pasado un tiempo más breve de lo previsto, Mauricio Macri se quedaría solo. Un kirchnerismo vivo y antagonista ha sido parte constitutiva del fenómeno electoral y gubernamental de Cambiemos. Sin el kirchnerismo, Cambiemos se enfrentará algo más rápido de lo previsto a lo inexorable: un país de macristas y antimacristas. El juicio evaluatorio de la opinión pública se enfocará sobre la gestión de gobierno, y surgirá un nuevo sujeto político opositor que ya no girará alrededor del conflicto anterior, sino de la realidad presente.

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