6/26/2016

26 de junio de 2002 : a 14 años del asesinato de maxi y darío





Este dramático caso es recurrente como fuente de estudio sociológico, ya sea tanto del comportamiento individual de las organizaciones piqueteras, las fuerzas de seguridad, la prensa, los políticos y la población en general, como de su interrelación. Estudiándose no solo los hechos ocurridos ese día, sino también los antecedentes y consecuencias de los mismos y en particular permite observar el "modelo de llegada" de un gobierno que a las protesta social consecuencia de las politicas neoliberales que eclosionaron en diciembre del año 2001 , respondía con represión, tal como bajo el actual gobierno neoliberal, hoy lo propone el "Protocolo antipiquete".


Las movilizaciones de diciembre de 2001 se caracterizaron por ser espontáneas y no estar representadas por organizaciones sociales de ningún tipo. Sin embargo, a medida que avanzaba el año 2002 el nivel de organización fue en aumento, llegando a un pico en junio de ese año, para descender a comienzos de 2003.

Para el doctor en Historia Gonzalo Pérez Álvarez, este incidente marcó un punto de inflexión en la historia del país y de la organización de las clases obreras, marcando el inicio de un descenso de las movilizaciones a nivel nacional y la incidencia política de los movimientos. Según su hipótesis, esto se debe a un cambio en la estrategia del gobierno, que pasa de la represión a la de negociación. Instaurando en la opinión pública una visión de antología entre «los que quieren trabajar» y «los que siempre se quejan». Apoyado en buena parte por los medios de comunicación.

Según Ástor Massetti y Ernesto Villanueva, la organización piquetera siguió un esquema que fue de menor a mayor organización, que inició en 1998 y tuvo su auge en junio de 2002.9 Desde entonces fue decreciendo y finalizó siendo institucionalizada por el oficialismo en 2004, ya bajo el gobierno de Néstor Kirchner (piqueteros oficialistas). El punto de inflexión fue la Masacre de Avellaneda y el repudio social a la represión, el llamado a elecciones, la masificación del plan Jefes y Jefas de Hogar, la baja del desempleo, las mejoras salariales y presupuestales y otros hechos (tales como acostumbramiento a los cortes de ruta, las denuncias de cobro de «peajes» por atravesar los piquetes, la coacción violenta a colectiveros para llevar gratis a los manifestantes hasta los puntos de reunión, los contracortes de camioneros afectados, las protestas de comerciantes y las denuncias de desabastecimiento) que restaron el apoyo de una parte de la sociedad a los grupos más contestatarios.

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