5/26/2016

venezuela: tambores de guerra



Objetivo Venezuela: Nuestro Amo juega al esclavo

Objetivo Venezuela: Nuestro Amo juega al esclavoLa Revolución Bolivariana ha estado bajo el asedio de la derecha internacional prácticamente desde que el Comandante Hugo Chávez arribó al poder, luego de las elecciones de 1998. A pesar de ello, Chávez supo construir una correlación de fuerzas favorable a lo largo de sus años de gobierno, gracias a las alianzas con otros mandatarios progresistas de la región. Tras su fallecimiento -y percibiendo el debilitamiento que la pérdida de su máximo líder produjo en el movimiento bolivariano- era esperable la avanzada de un conjunto de factores reaccionarios.

Día a día puede evidenciarse una situación de guerra de tipo no convencional, una alineación perfecta que conjuga factores internos y externos para ponerle fin a la revolución: en primer lugar, porque producto de una pergeñada guerra económica contra el pueblo venezolano (acompañada de caída del precio internacional del petróleo), la oposición logró obtener la mayoría de escaños en la Asamblea Nacional. El primer anuncio del Presidente de la nueva Asamblea, Henry Ramos Allup en enero de 2016, consistió en anunciar la salida de Nicolás Maduro en un plazo de seis meses. El propio Secretario de la OEA, Luis Almagro, insiste en su premura porque el referendo se celebre este año, argumentando que “cuando la política está polarizada la decisión debe volver al pueblo” y que el hecho de resistirse a ello “[A Maduro] lo transforma en un dictadorzuelo más, como los tantos que ha tenido el continente”.
El primer anuncio del Presidente de la nueva Asamblea, Henry Ramos Allup en enero de 2016, consistió en anunciar la salida de Nicolás Maduro en un plazo de seis meses.
¿Existe alguna ecuación institucional para que pudiese hacerse tal anuncio? No. El tiempo para un revocatorio del mandato presidencial no pudiera ser menor a los seis meses. El horizonte que marca el pulso de la oposición venezolana es el de tomar el poder en 2016, para hacerlo debe condensar distintas tensiones que permitan acelerar el conflicto: desabastecimiento y acaparamiento, violencia de calles que construya un imaginario de inminente estallido, sensación de avasallamiento institucional –confrontación entre poderes instituidos- traducido en jueces y legisladores que, como iconos de la democracia representativa, coexisten en permanente pose defensiva frente a un régimen opresor; imaginario de violación de derechos humanos y crisis humanitaria reproducido por las principales usinas mediáticas internacionales; todos elementos que fungen como argumentos para organizar un referéndum revocatorio a contramano de la normativa del Consejo Nacional Electoral.
El horizonte que marca el pulso de la oposición venezolana es el de tomar el poder en 2016, para hacerlo debe condensar distintas tensiones que permitan acelerar el conflicto.
Si además nos preguntáramos sobre cuál ha sido su labor al frente de la Asamblea Nacional desde enero de este año, más allá de abrevar en la salida del Presidente, deberíamos subrayar el hecho de haber aprobado un compendio de leyes de dudosa constitucionalidad, fundamentalmente la Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional, cuyo objeto consiste en presentar la democracia venezolana acorralada por un régimen tiránico, abonando a la otra idea que coexiste en este cuadro de desestabilización: forzar una intervención extranjera en Venezuela.

Es importante no perder de vista que la Constitución venezolana consagra en su articulado un verdadero equilibrio de poderes, garantizando que ninguno pueda subyugar a otro/s. Más allá de la guerra económica y la inédita mayoría parlamentaria, ese equilibrio muestra la imposibilidad de un golpe parlamentario al estilo Brasil o Paraguay; hecho que sobradamente conoce la oposición y, de ahí, la violencia suscitada, que encuentra el clímax en la recurrencia a la activación de mecanismos internacionales para desplazar a Maduro de Miraflores.

El informe del Comando Sur estadounidense, titulado “OPERACIÓN VENEZUELA FREEDOM- 2” expone la adecuación sin fisuras de la oposición venezolana con el imperio. En dicho informe se establecen las acciones que debe desarrollar la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) para facilitar la intervención extranjera en Venezuela y los aportes que se harán desde los EEUU. A la fecha, el gobierno estadounidense no se ha molestado en desmentir el contenido del mismo. Muy por el contrario, Obama renovó en marzo la declaración que considera a Venezuela como una “amenaza” a la seguridad estadounidense; declarando inmediatamente después que: “cuanto antes el pueblo venezolano pueda elegir un gobierno que ellos confíen en que es legítimo, y pueda comenzar a implementar políticas económicas que los saquen del espiral en el que están, tanto mejor será para todos nosotros”. Por su parte, el Secretario de Estado -John Kerry- anunciaría a finales de abril que su gobierno apoya la Carta de la OEA en Venezuela. Acá vamos configurando otro dato.

Luis Almagro ha venido cuestionando de un modo sistemático la política interna de Venezuela “sugiriendo” a la oposición venezolana solicitar la activación de la Carta Democrática Interamericana. Atendiendo el pedido, el Diputado de Voluntad Popular, Luis Florido -partido dirigido por Leopoldo López- entregó al propio Almagro la solicitud formal que contempla la mediación de la OEA, al mismo tiempo que un detallado informe sobre la situación de Venezuela”, parte de la sugerencia del Secretario General de la OEA.

Medios de comunicación estadounidenses (así como también la cadena BBC o El País por citar algunos ejemplos), alineados a la campaña por la activación de la Carta Democrática, han dedicado artículos y editoriales incendiarios sobre la situación interna venezolana, argumentando así la solicitud de la intervención de la OEA.

Es menester no perder de vista que la Carta Democrática Interamericana es un instrumento de notable peligrosidad para la estabilidad del continente y su aplicación en el caso venezolano abriría las compuertas para que la OEA –tan bien llamada por Fidel Castro como el “Ministerio de Colonias Estadounidense”- implemente el siempre perseguido tutelaje sobre las democracias de la región. Por ejemplo, la Carta Democrática no fue diseñada para proteger la democracia de los 54 millones que votaron por Dilma Rousseff en Brasil, ni de los 7.5 millones que votaron por Nicolás Maduro. Sino que lo fue para proteger y preservar la democracia representativa de los partidos elitistas, los pactos cupulares; aquellos resortes que pueden ser tutelados desde los grandes centros de poder vía mediática, jurídica, parlamentaria. Por eso ni Almagro, ni Obama, ni Kerry han pedido activarla para revertir el reciente Golpe de Estado contra Dilma. En ese sentido, la Canciller venezolana Delcy Rodríguez expresó durante la reunión del Consejo Permanente de la OEA, el 5 de mayo, que Venezuela no aceptaba la aplicación de la Carta por la OEA, hecho que violaría la soberanía del país y supondría una intromisión en sus asuntos internos.
La Carta Democrática Interamericana es un instrumento de notable peligrosidad para la estabilidad del continente y su aplicación en el caso venezolano abriría las compuertas para que la OEA –tan bien llamada por Fidel Castro como el “Ministerio de Colonias Estadounidense”- implemente el siempre perseguido tutelaje sobre las democracias de la región.
Acá otro dato: Hugo Chávez, conocedor de los laberintos de la democracia representativa liberal sumida a las estrategias imperiales y de la utilización de los organismos supranacionales para intervenir y violentar la soberanía de los Estados, ha dejado consignadas “reservas” en todos los instrumentos internacionales que firmó a lo largo de su mandato, referidos a la defensa de la democracia. Recordemos que fue la Declaración de Québec en 2001, que daría origen a la Carta Democrática Interamericana. Sin embargo, en los considerandos de la citada Carta, los redactores se remiten a antecedentes muy anteriores a la Revolución Bolivariana, tales como el Protocolo de San Salvador, el Compromiso de Santiago con la Democracia y la Renovación del Sistema Interamericano de 1991, la Declaración de Nassau de 1992 y la Declaración de Managua para la Promoción de la Democracia y el Desarrollo del año 1993, todos firmados sin reservas por los gobiernos de la IV República venezolana.
La unión cívico-militar, tan laboriosamente construida por Hugo Chávez, demuestra ser aún un sólido piso para contrarrestar factores internos y externos. Venezuela se acerca como nunca a un punto de definición después del golpe en Brasil.
Profundizar es radicalizar la defensa. La unión cívico-militar, tan laboriosamente construida por Hugo Chávez, demuestra ser aún un sólido piso para contrarrestar factores internos y externos. Venezuela se acerca como nunca a un punto de definición después del golpe en Brasil. En el país caribeño y sudamericano los tambores de guerra no han dejado de sonar nunca. Por estas horas, mientras amenazan de múltiples formas -los mismos que callan el golpe de Estado en Brasil- vienen envalentonados y lo hacen cada vez más fuerte. Venezuela se prepara para defenderse declarando el Estado de excepción. Otorga facultades excepcionales a las Comunas, al igual que a los Consejos de Producción y Distribución y a las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, al tiempo que ordena un ejercicio conjunto con las milicias: “En el marco de ese decreto vigente tomemos todas las acciones para recuperar el aparato productivo que está siendo saboteado y paralizado por la burguesía”.

*Historiadora UCV. Coordinadora del Archivo Histórico del MPPRE de Venezuela.

**Sociólogo UBA. Coordinador del Área de Estudios Nuestroamericanos del Centro Cultural de la Cooperación (AEN-CCC).

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