2/07/2016

retorno



La novedad que representa la llegada al poder de la derecha por la vía del voto popular, un camino transitado por otras democracias latinoamericanas pero inédito hasta ahora en la Argentina, merece un análisis alrededor de aquellos modelos en los que el macrismo está haciendo pie para llevar adelante una gestión que por previsible no deja de asombrar en cuanto a la ferocidad de sus formas, la velocidad de su ejecución y lo catastrófico de sus efectos.

El macrismo no tiene como capital propio una usina de pensamiento que pueda elaborar tácticas y estrategias que se apoyen en determinadas experiencias históricas. Otros integrantes de la alianza Cambiemos, sí; en especial el ala constituida por el radicalismo y su más histérico desprendimiento, el espacio liderado por Elisa Carrió.

Esos dos últimos partidos tienen la experiencia y la memoria históricas que encarnan el gorilismo más acérrimo, con anclaje en el cruento golpe de 1955, cuando la Unión Cívica Radical (UCR) acompañó el discurso y las acciones de la Fusiladora comandada por Pedro Eugenio Aramburu e Isaac Francisco Rojas.

Con ese marco histórico de fondo –con profundos cambios y límites que las convenciones de derechos humanos y los preceptos democráticos le ponen a tamaño experimento criminal–, Mauricio Macri inauguró su mandato.

Ya sea poniendo en juego un esquema de persecución ideológica que por momentos llega a rozar la sinrazón y el delirio político, o avasallando de cabo a rabo toda la estructura institucional que se presenta como un escollo para llevar adelante un retrógrado plan económico neoliberal, Cambiemos se parece mucho a la dictadura que derrocó a Juan Perón en septiembre de 1955.

La catarata de Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) y de los otros con que viene desarmando la arquitectura legal y política que el kirchnerismo montó para proteger y resguardar lo hecho durante sus 12 años en el poder, no tienen nada que envidiarle a la topadora jurídica de la Fusiladora, que provocó la demolición –nada menos– de una Constitución, la de 1949, y de todas las leyes y disposiciones que daban sustento al primer peronismo.

Cómo cargarse una Constitución

Como bien recuerda el periodista Eduardo Anguita –ahora devenido crítico impiadoso del kirchnerismo– en un artículo publicado en febrero de 2009 en Miradas al Sur, “la Argentina, que había consagrado (con el peronismo) los derechos económicos y sociales de los trabajadores, que había logrado una modificación drástica en el reparto de las riquezas y que había dotado al Estado de mecanismos de regulación de la renta agraria, convocó a una Convención Nacional Constituyente. Es decir, luego de asentarse una nueva alianza social en el poder –o al menos en resortes clave del poder político– se abrió un debate institucional en el cual las fuerzas sociales que se expresaban en el Justicialismo y sus partidos aliados querían consagrar nuevos derechos, en especial aquellas que garantizaran la función social de la propiedad y de la economía social de mercado”.

Respecto de esto último, Anguita destaca que “John William Cooke, convencional constituyente, lo expresó de una manera clara en los fundamentos del cambio: «Ante el creciente poder de las grandes organizaciones capitalistas, de proyecciones mundiales, fue un mito la libertad, no ya económica, sino política. Este estado de cosas hizo entonces necesaria la intervención del Estado en la vida económica de las naciones, tanto para impedir la explotación de los débiles como para facilitar el desarrollo orgánico y equilibrado de las fuerzas económicas»”.

Lo cierto es que, según repasa el periodista, “el peronismo dobló en votos al radicalismo y si bien el partido de Yrigoyen había reconocido diez años atrás la necesidad de una nueva Constitución, le hizo el vacío a la convención”. Algo similar a los graznidos en reclamo de institucionalidad durante 12 años de kirchnerismo, que devinieron en tabla rasa de toda juridicidad una vez arribó al poder su socio amarillo en diciembre pasado.

Respecto de ese vacío, Anguita rememora que “el cuco de Perón le permitía al partido de Yrigoyen conjurar las inmensas diferencias internas”. Teléfono para Ricardo Alfonsín, que quería despegarse de Gerardo Morales y de Ernesto Sanz pero ahora avala la designación a dedo y por decreto de dos postulantes a la Corte Suprema de Justicia.

Moisés Lebensohn, que defendió vivamente “los cambios económicos que permitieron la sustitución de importaciones, y el desarrollo industrial autónomo” y “era favorable a la intervención del Estado en la economía”, por ser orgánico, tuvo que acompañar a la mayoría radical que hacía de vocera y representante de los terratenientes y consignatarios de hacienda argentinos asociados a los frigoríficos extranjeros, que constituían el motor del modelo agroexportador agotado tras el fin de la Primera Guerra Mundial”, precisa Anguita.

Así, la nueva Constitución que regiría en la Argentina, cuyo artículo 40 “produjo pánico en los sectores más concentrados” decía, entre otras cosas, lo siguiente: “El Estado, mediante una ley, podrá intervenir en la economía y monopolizar determinada actividad, en salvaguardia de los intereses generales y dentro de los límites fijados por los derechos fundamentales asegurados en esta Constitución”. Y ordenaba que “los minerales, las caídas de agua, los yacimientos de petróleo, de carbón y de gas, y las demás fuentes naturales de energía, con excepción de los vegetales, son propiedad imprescriptibles e inalienables de la Nación, con la correspondiente participación en su producto que se convendrá con las provincias”.

Los radicales, que cuestionaban la legalidad de la Constitución del 49, ni siquiera cantaron el himno nacional, como el resto de los convencionales que la consagraron el 16 de marzo de ese año.
La UCR no buscó demasiadas excusas para oponerse a la nueva Carta Magna: planteó que no se cumplía con las dos terceras partes de los votos, ya que éstos –interpretaron– debían calcularse sobre el total de los miembros del Congreso.

Anguita concluye: “Desde entonces y hasta ahora, la mayoría de los constitucionalistas parecen haber quedado encandilados por esta cuestión de números. Casi una excusa canalla para no volver al fondo”. Y agrega: “¿Con qué derecho se cuestiona la legalidad de la Constitución de 1949? Basta repasar quiénes y cómo la sepultaron para, sesenta años después, ver que enterraron a un vivo y no a un muerto. Fue el dictador Pedro Eugenio Aramburu, en abril de 1956, quien la derogó a través del decreto 229: dos meses después fusilaba, en nombre del Estado, a quienes se levantaban bajo el liderazgo del patriota Juan José Valle. Los radicales, que apoyaban esa dictadura, se olvidaron del debate apoyado en leyes y se inclinaron por apoyar el orden de las bayonetas. Al año siguiente, esa dictadura llamó a elecciones para, supuestamente, tratar un nuevo orden constitucional. Claro, tuvieron la precaución de no dejar participar al peronismo, proscripto, que castigó en las urnas esa burla con masivos votos en blanco, que constituyeron la primera minoría”.

Como sentenció Michel Foucault, “la legalidad es una cuestión de poder, no de justicia.

La ciencia y la tecnología como obsesión peronista

El jueves 28 de enero de 2016, Diario Registrado publicó una nota que tituló La ”ñoqui” que echó el Gobierno es una ingeniera graduada con honores. El artículo en realidad narraba una de las consecuencias del ajuste que viene instrumentando Macri, y con ese telón de fondo describía la historia que la ingeniera Maia Goldin le contó al periodista Daniel Tognetti en su programa de Radio Del Plata.

Las anteriores autoridades de Fabricaciones Militares durante la gestión de Cristina Kirchner habían encargado a Goldin desarrollar la planta nacional de chalecos antibalas. La profesional fue despedida junto a otros 150 empleados ni bien asumió Macri.

“Goldin es ingeniera química especializada en petróleo, tiene 28 años y se graduó con honores”, detalla la nota. “Estuve a cargo de todo el montado de la planta de chalecos antibalas, que hace 200 unidades por día”, contó la profesional, quien agregó: “Nunca antes se habían hecho chalecos de seguridad de industria nacional”.

La planta funciona desde 2013, y allí, según la propia descripción de FFMM en su sitio web, los “chalecos Multiamenaza 2.1 (antibala y antipunzante)” están diseñados y fabricados “con una confección de alta rigurosidad técnica y los más estrictos estándares internacionales de calidad”, y “es capaz de resistir a impactos de proyectiles .357 Magnum y 9mm”.

En su edición del 29 de enero, el matutino Página 12 publicó un inquietante artículo en torno de los despidos y el desmantelamiento en FFMM: “Las cesantías dejaron en claro la decisión de vaciar FFMM al dejar sin personal áreas completas como Planeamiento y Control de Gestión, la dirección de Producción (que coordinaba las cinco fábricas), Seguridad, Higiene y Medio Ambiente (garantizaba la salubridad de la producción, imprescindible tratándose de químicos y explosivos), Comunicaciones y RRII, Inversiones (ejecutaba proyectos para recuperar capacidades y actualizar equipos) o Calidad (responsable de actualizar normativas y garantizar la calidad)”.

El testimonio del licenciado en economía Martín Harraca, hasta hace poco jefe de la Unidad de Planeamiento y Control de Gestión, es clave: “La nueva dirección confirmó que no le interesa ningún proyecto relacionado con el desarrollo nacional y la producción local”.

El profesional confió a Página|12 algunas de las explicaciones recibidas de parte de las nuevas autoridades designadas por Macri: “Es mejor comprar radares que desarrollarlos”, “los vagones son antieconómicos”, “las plantas nuevas son un costo hundido que nunca se va a recuperar”.

Es imposible esquivar la relación entre el desmantelamiento de esa área de producción estatal con episodios similares que se dieron en los albores de la Fusiladora.
En los dos primeros gobiernos, por ejemplo, Perón desarrolló una industria semipesada, que logró producir un automóvil enteramente argentino –el Justicialista– en sus diferentes versiones, y hasta llegó a diseñar y producir un avión caza supersónico, en sus versiones Pulqui I y II.

Como bien detalla el ingeniero electrónico y magister en Ciencia, Tecnología y Sociedad por la Universidad de Quilmes Javier R. Fernández, “Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Perón impulsó el desarrollo de la industria aeronáutica, dirigiendo sus esfuerzos a reclutar científicos y tecnólogos extranjeros. La fabricación del Pulqui I y II –primer avión caza a reacción de Suramérica– fue acompañada por otros desarrollos, como la energía atómica, grandes obras de infraestructura e ingeniería civil, la creación del Instituto Antártico”.

Fernández, luego de desarrollar el derrotero y exponer ” las complejidades de desarrollar una tecnología de punta o de frontera tecnológica”, subraya el correlato de esa experiencia que ubicó a la Argentina como uno de los tres únicos países que habían podido construir un caza supersónico, junto a los EEUU y la Unión Soviética. Es más, los historiadores recuerdan que “el motor elegido para el Pulqui II fue una turbina Rolls Royce Nene II con una potencia de 2267 kg”. Y agregan: “Un dato interesante es que el MiG 15 utilizaba una copia soviética de este mismo motor”.

En septiembre de 1955 –recuerda el ingeniero electrónico– “se produjo el golpe de Estado autotitulado Revolución Libertadora, también llamada Fusiladora por su carácter antipopular y terrorista. Tras deponer a Perón, el gobierno de facto presionó a Tank (uno de los científicos extranjeros que desarrolló el Pulqui I y II) por su ingreso ilegal al país. En febrero de 1956, Tank y catorce ingenieros extranjeros abandonaron el país. Este hecho se sumaría a otros dos elementos que pondrían un freno al proyecto Pulqui. Por un lado, cuando la Fuerza Aérea Argentina consultó a IAME sobre el plazo para disponer de un lote de producción de cien IAe-33, la respuesta fue de cinco años; mientras que EEUU podía entregar un lote de inmediato”.

La promesa de los yanquis era entregar un lote de 100 aparatos F-86 Sabre al toque, pero la Fuerza Aérea de la Fusiladora terminó recibiendo 28 de esos 100 cazas, ya obsoletos, porque habían sido usados en la guerra de Corea, en septiembre de 1960.

Cualquier parecido entre el desmantelamiento de las áreas estratégicas por parte de la Fusiladora y la incipiente ofensiva sobre ese sector que está realizando Macri, no es para nada una coincidencia ni, mucho menos, una conjetura paranoide.

Testimonio de época

Más allá del estilo de gestión, el clamor popular ante el atropello se expresa de diferentes modos. En este caso, una voz anónima en las redes sociales publicó el siguiente texto: “No quiero este país sincero, no me gusta… devuélvanme la mentira kirchnerista, quiero nuevamente esa farsa que no despedía empleados ni reprimía protestas, quiero la corrupción que daba créditos para la vivienda y las industrias, quiero otra vez cobrar el sueldo engañoso que me alcanzaba para vivir y ahorrar, quiero el retorno de los precios falsos con que podía llenar la heladera y salir de vacaciones, quiero seguir viajando en las empresas deficitarias del estado, quiero la luz y el gas abaratados por el cáncer de los subsidios… Basta de tanta verdad, miéntanme como antes, que era feliz”.

Fuente: El Eslabón

3 comentarios:

hosebe dijo...

Maravillioso pensamiento,lo hago mio expresa cabalmente los que sentimos muchos, cada ves mas,“No quiero este país sincero, no me gusta… devuélvanme la mentira kirchnerista, quiero nuevamente esa farsa que no despedía empleados ni reprimía protestas, quiero la corrupción que daba créditos para la vivienda y las industrias, quiero otra vez cobrar el sueldo engañoso que me alcanzaba para vivir y ahorrar, quiero el retorno de los precios falsos con que podía llenar la heladera y salir de vacaciones, quiero seguir viajando en las empresas deficitarias del estado, quiero la luz y el gas abaratados por el cáncer de los subsidios… Basta de tanta verdad, miéntanme como antes, que era feliz”.

Anónimo dijo...

No conseguimos leer todo. Es una 'carga' demasiado grande de sandeces, lo que esta escrito. Y la peor parte, es el nivel de arrogancia, conque esta expuesto. De todas maneras, es bastante simple exlicar al totalitario empedernido que escribió, que NO HAY EN EL MUNDO, un unico Pais que esté a la par de los Muchisimos Paises del Primer Mundo, siendo totalitario. Porque..., totalitario es dictatorial y los Paises del Primer Mundo, solo alcanzan el Nivel, ejercitando y vivenciando la Democracia !
El totalitario 'usa' la democracia, para alcanzar el poder por el voto. Aun fraudandolo descaradamente. Despues de haber alcanzado el poder, 'estupra' la democracia, afirmando que por haber ganado, estará ejerciendo 'la propriedad el Estado' ! Con lo que, automaticamente, la fuerza productiva, intelectual y fisica, se hunde ! Es sintomatico ! De modo que gracias a Dios, la mente del pueblo argentino se esta concentrando en los altos Valores que el ejercicio de la Democracia traen. La verdadera Democracia ! No la ficticia que decia la kk, que habia en la pobre Republica. Y con esto, la Argentina se libertará del jugo inconsistnte que fue el totalitarismo, primero del pusilanime de 'peron' y a seguir, del comunismo de la desastrosa ! Basta !

hosebe dijo...

" los altos Valores que el ejercicio de la Democracia traen. La verdadera Democracia ! No la ficticia que decia la kk, que habia en la pobre Republica. Y con esto, la Argentina se libertará del jugo inconsistnte que fue el totalitarismo, primero del pusilanime de 'peron' y a seguir, del comunismo de la desastrosa ! Basta !". Demasiado grandilocuente, para mi gusto,pero PUSILÁNIME , Peron y COMUNISMO de la desastrosa .¡Cheeeeee! , bueno si sos feliz.....